Por S. Giménez, I. Goldszer, J. Iglesias

Es difícil el trabajo de quienes se dedican a proteger el medio ambiente en un mundo donde autoridades como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, niegan el calentamiento global, donde las sociedades no fomentan el cuidado del planeta y las grandes empresas explotan los recursos naturales a costa del bienestar de las poblaciones.

Mariano Julio Aguilar sonríe al contar batallas judiciales contra monstruos empresariales. Desde hace 40 años se dedica a la abogacía y en la actualidad es presidente de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas de la Patagonia. Los conflictos del Acuífero Guaraní lo tocan de cerca ya que tuvo que tratar demandas contra buques chinos que extraen agua para comercializar.

Vive entre Buenos Aires y Escobar, pero le gustaría instalarse en su casa de campo, donde los sonidos de la ciudad son remplazados por el canto de los pájaros.

—El acuífero está asentado sobre un desierto prehistórico. ¿Cómo se mantiene el caudal de agua a través de los años?
—Gracias a las lluvias que son absorbidas por la tierra y se filtran a través de las rocas que rodean el terreno. El agua reservada tiene sus particularidades, como por ejemplo su temperatura. Ronda entre los 30 y 70 grados. Hay sectores en los cuales se ha extraído para hacer termas.

—Pero no es utilizada únicamente con fines turísticos.
—La utilidad real es para los países que no tienen llegada al agua dulce y necesitan importar. Justamente algunos de los más importantes del mundo tienen intereses comerciales sobre el acuífero y buscan tener protección o propiedades. La parte correspondiente a Argentina tiene poco cuidado gubernamental.

La ley habla del cuidado del agua como algo abstracto. ¿Hay políticas específicas que regulen la extracción y explotación del acuífero?
Argentina no tiene una política definida en cuanto a la protección del agua. Desde el ángulo gubernamental no hay medidas que tiendan a preservarlo. Prueba de ello es que se utiliza el método de fracturación hidráulica (fracking) para extraer petróleo. Es una forma de extracción no convencional que necesita abundante agua. Además tenemos infinidad de información acerca de la compra privada, principalmente por estadounidenses. Esto pasa tanto con nosotros como en los países vecinos. Las zonas que son más bien áridas resultan menos costosas.

Hay estudios que ponen a Argentina como uno de los países con riesgo por escasez de agua para 2050. ¿Se debe exclusivamente a la explotación privada?
—Los acuíferos y los glaciares son el reservorio de acá a los próximos 40 o 50 años. Sin embargo, hay ocupación política sólo para los glaciares. Por este descuido, el Guaraní está siendo contaminado con los agrotóxicos de la producción de soja, trigo y maíz. Sumado a las perforaciones industriales, a la extracción para la comercialización. Hay estudios que arrojan como resultado que el 30% de la reserva está contaminada. En caso de derrames los daños son irreversibles.

—¿En qué influyen las bases militares extranjeras sobre el acuífero?
—Es poco entendible que existan bases militares de otros países. Muchas de ellas son de Estados Unidos. En Río Negro también hay de China, es un gran problema. Son un factor de información para los países que representan sobre lo que ocurre en las tierras. Además se llevan agua dulce en los barcos y la venden a países de África y Medio Oriente. Se hicieron denuncias federales contra los buques chinos que llenaban el lastre en el río Paraná y no pasó absolutamente nada. Algunas causas tienen más de dos años de antigüedad. Me llegaron las constancias pero no nos dejaron avanzar por la inexistencia de políticas.


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