Por F. Caggiano, M. Fuente Moreno, M. Scaiotti y G. Pérez
La audiencia, que comenzó a las 15.27 y concluyó a las 20.35, abrió con el testimonio de el arquitecto Enrique Fernández Meijide sobre la desaparición de su hijo Pablo, quien tenía 17 años en aquél momento. El secuestro se produjo la madrugada del 23 de octubre de 1976, cuando un grupo armado de la policía ingresó al departamento de la familia en la calle Virrey del Pino, en Capital Federal.
“Me dijeron que no me preocupe, que era cosa de rutina. Y que lo pasara a buscar al día siguiente a las 8.30 por la comisaria 19. No lo vimos nunca más”, expresó Fernández Meijide, quien participó del programa televisivo Nunca Más, emitido por Canal Trece en 1984. Siguiendo la indicación de los oficiales pero adelantándose de la hora indicada, los Fernández Meijide fueron hasta la seccional, pero se encontraron con la peor respuesta: “Acá no sabemos nada, no tenemos nada que ver”, les dijeron.
Esa madrugada del 23 de octubre también habían sido secuestradas a la novia de Pablo, María Zimmerman, su hermana Leonora, y a su amigo Eduardo Muñiz. Al respecto, Enrique Fernández Meijide declaró: “Cuando pude comunicarme con el padre de las chicas, Marcelo, me dijo: ‘¿Cómo, en tu casa también?’ Y me contó que minutos antes se habían llevado a sus hijas. Después me enteré del secuestro de Eduardo Muñiz”.
Además, el arquitecto detalló sus numerosos intentos por comunicarse con miembros de la cúpula militar para que le dieran algún dato sobre el paradero de su hijo. Tuvo la posibilidad de enviarles cartas por diferentes medios al general Guillermo Suárez Mason, al ministro del Interior Albano Harguindeguy e incluso al Presidente Jorge Rafael Videla, pero no recibió respuesta.
Luego declaró la mamá de Pablo, Graciela Castagnola de Fernández Meijide. La mujer -que integra la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP)- ofreció más precisiones sobre la intensa búsqueda que realizaron para encontrar a su hijo. Según lo que habían podido averiguar, dos agentes de la Policía Federal habían estado la semana antes del secuestro en el Colegio Nacional de Vicente López, al que Pablo ya no iba, recopilando datos sobre los estudiantes que tomaron el colegio en 1973, momento en que su hijo tampoco asistía al establecimiento.
Graciela Fernández Meijide durante su declaración. (Foto: Memoria Abierta).
Además, la testigo recordó que en agosto de 1984, durante su estadía en Madrid, el señor Scarpatti le aseguró haber visto a su hijo cuando estaba detenido en Campo de Mayo. Según le dijo Scarpatti, él logró escaparse durante un traslado, mientras que Pablo Fernández Meijide fue trasladado. “Para Scarpatti, un viaje corto, como me dijo, significó que lo mataron”, detalló Graciela Fernández Meijide. En el siguiente video, un fragmento de su declaración.
Otros Testimonios
Además de la familia Fernández Meijide, también prestaron declaraciones testigos y víctimas de torturas mientras que se encontraban detenidos en centros clandestinos. Los matrimonios de apellidos Barreira y Covarrubias fueron liberados ya que habían sido detenidos “por error”. Eduardo Covarrubias recordó que incluso les pidieron disculpas en el momento de su liberación. Sin embargo, su mujer, que al momento de su detención estaba embarazada de ocho meses, dijo que uno de los guardias la intentó “toquetear”. A su vez, Serafín Barreira contó que mientras era torturado con picana eléctrica le exigían que admitiera su participación en alguna organización subersiva, a lo que él les respondió: “Si ustedes quieren que diga que soy montonero les digo que sí, pero yo no conozco nada”.
Momento inusual durante la audiencia
Entre los declarantes por el caso Fernández Meijide, se encontraba Antonio Ciccone, el portero del edificio donde vivía la familia cuando ocurrió el secuestro. El hombre, de origen italiano y con dificultades físicas para escuchar y expresarse, tuvo algunos comportamientos que generaron las risas de todos los presentes, incluyendo al presidente del Tribunal, Jorge Torlasco. El momento culminante fue cuando Torlasco le sugirió a Ciccone que se acerara más al micrófono para que se lo escuchara mejor, pero el hombre entendió mal y acercó su oído al aparato. La Cámara Federal tuvo que interrumpir la audiencia ordenando un cuarto intermedio.