Por Juan Quintana
La Asociación Profesionales de la Dirección Escénica (APDEA) puso en marcha un censo nacional de obras teatrales que debieron cancelar o suspender sus estrenos, giras o funciones desde que el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena. Según las estadísticas, hubo 809 obras suspendidas desde el 20 de marzo, lo que perjudicó a un mínimo de 5.420 trabajadores, entre actores, vestuaristas, directores, fotógrafos, iluminadores, sonidistas y asistentes de producción, entre otros oficios.
“Somos laburantes circunstanciales, o sea, si no laburamos, no cobramos. Si no hay funciones, no hay ganancia ni entrada de plata”, dice Rodrigo Lico Lorente, actor, vestuarista y socio fundador de La Polilla Vestuario. “De las 350 o 500 obras que se estrenan en el circuito independiente, sólo tres o cuatro ganan plata. En cuanto al teatro comercial, las cosas tienen que salir muy mal para que no haya ganancia. Pero la pandemia equiparó al teatro independiente y comercial, ya que los dos están frenados”, agrega el actor y productor Julián Krakov.
La pandemia perjudicó al arte escénico en su totalidad, frenando la facturación de los chicos y los grandes. “La pandemia democratizó los términos. Estamos todos bajo el mismo contexto, pero la desigualdad siempre existió. No es lo mismo un actor o actriz del teatro comercial que sigue cobrando su contrato a los 500 pesos por función que se iba a llevar un actor del teatro independiente”, dice el director y guionista de artes escénicas Hugo Martínez.
La cuarentena también afectó al ala más comercial. En declaraciones a Radio Universidad Nacional de La Plata, el productor Carlos Rottemberg explicó: “El 80 por ciento de la gente que va al teatro, lo hace entre abril y septiembre, con el gran bastión que es el mes de julio y las vacaciones de invierno”. De allí que algunos empresarios teatrales, como Rottemberg y Lino Patalano, estén en la búsqueda de la aprobación de protocolo que les permita abrir sus salas con público (ya está permitida la realización de obras vía streaming).
Rottemberg se reunió con el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta para presentarle un serie de medidas que incluyen la medición de la temperatura de los espectadores previo al ingreso y un breve cuestionario del boletero para averiguar si se reunieron con alguien contagiado de covid-19. Otra de las variables analizadas es disminuir la cantidad de espectadores respetando una distancia mínima de tres butacas.
Mientras tanto, el gobierno nacional buscó asistir al sector mediante planes, becas, concursos y subsidios. Según Julián Krakov, si bien el Estado está presente, sigue habiendo muchos trabajadores que no pueden acceder a estos recursos, mientras que para Martínez “la reacción es rápida pero no efectiva, y no alcanza“. “Por ejemplo, no puede ser que sigamos con convocatorias tan poco prácticas. Tendría que ser como el Ingreso Familiar por Emergencia, que sólo ponías el DNI y listo. El arte es un trabajo que produce cambios y merece ser valorado”, opina.
Los recursos ofrecidos por el Estado no son la única vía de adaptación. Con las salas cerradas y sin fecha certera de apertura, aparecieron nuevas formas de visualización teatral principalmente a través de las redes sociales. “El proceso de digitalización es muy profundo y hay que generar muchos cambios en poco tiempo. Aun así, en general no sirven para facturar, sino para demostrar que aún están vivos”, explica Luisa Vega, asistente personal de Marisa Baldasarre, directora de Museos Nacionales y asistente de Proyectos Teatrales del Ministerio de Cultura de la Nación.
Casi el 75 por ciento de las personas acude al teatro por recomendación de otras. En las redes, las sugerencias y las invitaciones están en constante movimiento. No es casualidad que incluso desde antes de la pandemia, los teatros dispongan de diferentes espacios para sacarse fotos y compartirlas. Son muchos y muy variados los recursos de los empresarios teatrales para generar movimiento en las redes sociales, y son cada vez más las obras que se están adaptando a este formato. Para Hugo Martínez, así como coexisten el teatro y el cine, el teatro y su nueva faceta virtual van a convivir por mucho tiempo.
Una de las principales beneficiadas con el parate es Teatrix, que durante la cuarentena aumentó su base de suscriptores en un 250 por ciento. Su creadora es Mirta Romay, quien en 2015 decidió lanzar esta plataforma de streaming que hoy cuenta con más de 300 obras clásicas y modernas en su catálogo. Hay algunas producciones filmadas con más de cinco cámaras, lo que permite lograr un producto final de calidad. Para Rodrigo Lico Lorente, la plataforma es un buen recurso para ver obras clásicas, aunque reconoce que son dos productos distintos: “Cuando te sentás en la butaca, vos sos el camarógrafo, el director y el protagonista. Cuando lo ves desde tu casa, te entregan un producto armado”.