Por M. Alonso, F. Liggieri, M. Miodyk Righi, A. Rossi
En la audiencia de hoy del Juicio a las Juntas Militares, se conocieron más relatos de víctimas del terrorismo de estado que pasaron por los CCD La Perla y La Ribera, en Córdoba.
La primera en declarar fue Perla Wainstein, pariente de la familia Coldman, que el 21 de septiembre de 1976 sufrió el secuestro del matrimonio y su hija mayor. “La captura la realizó un grupo muy numeroso y se atribuye a la militancia de toda mi familia en el Partido Comunista”, explicó la testigo. Y agregó que quien llegó a la casa de ella para decirle que se habían llevado a su familia fue su sobrino, quien por entonces tenía 11 años. Dos años más tarde fueron secuestrados ella y su marido y Enrique Perelmuter, asesor del PC. “Fui liberada al día siguiente mientras que mi esposo permaneció privado de su libertad tres años más. Y agregó: “Quisieron grabar en su calvicie la cruz esvástica”.
Perla Wainstein, su tía testificó que quien llegó a la casa de ella para decirle que se habían llevado a su familia fue su sobrino, que en ese entonces tenía 11 años.También denunció que su marido, quien fue secuestrado junto a ella, sufrió múltiples torturas, entre las cuales destacó que le quisieron “grabar en su calvicie la cruz esvástica y en parte lo lograron”.
Luego fue el turno de Rubén Coldman, de 20 años -el menor de los hijos del matrimonio Coldman-, quien declaró frente al Tribunal Federal no saber si sus padres y su hermana están muertos o no, pero que encaso de que lo estuvieran, deberían entregarle los cadáveres: “Es un crimen que no lo hagan”.
El siguiente testimonio fue el del arquitecto Gustavo Adolfo Contepomi, secuestrado en 1976 por un grupo de 12 a 15 personas disfrazadas que ingresaron a su casa. “Mi esposa, embarazada de cinco meses, y yo fuimos vendados y nos llevaron en distintos autos; cuando llegamos a La Perla, me desnudaron y me aplicaron picana eléctrica”. tuvo a nuestro hijo en cautiverio en octubre de ese mismo año y se lo entregaron a mis suegros, a quienes hicieron pagar un rescate para liberarla. Sobre el capitán González, uno de sus captores en La Perla, dijo: “Me decía que era un cruzado de Dios y que los detenidos éramos demonios. Ellos se presentaban como inquisidores destinados a una obra de purificación”.
Luego Contepomi agregó: “Fui liberado en diciembre de 1977, antes comenzaron a permitir que tengamos algún contacto con nuestros familiares, lo cual supuestamente era una garantía de que sobreviviríamos”.
Contepomi declara ante el tribunal. (Foto: Memoria Abierta)
La siguiente testigo fue la estudiante de Asistencia Social Susana Sastre. Fue detenida en la calle el 11 de junio de 1976 por un grupo de hombres vestidos de civil y armados; fue trasladada a La Perla. “Me llevaron a la sala de tortura, allí me desvistieron y me dieron con dos picanas eléctricas, en el intermedio me pegaban con una toalla mojada. Me decían que era una perejil verde, que no hablara con nadie y que ellos me iban a dejar salir”. Después de seis meses, la trasladaron a La Ribera donde permaneció hasta el 5 de febrero de 1977. “Me trasladaron con los ojos cubiertos, el capitán González me llevó a la casa de mis padres, donde almorzó con ellos, les pidió disculpas y les dijo que yo había estado detenida por averiguación de antecedentes, pero que no había nada en mi contra”.
El 24 de marzo de 1976 fue detenida la abogada Cecilia Suzzara por una patrulla militar. “Me subieron a un camión, me ataron y me taparon con una frazada. Cuando llegamos a La Perla, me golpearon con distintos elementos y me metían la cabeza en tachos de 200 litros”. La mujer tuvo problemas con la guardia porque querían aprovecharse de ella y la manoseaban; el capitán “Hernández” le dijo que “ellos no iban a permitir que hubiera ese tipo de abusos” y por eso la llevaron a La Ribera o La Escuelita, un lugar de tránsito donde legalizaban a la mayoría de los detenidos. La Perla era “La Facultad”, los que estaban allí terminaban en “El Pozo”, un lugar de fusilamiento.
La testigo declaró que “limpiaron” La Perla porque estaba próxima la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que iba a inspeccionar el lugar por las denuncias sobre las detenciones ilegales y las torturas que allí ocurrían.
El caso de la enfermera desaparecida
Luis Andrés, portero y casero del Hospital Isidoro E. Iriarte de Quilmes, presenció en abril de 1977 el secuestro de la enfermera Generosa Frattassi, quien trabajaba en el establecimiento. “Se presentan dos personas preguntando si podían pasar a ver a Frattassi. La llamé y bajó, se acercó a los señores y de forma muy violenta la introdujeron en una camioneta y desaparecieron. No la vi nunca más”, declaró el testigo al Tribunal.
El caso Frattassi está relacionado con la desaparición de Silvia Isabella Valenzi, secuestrada el 22 de diciembre de 1976 en La Plata y llevada al centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Quilmes. Valenzi dio a luz una beba en el Hospital Iriarte. La enfermera Generosa Frattassi y la médica María Luisa Martínez, por pedido de la parturienta, dieron aviso del nacimiento a la familia Valenzi. La médica Martínez fue secuestrada el 7 de abril de 1977 y Frattassi una semana después. La desaparición de Frattassi fue analizada en la séptima audiencia del juicio a los comandantes, el 30 de abril.