D. ARAMENDY @DAFNEARAMENDY, F. DOMÍNGUEZ @FLORENCIARACELI Y A. NABAES @ALEXA_NABAES

Rodolfo Walsh es reconocido por sus obra de no ficción, pero mucho antes de sus libros más emblemáticos, como “Operación Masacre” o “¿Quién mató a Rosendo?”, durante su juventud, se dedicó a escribir cuentos policiales.

En 2015, cuando se cumplieron 38 años de su asesinato, la Televisión Pública homenajeó su perfil menos explorado con la serie “Variaciones Walsh”, en coproducción con Tranquilo Producciones. “Todo partió de la idea original de realizar un producto que se basara en historias policiales argentinas y en esa búsqueda encontramos a este Walsh menos conocido”, explicó Eliseo Álvarez, productor y creador del ciclo.

Los doce relatos que se vieron en la pantalla chica fueron una adaptación de doce cuentos originales (“La aventura de las pruebas de imprenta”, “La sombra de un pájaro”, “La trampa”, “Cosa juzgada”, “En defensa propia”, “Transposición de jugadas”, “Variaciones en rojo”, “Las tres noches de Isaías Bloom”, “Los dos montones de tierra”, “Zugzwang”, “La máquina del bien y del mal” y “Nota al pie”) realizada por Alejandro Maci y Esther Feldman. Estos textos fueron reeditados por Ediciones La Flor en 2012.

La serie fue protagonizada por Nicolás Cabré (como Daniel Hernández), Darío Grandinetti (como el comisario Laurenzi) y Luis Luque (como el comisario Giménez). En los diferentes episodios aparecen otros personajes representados por Luisana Lopilato, Sofía Gala  Castiglione, Gonzalo Heredia, Soledad Villamil, Patricio Contreras y Santiago Pedrero. Según Álvarez, la convocatoria de estas figuras que conformaron el elenco se dio porque “el objetivo era llegar a una audiencia lo más amplia posible”.

Durante la última dictadura militar Walsh fue censurado y sus libros estaban prohibidos, tener un ejemplar suyo era peligroso. Las personas, incluyendo sus familiares, se deshacían de todo lo que estuviera escrito bajo su nombre. El día que difundió su famosa “Carta Abierta a la Junta Militar”, el 25 de marzo de 1977, el periodista fue acribillado por un grupo de tareas en la esquina de San Juan y Entre Ríos y se sumó a la lista de desaparecidos que dejó la última dictadura.

Años más tarde, tras el retorno de la democracia y aún con sus obras fuera de circulación, sus familiares tenían el deber de recopilar toda su obra. Al reunir el material, se encontraron con estos cuentos policiales, de los cuales el mismo Walsh no se sentía tan orgulloso, y no sabían si debían incluirlos.

“El joven Walsh fue necesario e imprescindible para el Walsh posterior, si él no hubiera escrito textos que pertenecen al género policial, no hubiera podido nunca escribir Operación Masacre”, explica su hija, Patricia Walsh. Ella sostiene que ese libro, al ser una denuncia, requirió de una extensa investigación previa para poder llegar al resultado final.

Patricia Walsh recordó que para mediados de 1950, su padre, sin haber terminado la secundaria, empezó a trabajar en la editorial Hachette, donde además de hacer otras tareas tradujo textos policiales de autores norteamericanos e ingleses. En paralelo, comenzó a dedicarse al periodismo. “Por haber sido un gran lector, traductor y escritor del género policial aprendió a descifrar enigmas. Cuando le tocó investigar hubo algo de los detectives protagonistas de esas obras que en cierta forma lo instruyeron.Gracias a todo lo que aprendió del género policial él logró ser prácticamente un maestro de lo que hoy llamamos periodismo de investigación”.

“Operación Masacre” no fue la primera denuncia del escritor. En “Nota al Pie”, uno de los cuentos que se adaptó para la televisión, hay, para su hija, “un Rodolfo Walsh que se aproxima desde la ficción a denunciar cuestiones que a lo largo de su vida lo van a preocupar mucho”. 

Los hechos, los protagonistas, las pruebas

En 1974, cuando Patricia Walsh tenía poco más de 20 años, trabajó en el diario Noticias con Leandro Gil Ibarra, Alicia Barrios y Martín Caparrós, y juntos conformaron la sección policiales que tenía como editor a su padre. Allí, el periodista y escritor no sólo se encargaba de la sección sino que también corregía las notas de Interés General y trataba con gente muy joven. Muchos de ellos no estaban acostumbrados a trabajar en una redacción.

Patricia Walsh recuerda que su padre, que era un hombre de pocas palabras en la vida cotidiana, en la redacción “hacia algo que resulta inolvidable”:  “primero leía una nota en silencio y si la tenía que corregir tachaba todos los adjetivos, porque él sostenía que era mejor que no pusieran ninguno. Era el lector el que tenía que ponerlos. Él pensaba que para la prensa de un diario el adjetivo sobraba, porque eran los hechos los que hablaban por sí mismos y las opiniones las iban a formular en su cabeza quien leyera.

Transmitía una sensación de autoridad tal que era suficiente que te tachara un adjetivo una sola vez para que no los pusieras más, por lo menos mientras trabajas en el diario Noticias”, dice Patricia. “Él sostenía que son los hechos los que denuncian, los protagonistas y las pruebas, por lo tanto si vos reunís todo esto despojándolo de lo que pueden ser los adjetivos, y aquello que sobra, por ahí tenes una buena nota”.

Rodolfo Walsh es reconocido por sus obras relacionadas con la política y la “non fiction”, pero mucho antes de sus libros más emblemáticos, como “Operación Masacre” o “¿Quién mató a Rosendo?”, durante su juventud se dedicó a escribir cuentos que pertenecen al género policial.

