Por Melina Callebaut
Con 18 años, Tatiana Fernández Martí es vocera y consejera resolutiva escolar del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires (CENBA). Mientras, cursa su último año del secundario. Antes de comenzar el colegio, sabía que quería conocer el mundo de la militancia y se zambulló en él apenas pisó el aula. Hoy es una de las representantes juveniles que disputa un cargo en la Legislatura porteña en la lista del Frente de Izquierda: el puesto número quince.
–¿Qué puede aportarte tu experiencia en el CENBA a la hora de participar en la Legislatura?
–Te da una experiencia para saber cómo argumentar y cómo posicionarte en estos espacios. La presentación de proyectos en el Consejo Escolar Resolutivo, donde debatimos con los representantes de los docentes y las autoridades, te da una experiencia a priori. Ese espacio es nuevo para mí ya que ingresé este año, y se asemeja un poco a la instancia de debate y presentación de la Legislatura. En el Consejo se aprueban proyectos para el día a día. Uno puede tener diferencias con las distintas personas que están ahí, sobre todo con las autoridades, que obviamente vienen a aplicar distintas medidas de ajuste y tratan de tener una ofensiva contra organizaciones estudiantiles. Pero la Legislatura es otra cosa porque, efectivamente, se votan negociados totalmente nefastos.
–En las últimas elecciones de los centros de estudiantes de la UBA, las agrupaciones reformistas ganaron gran parte de las presidencias. ¿A qué se debe el fenómeno? ¿Ocurre algo similar en los colegios secundarios?
–El fenómeno de la UBA con esta avanzada de las agrupaciones del rectorado en un punto se da porque hay una crisis explosiva en donde no hay o no está presentado un movimiento de lucha genuino, como ocurrió en 2001, cuando había una crisis más o menos similar y estábamos cortando la calle constantemente. Se plantea una transición más tranquila y creo que la gente quiere estudiar tranquila. Entonces vota a agrupaciones más afines a la gestión que le puedan garantizar eso. En los secundarios no se está dando ese fenómeno aunque sí hay una parálisis en un punto de la organización estudiantil. Muchas de las agrupaciones coinciden con esta línea política de garantizar una transición más democrática porque son todas afines al Frente de Todos. Sin embargo, hay ganas de luchar y hay una homogeneización de que a Horacio Rodríguez Larreta no lo queremos en ningún punto. Hay debates políticos de cuál es la mejor estrategia, pero sin duda se está sembrando una lucha en colegios que quizás históricamente no tenían organización estudiantil.
–¿Cuál es el espacio que la juventud tiene que ocupar en la política?
–La juventud que tiene una larga experiencia en las organizaciones militantes, en los centros de estudiantes y en las movilizaciones tiene que tener también horizonte, no sólo aspirar a un cargo para tenerlo y poner en agenda, sino para ser efectivamente representante de sus intereses. Es la juventud la que en el último tiempo fue vanguardia en instalar debates en términos sociales. A mí no me interesa particularmente tener una banca, sino poder expresar y ser vocera de todo un sector que hoy está presente en las elecciones, de la juventud más radicalizada, más organizada, y presentar otra perspectiva ante tanta polarización.
–La imagen de los militantes estudiantiles suele ser desprestigiada desde los medios de comunicación frente a medidas como tomas de colegios o reclamos de los centros de estudiantes. ¿Por qué cambió esta perspectiva y hoy se habla tanto de los candidatos jóvenes?
–Ahora justamente haya un interés general en esto de la juventud, no es por una cuestión de las redes sociales, aunque sí aportan y muchísimo, sino que también nos ganamos un lugar en la agenda política. Se generó un respeto hacia nosotros después de ser acallados por tanto tiempo, después de ser desprestigiados. Los jóvenes siempre dieron cátedra en poner temas en agenda, por ejemplo, a la hora de hablar de la educación pública y el deterioro educativo. Pero creo que la marea verde fue algo fundamental en este aspecto. Quienes pusimos en agenda esto y nos movilizamos con mucha vehemencia en la construcción de esos martes verdes a la puerta del Congreso éramos las pibas más chicas. Entonces, al tener tanta convicción siendo muy pequeñas, movilizarse, hacer pañuelazos, tomar el colegio y demás, la sociedad nos miró de otra forma. Por primera vez en mucho tiempo tenemos la oportunidad de representar ese mandato, que ya quedó bastante claro por parte de este sector más radicalizado de la sociedad, que es el movimiento de mujeres y disidencias, que hay que transformar también en las instituciones en este sentido. Que pueda entrar la voz de la juventud es importante.