Por I. San Román y S. Silva
La audiencia de hoy, que comenzó minutos antes de las 15.30, se destacó por la declaración de Víctor Basterra, obrero gráfico de 40 años que permaneció detenido entre 1979 y 1983 en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Además de brindar su testimonio, presentó fotografías que fue obligado a tomar durante su cautiverio y otros documentos más que logró sustraer de la oficina de inteligencia de ese centro clandestino.
La declaración fue la más larga desde que comenzó el juicio, duró 5 horas y 40 minutos. El testigo relató que sus captores le asignaron la tarea de tomarles fotografías con el fin de falsificar documentos de identidad (pasaportes, DNI y registros de conducir, entre otros, se usaban para los operativos clandestinos), lo que le permitió conocer a casi todos los represores con sus nombres y apodos respectivos. Además de tomar fotografías de militares, Basterra fotografió a personas que estaban secuestradas en la ESMA, documentos que hoy sirven como prueba contundente del destino de algunos desaparecidos.
En su declaración detalló que logró ocultar los negativos de las fotos entre su ropa cuando fue liberado -ocho días antes de la asunción del gobierno constitucional de Raúl Alfonsín-, y pudo asirse de documentos clasificados, entre ellos la “lista de bajas” de enero de 1978 en la que se especifica el grado jerárquico de los militantes de la organización Montoneros detenidos en la ESMA y las fechas de sus asesinatos. La fiscalía las consideró como “sumamente valiosas”.
Víctor Basterra declara ante la Cámara Federal. (Foto: Memoria Abierta)
“Fui privado de mi libertad desde el 10 de agosto de 1979 hasta agosto de 1984. Se me dijo el 2 de diciembre de 1983 que iba a estar controlado en mi casa. Hasta agosto del año siguiente recibí visitas y amenazas de quienes habían sido mis captores. Hice esa salvedad porque me consideré privado de mi libertad hasta esa fecha”, afirmó Basterra, quien fue secuestrado junto a su mujer y su beba de dos meses.
Ante la pregunta del juez Guillermo Ledesma sobre cómo eran las condiciones de su reclusión, detalló: “Nos encontrábamos con una capucha puesta en la cabeza, esposados y con grilletes. Eso era permanente”. Además, rememoró: “Recuerdo que un día tenía mucha sed, le pedí agua al guardia y me dijo: ‘¿Así que querés agua?’, y me tiró un jarro de agua encima de mi ropa. Así era el trato permanente, denigratorio y violento”.
Asimismo, el testigo aseguró que, cuando la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (CIDH) visitó el país en 1979 a raíz de las graves denuncias de violaciones de derechos humanos, él fue llevado junto con otros secuestrados a una isla del Delta, donde permaneció un mes.
Basterra, quien fue activista gremial del peronismo de base, denunció que su madre fue obligada a simular la venta de su casa por un suboficial de prefectura, que la amenazó con asesinarla si no lo hacía. “La casa figura como vendida, aunque no recibimos ni un sólo centavo por la operación”, sostuvo.
La desaparición de la psicóloga Irene Orlando
El Tribunal contó, además, con la declaración de Esperia Berenger, amiga de Irene Orlando, psicóloga e investigadora de 63 años, secuestrada y desaparecida en septiembre de 1977 cuando procuraba dar con el paradero de su hijo Mario Tempone y su nuera Beatriz Pegés.
“Irene me comentó que su hijo la llamó y le pidió que le entregara el dinero de un departamento que había vendido a un ‘amigo’. Notó que su hijo no se encontraba bien ya que en reiteradas oportunidades la llamó ‘mamá’, cuando era su costumbre decirle ‘vieja'”, explicó la testigo.
Además, afirmó que días después Orlando recibió un llamado del supuesto amigo para acordar una cita en la que le entregaría el dinero. “Asistió al encuentro y recibió una ‘carta’ de su hijo, pero al leerla comprobó que era falsa y le espetó al hombre que no le iba a dar la plata”, dijo.
Berenger, junto con María Elena Ocampo y Etel Schwartazapez, también amigas de Orlando, la reconocieron en fotografías presentadas por Basterra e indicaron que notaron un evidente desmejoramiento en su aspecto físico. Orlando fue secuestrada en septiembre de 1977, trasladada a la ESMA y, al igual que su hijo y nuera, continúa desaparecida.
Por último, prestó testimonio Enrique Fukman, ex militante montonero, secuestrado y recluido en la ESMA en noviembre de 1978.
Borges se hizo presente
El escritor Jorge Luis Borges asistió a la audiencia invitado por el fiscal Julio Strassera. Se retiró antes de la finalización de los testimonios y, al salir, expresó: “Este hecho no puede, no va a quedar impune“.