Por I. Benedit, I. Kremer, M.B. Marchese y F. Müller
Luciano Rombolá es periodista, actor, bailarín y conductor radial. Exponente de la cultura popular nacional, en esta entrevista analiza en profundidad el fenómeno de la cumbia, el rol de los grandes medios y los ritmos particulares que predominan en las distintas regiones de la Argentina.
-¿Qué características debe tener una expresión artística para ser catalogada como “popular”?
-La cultura popular tiene que surgir desde los espacios con bajo poder adquisitivo y pocos recursos. Debe representar a las provincias argentinas, sobre todo a los pueblos y localidades con menor cantidad de habitantes, además de sus valores regionales. Al mismo tiempo, tiene que expandirse de manera masiva. Mientras más masiva, más popular. El bien cultural que sale de las raíces de la tierra puede transformarse en el bien de una población más grande y diversificarse con más fuerza. Es necesario que salga de ese espacio genuino, autóctono y regional, y se convierta en un nuevo suceso. No podemos pensar en una cultura popular destinada a una élite, a la gente que vive en un departamento.
-Muchos desprecian “lo popular” por considerarlo sinónimo de “inculto” o “de clase baja”. ¿Esos prejuicios son fruto del desconocimiento?
-No lo considero así, aunque quizás en algún otro momento sí. No creo que cuando se considera “inculta” a la cumbia sea por desinformación, no en este momento del siglo XXI. Antes solo encontrabas a los grupos en las noticias policiales o de farándula, pero la movida tropical ha ido escalando y generando nuevos movimientos. Hoy incluso vemos sectores de poder adquisitivo alto con sus propias bandas y circuitos. Lo que sí se mantiene es el juicio de valor de un sector que se considera elitista, refinado y de mayor altura, que desde ese lugar ataca y descalifica.
-¿Cuáles son los principales estigmas y prejuicios?
-La cumbia siempre fue medida por medios masivos de comunicación que no son manejados por pobres sino por empresarios que apuestan al negocio. Para financiar ese negocio necesitan empresas que quieran vender productos, y quienes compran son personas que tienen dinero. El cumbiero o cumbiera no ingresa porque tiene recursos muy acotados. Entonces, se ha bajado una mirada que establece que la cumbia es vulgar, violenta, y se relaciona con la venta y consumo de drogas y alcohol. Ese tipo de vinculación también se ve con otros espacios y formatos, pero solo a la cumbia se le endilga el lugar de poco valor artístico y cultural, la poca importancia de las canciones, la poca estética, moral y seriedad. Cuando Patricia Bullrich dice que “el pobre para sobrevivir se arma una banda de cumbia o cuartetero”, no considera a la cumbia como un valor de reflexión o introspección intelectual. Para ella es una changa, un recurso, un modo de sobrevivir. Eso habla de cuál es el concepto que hay sobre la movida tropical, que hoy en día se mantiene más allá de las rupturas y el posicionamiento que la cumbia logró en los últimos años. Sigue existiendo esa mirada que responde a un sector socioeconómico y que todavía mantienen los medios de difusión, la palabra y la expresión masiva.
-¿Cuál es el aporte de “lo popular” a la cultura de masas?
-La cumbia nace de los sectores con menores recursos y se ha ido ramificando en distintos espacios del territorio federal. Incluso le han agregado ritmos, como por ejemplo la cumbia mezclada con la saya en Salta y Jujuy o con el chamamé en Corrientes. Esos sonidos se han propagado y fueron ganando espacio entre la urbe y en los grandes barrios. En los sectores de poder adquisitivo más alto, aun sin escuchar cumbia de forma cotidiana, se la puede encontrar en las fiestas de quince, casamientos y boliches. Quizá no haya un consumo habitual, pero sí un movimiento artístico y bailable que hace que la élite mueva las caderas con las mismas ganas y el mismo énfasis que una persona en la miseria absoluta.
-¿Cuáles son los circuitos de la movida tropical?
-Hay varios que difieren según el espacio. Cada provincia tiene su propio circuito. En el norte hay grupos en Salta, Jujuy y Tucumán con estilos distintos: los salteños están más vinculados al acordeón y los jujeños, al sonido de la cachaca del Paraguay. En Santiago del Estero hay otro circuito tropical más ligado a la guaracha, que es un género nacido en ese territorio. En Entre Ríos hay uno que gira alrededor del de Santa Fe, que es la cuna de la cumbia desde la década del 70. Las bandas de cumbia santafesina actúan con el litoral. Existe un circuito muy grande en Córdoba, con epicentro en la capital. La zona de Cuyo y sus alrededores son cuarteteras: en La Rioja, San Juan, San Luis y Catamarca existen grupos propios, pero van y vienen mirando a Córdoba.
-¿Qué rol cumple Buenos Aires en ese contexto?
-Buenos Aires centraliza todos esos circuitos: existe uno propio de sonidos que toma como referencia algunas cuestiones de las provincias, pero hay otros surgidos por la propia inquietud. Al mismo tiempo, los santafesinos suenan en toda la zona sur y los cuarteteros en la zona noroeste del conurbano bonaerense; los santiagueños en Once, González Catán y José C. Paz; y los salteños y jujeños en diferentes peñas de Capital. Algo que caracteriza a Buenos Aires son los inmigrantes latinoamericanos: hay un circuito tropical propio de peruanos y peruanas, otro de paraguayos y paraguayas y otro de bolivianos y bolivianas. A veces se cruzan: un artista mexicano puede actuar tanto en un boliche de la comunidad boliviana, paraguaya o en la zona norte del conurbano.
-Solés hablar de una cumbia “alternativa o bohemia”. ¿A qué te referís?
-Son pibes y pibas que vienen del palo del rock, clase media en su mayoría, con otros recursos. Son bandas de cumbia pero con yeites rockeros, con un público paralelo y diferente que no va a la bailanta. Estos grupos actúan, por ejemplo, en el Konex, Uniclub o en fiestas de Palermo, donde está la clase media y media alta. A veces te encontrás con cumbieros y cumbieras que van en busca de nuevas experiencias, espacios diferentes para relacionarse y conocer gente, pero funcionan por separado teniendo en cuenta las diferencias sociales impuestas. La lucha de clases se ve de manera manifiesta aun en la movida tropical.
-¿A través de qué medios se mueve la agenda de “lo popular”? ¿Cómo se trabaja en la promoción y producción de estas expresiones artísticas?
-Lo que mueve hoy la cumbia es la autogestión a través de las redes sociales. Los medios solo muestran a determinados artistas y fenómenos, y si bien es cierto que hay una inclusión más grande, son siempre los mismos, los más polémicos y llamativos: Pablo Lescano, Karina y el Polaco. También están los programas “Pasión de sábado” en América y “Vamos a pasarla bien” en Crónica TV. Las plataformas online como Itunes, YouTube y sobre todo Spotify le permiten al artista difundirse con un único objetivo: hacerse ver para que luego lo contraten. Quizá Damas Gratis o Ulises Bueno moneticen la cantidad de reproducciones, pero son casos aislados. El único objetivo de aparecer en estos espacios es generar un contrato, porque la cumbia vive gracias al espectáculo en vivo cada fin de semana.