Por I. Melanowicz y L. Dalto
En la Ciudad de Buenos Aires, el teatro independiente es de suma importancia para impulsar la actividad cultural y dar espacio a nuevos artistas para mostrar sus trabajos. Sin embargo, una de las problemáticas más comunes que enfrentan estas salas es la dificultad para conseguir la habilitación definitiva por parte del área de Habilitaciones y Permisos de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de la Ciudad.
“Las salas sólo pueden funcionar con la habilitación definitiva o con el expediente iniciado, así se otorga un número que indica que se comenzó el trámite y les permite trabajar“, explica Julieta Alfonso, secretaria y coordinadora general de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI).
Según la Ley N° 3.841, una sala de teatro independiente es un establecimiento con una capacidad máxima para trescientos cincuenta (350) espectadores en el que se realizan manifestaciones artísticas con participación real y directa de actores, en cualquiera de sus modalidades. “En dicho establecimiento pueden realizarse, además, actividades para la formación en teatro, danza y canto, así como todas aquellas disciplinas complementarias para la formación artística integral“, se lee en la normativa
Estas salas, a diferencia de las comerciales -aquellas cuya capacidad de espectadores supera los 350 espectadores y que no solicitan subsidios para su funcionamiento-, deben conseguir una habilitación mediante la Agencia Gubernamental de Control (AGC), que depende del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad. Alfonso afirma que “ “Desde ARTEI luchamos constantemente para que el proceso sea más rápido“.
La habilitación, provisoria o definitiva, es uno de los requisitos para luego inscribirse en el Registro del Instituto para la Protección y el Fomento de la Actividad Teatral No Oficial de la Ciudad (Proteatro), que depende del Ministerio de Cultura de CABA y ofrece la posibilidad de pedir subsidios. Este organismo, que cumple la función de “fomentar, propiciar y proteger el desarrollo de la actividad teatral no oficial de la Ciudad de Buenos Aires“, exige el cumplimiento de otras condiciones para obtener una ayuda monetaria.
Uno de los requisitos, según figura en la página web de Proteatro, es la entrega de una propuesta de programación anual, de 9 meses mínimo, de interés cultural y con al menos una obra de un autor nacional o de uno extranjero con no menos de cinco años de residencia continua en el país. Este programa deberá contar con aproximadamente 80 funciones en horario central (principalmente los viernes, sábados y domingos) registradas en la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores). También las salas deben tener la infraestructura básica de equipamiento y personal requerida por la legislación. Pero aun si se cumple con todo eso, para obtener subsidios la habilitación es un requerimiento obligatorio.
El teatro El Ópalo funciona en Junín 380
“La habilitación tardó entre cuatro y cinco años; recién ahora, en 2018, nos la dieron“, aseguran desde el teatro El Ópalo, ubicado en la calle Junín al 380. Además, cuentan que “durante ese tiempo hubo una habilitación provisoria -y solo una inspección-, pero al no estar el teatro oficialmente habilitado no era posible hacer difusión de nada“.
Luciano Cohen, coordinador del Belisario Club de Cultura, en avenida Corrientes 1624, asegura: “Belisario fue el primer teatro independiente que se clausuró después de la tragedia de Cromañón. LLevamos 10 años con habilitación provisoria, todavía no conseguimos la definitiva“. También asegura que tuvieron varias dificultades en el proceso: “Hace poco nos solicitaron un informe que estipule cuánto peso soportan las gradas de la sala y otro de electricidad que diga específicamente que todo está acorde con la normativa. Para estos informes hay que contratar gente especializada, y eso puede llegar a costar hasta 10 mil pesos“.
Cohen recuerda que en la entrada de la sala tenían un telón, pero “la AGC lo consideró como algo que estorbaba el ingreso y la salida, y obligó a sacarlo“. Por otro lado, desde El Ópalo enfatizan que “hay ciertas burocracias que resultaron tediosas“ en referencia, por ejemplo, a cuando les exigieron que las escaleras estuvieran “muy bien señalizadas con carteles“.
A esta problemática se suma la baja de presupuesto que sufrió Proteatro este año, que afecta el otorgamiento de subsidios y, por lo tanto, va en detrimento del crecimiento del circuito independiente.