Ariel Stemphelet @arielstemphelet


Al igual que el fútbol y el dulce de leche, las crisis económicas y sociales y la fe en los santos populares también pueden caracterizar a la Argentina. Ante la pregunta que podría relacionar las dos últimas características, si la devoción aumenta al compás de la inestabilidad de este país, hay dos respuestas posibles: el sí de referentes de los santos Gauchito Gil y La Muerte, y el no de una antropóloga especializada en la temática.

Las personas que coinciden en su respuesta afirmativa se basan, quizá paradójicamente, en el sentido común. Afirman que la fe termina siendo una especie de ‘‘refugio’’ ante las situaciones que generan las crisis tanto económicas como sociales, de las que la Argentina puede dar cátedra. Sin embargo, tras realizar varios estudios, la licenciada en Sociología y doctora en Antropología Social, Eloísa Martín, asegura todo lo contrario: ‘‘No hay una correlación directa entre crisis y crecimiento de la religiosidad popular’’.

En momentos de crisis profundas, como durante los años noventa, época de falta de dinero y del club del trueque, por ejemplo, ‘‘la mayor dificultad para los devotos de cualquier santo, canonizado o popular, era cumplir con las promesas, las mandas y visitar los santuarios, básicamente por la carencia de plata, ya fuera para peregrinar o comprar una vela’’, explica Martín que como investigadora del CONICET realizó varios estudios sobre el fenómeno de la religiosidad popular en este país.

En cambio, Rubén Alfaro, director del Santuario Nacional del Gauchito Gil, asevera: ‘‘Por supuesto que la fe aumenta en tiempos de crisis. La principal arma que tenemos para defendernos es la fe’’. Y ejemplifica: ‘‘A veces, en tiempos complicados, la gente tiene que comprar un remedio y no tiene dinero. Entonces, se te acerca una persona que ayuda (con dinero) en nombre del Gauchito y hace que se revierta la situación. La persona que recibió esa ayuda inmediatamente comienza a creer en el Gauchito, y así es como el caudal de fe aumenta’’.

 ‘‘No hay una correlación directa entre crisis y crecimiento de la religiosidad popular’’.

Daniel Torres dirige el Santuario Jardín de Victoria, dedicado al mediáticamente llamado San La Muerte, el Señor de La Buena Muerte para sus seguidores, y considera que el aumento de la fe está enmarcado en ‘‘un proceso de ascensión espiritual, una cuestión energética mundial y/o planetaria, que va más allá de crisis o no crisis’’. Y detalla: ‘‘La gente está cansada de que le mientan, de la matrix y de buscar la solución afuera. Por lo tanto, se vuelca más a la espiritualidad y empieza a tomar conciencia de su conexión con Dios o el Universo’’.

Un punto interesante para analizar la relación entre fe y crisis, tiene que ver con el culto que una persona le rinde a su santo. ‘‘Esa relación es similar a la que se tiene con un amigo o un familiar. Ambas están basadas en el afecto y la lealtad mutua. La devoción, en algún momento, involucra el milagro o el pedido, pero no es una relación meramente de intercambio, de milagro por vela, peregrinación o sacrificio’’, explica Martín.

Al haber crisis económica, podría suponerse que la fe crece en dirección a la necesidad de lograr, culto mediante, soluciones asequibles, pero no. ‘‘Las personas no piden solamente por trabajo o plata’’, sostiene Martín, y confirma Alfaro: “Uno de los pedidos más realizados por los seguidores del Gauchito, es por salud’’.

Respecto del culto al Gauchito Gil, Alfaro destaca: ‘‘Ha cobrado una notoriedad importante de unos 30 años a esta parte, y cada vez más, ya que no hay nadie que represente a la Iglesia (Católica) sin el fanatismo de decir haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. A su vez, Torres coincide en que ‘‘es cada vez más la cantidad de gente que se acerca a preguntar sobre el santo o hacer su pedido o promesa’’, en referencia al San La Muerte.

La espiritualidad y la ciencia, con sus propios argumentos, no coinciden en si la fe aumenta o no en tiempos de crisis económica y social en Argentina. Lo cierto es que todos hemos visto algún santuario al costado una ruta o, a veces, en lugares impensados, sabemos lo que es una crisis. Además se consume mucho fútbol (¡y dulce de leche!).