En 2015, cuando se cumplieron 38 años de su asesinato, la Televisión Pública homenajeó su perfil menos explorado con la serie “Variaciones Walsh”, una coproducción entre el citado canal y Tranquilo Producciones. “Todo partió de la idea original de realizar un producto que se basará en historias policiales argentinas y en esa búsqueda encontramos a este Walsh menos conocido”, explicó Eliseo Álvarez, productor del programa y creador del ciclo emitido semanalmente que reflejó las obras del escritor.

Los doce relatos que se vieron en la pantalla chica fueron una adaptación de los cuentos originales realizados por Alejandro Maci y Esther Feldman, los mismos abarcaron los siguientes títulos: “La aventura de las pruebas de imprenta”, “La sombra de un pájaro”, “La trampa”, “Cosa juzgada”, “En defensa propia”, “Transposición de jugadas”, “Variaciones en rojo”, “Las tres noches de Isaías Bloom”, “Los dos montones de tierra”, “Zugzwang”, “La máquina del bien y del mal” y “Nota al pie”. Estos textos, fueron reeditados en “Cuentos Completos” de Rodolfo Walsh publicado por Ediciones La Flor en 2012.

La serie contó con las actuaciones protagónicas de Nicolás Cabré (como Daniel Hernández), Darío Grandinetti (como el comisario Laurenzi) y Luis Luque (como el comisario Giménez). En base a las vivencias de estos tres personajes suceden las tramas policiales de cada uno de los relatos. A su vez, en los diferentes episodios aparecen otros personajes representados por: Luisana Lopilato, Sofía Castiglione, Gonzalo Heredia, Soledad Villamil, Patricio Contreras y Santiago Pedrero. Según Álvarez, la convocatoria de estas figuras que conforman el elenco se dio porque “el objetivo era llegar a una audiencia lo más amplia posible”.

Es importante recordar que durante la última dictadura militar, Walsh fue censurado y sus libros estaban prohibidos a tal punto que tener un ejemplar suyo era peligroso y por este motivo las personas, incluyendo sus familiares, se deshacían de todo lo que estuviera escrito bajo su nombre. Tal fue la censura que al día siguiente de escribir la famosa “Carta Abierta a la Junta Militar”, el periodista fue víctima de este proceso y se sumó a la lista de desaparecidos que dejó ese último gobierno de facto.

Años más tarde, tras el retorno de la democracia y aún con sus obras fuera de circulación, sus familiares tenían el deber de recopilar toda su creación. Pero al reunir todo su material, se encontraron con estos policiales de los cuales el mismo Walsh no se sentía tan orgulloso y no sabían si debían incluírlos.
“El joven Walsh fue necesario e imprescindible para el Walsh posterior, si él no hubiera escrito textos que pertenecen al género policial, no hubiera podido nunca escribir ´Operación Masacre´”, explicó su hija, Patricia Walsh. Además enfatizó que este último libro, al ser una denuncia, requirió de una extensa investigación previa para poder llegar al resultado final obtenido.

Al mismo tiempo recordó que para mediados de 1950, Rodolfo Walsh, sin haber terminado la secundaria empezó a trabajar en la editorial Hachette, donde además de otras tareas tradujo obras literarias del género policial de autores norteamericanos e ingleses. En paralelo a este trabajo, comenzó a dedicarse al periodismo por lo que para su hija: “Por haber sido un gran lector, traductor y escritor del género policial aprendió a descifrar enigmas. Cuando le tocó investigar hubo algo de los detectives protagonistas de esas obras que en cierta forma lo instruyeron”, y agregó: “Gracias a todo lo que aprendió del género policial él logró ser prácticamente un maestro de lo que hoy llamamos periodismo de investigación”.

Cabe destacar que “Operación Masacre” no fue la primera denuncia que el escritor realizó. Por ejemplo, en “Nota al Pie”, uno de los cuentos que se adaptó para la televisión: “Hay un Rodolfo Walsh que se aproxima desde la ficción a denunciar cuestiones que a lo largo de su vida lo van a preocupar mucho”, concluyó Patricia Walsh.

Los hechos, los protagonistas, las pruebas.

En 1974, cuando Patricia Walsh tenía poco más de 20 años, trabajó en el diario Noticias con Leandro Gil Ibarra, Alicia Barrios y Martín Caparrós, y juntos conformaron la sección policiales que tenía como editor a Rodolfo Walsh. Allí, su padre no sólo se encargaba de esa sección sino que, a su vez, tenía que corregir las notas de la sección de interés general y trataba con gente muy joven, por lo cual no todos estaban acostumbrados a trabajar en una redacción. De esa experiencia su hija recuerda que su padre, quien era un hombre de pocas palabras en la vida cotidiana, “hacia algo que resulta inolvidable, ya que en principio leía una nota en silencio y si la tenía que corregir tachaba todos los adjetivos, porque él sostenía que era mejor que no pusieran ninguno. Debido a que era el lector el que tenía que ponerlos”. Por lo tanto, aseguró que es una cuestión de estilos y sostuvo: “Él pensaba que para la prensa de un diario el adjetivo sobraba, porque eran los hechos los que hablaban por sí mismos y las opiniones las iban a formular en su cabeza quien leyera”.  Al respecto dijo que “te transmitía una sensación de autoridad donde que era suficiente que te tachara un adjetivo una sola vez para que no los pusieras, por lo menos mientras trabajas en el diario noticias”. Patricia Walsh concluyó: “El sostenía que son los hechos los que denuncian, los protagonistas y las pruebas, por lo tanto si vos reunís todo esto despojandolo de lo que pueden ser los adjetivos, y aquello que sobra, por ahí tenes una buena nota”.