Por F. Antonietti @francescoantt, P. Carbajosa @mamacalmate y C. Peirone @capeirone

Como los directores técnicos en un equipo de fútbol, detrás de una banda y sus canciones están los productores musicales. Desde qué palabra suena mejor hasta si va un efecto flanger o uno phaser, pueden influenciar en la composición artística. Un oído externo es bueno para notar detalles nunca nimios que quien está enteramente inmerso en el proceso creativo puede, sin querer, pasar por alto. Así, los productores se convierten en esa oreja con la que el músico entabla una relación de suma confianza, basada en el conocimiento sobre lo que el artista hace y en qué energía vibra.

El productor está encargado de dar un feedback a los artistas, de decirles hacia dónde tienen que ir’’, apunta Luciano El Tano Farelli, productor que ha trabajado con Los Nocheros, Marilina Bertoldi y Carajo, entre otros. Su tarea es, entonces, la de administrar la información para explorar y explotar el potencial de cada artista.

Uno de los productores musicales más reconocidos es George Martin, muchas veces apodado “El quinto Beatle”. Durante siete años grabó con la banda de Liverpool trece discos de estudio, con canciones que lideraron los rankings mundiales en ventas. Hubo treinta sencillos que llegaron a ser número uno en las listas del Reino Unido y veintitrés que lo hicieron en las de Billboard en Estados Unidos.


George Martin grabó trece discos de estudio con Los Beatles

Con una computadora y una placa de sonido ya se pueden bajar a tierra las ideas“, dice Martín Torrez, estudiante de Producción Musical y reciente fundador de su propio estudio, en el cual graba y produce a bandas independientes. “Siempre hay que tener escuchados a los músicos que influencian cada banda que graba en tu estudio y ver qué podés aportar sobre la base de aquello con lo que te venís influenciando vos“, remarca Torrez, y dice que así es “como se crece, experimentando y entendiendo cómo funciona” el proceso creativo de cada canción. “De esa manera, los músicos se dan cuenta de cómo trabajás y la calidad de lo que hacés es conocido de boca en boca“.

Todo se hace con trabajo inteligente y un buen oído para detectar el ritmo del mercado. Un ejemplo es Rick Rubin, reconocido productor que fusionó el rap y el hard rock juntando a Run-D.M.C. con Aerosmith en el hit “Walk This Way” (1986).

Los productores pueden trabajar dentro de una compañía discográfica multinacional, produciendo bandas que “den de comer”, o bien de manera independiente, decidiendo qué artistas sí y cuáles no por motivos que pueden ir más allá de lo económico. “Afortunadamente –comenta Farelli– hoy no produzco algo que no me guste. Si no me gusta, digo que no. Por ejemplo, con Los Nocheros me pasó que, si bien no iban con mi estilo, encontré una vuelta que me conectó con su música’’.

Para elegir al productor de un disco se necesita “la frescura de alguien que lo escuche sin conocer el esqueleto interno, porque cuando componés algo y lo grabás, conocés toda la estructura, capa por capa“, afirma Farelli. “Eso produce un ‘efecto psicoacústico’, porque ya sabés cómo es. En cambio, el que lo escucha desde afuera y no sabe cómo fue construido, detecta una idea que se manifiesta como unidad“, explica.

En los años 70 se consolidó la figura del “productor rockstar”, aquel que con su fama impulsaba a decenas de bandas al mercado. Tal es el caso de Brian Eno, tecladista y compositor de Roxy Music, quien encontraba grupos con potencial en un pub cualquiera y enseguida les proponía producirlos. Algunos ejemplos son hoy súper mainstream, como The Talking Heads, David Bowie, U2 y Coldplay, entre los más conocidos.

Brian Eno encontraba grupos con potencial y les proponía producirlos

Mezclar funciones de productor e ingeniero de sonido es parte de la escuela de la producción actual. Antes los roles estaban más divididos, puesto que el productor era quien estaba más sobre lo musical, lo que se grababa y la interpretación. Los ingenieros, en cambio, se encargaban más de la técnica, de cómo iba a ser la grabación. “Esa frontera no existe más porque desde la técnica está planteada la artística“, dice Farelli, y amplía: “Hay que mantenerse con esos conocimientos al día y manejarse bien con herramientas como sintetizadores, efectos y automatizaciones, con todo lo que sucede dentro de una computadora así como con cualquier otro recurso periférico que se use dentro del estudio“. Es fundamental que el productor sepa todo lo que pasa.

Hoy los músicos jóvenes tienen más conocimiento sobre grabación. Saben lo que es el espectro de frecuencia o una compresión en paralelo porque, gracias al avance de la tecnología, son procesos que están más al alcance de cualquiera. Farelli ejemplifica, con las bandas que produce actualmente, los límites de sus funciones: “Trilicos (banda de rock mendocina), por ejemplo, sabe cómo quiere sonar. Mi trabajo es más de post producción, de arreglos. Pero la composición está resuelta de principio a fin: letras, poesía y melodía. Hay otra banda que me da más lugar porque le hace falta. También hay algunos artistas a los que directamente les hice todo, que son fundamentalmente los que hacen pop, ya que por lo general su conexión con la música es más desde la interpretación que desde la composición. Ahí tenés más lugar para componer como productor’’.

Al fin y al cabo, ¿qué se necesita? La respuesta es básica pero no por eso sencilla: buenas canciones. “Con que haya una buena sucesión armónica, una buena rítmica que arriba tenga una buena melodía, podemos construir algo y llevarlo a donde se desee“, concluye El Tano Farelli.