Por Emiliano Attadia
El 14 de octubre cumplió 40 años el cuarto disco de Prince, “Controversy“. La presentación coincidió con telonear a los Rolling Stones en los shows de Los Ángeles del 9 y 11 de ese mes, ante cien mil personas. Pero el show quedó marcado por un público racista y homofóbico que lanzaba cosas al escenario, lo que repercutió en el malestar del músico y el cierre de la primera presentación con Why You Wanna Treat Me So Bad?. El experto musical Alexis Valido, promotor de la obra del artista oriundo de Mineápolis, analiza su legado.
“Es tremendo, porque lo tomás en retrospectiva y ves que recoge el guante de Dirty Mind. El tema Controversy dice ‘algunas personas esperan morirse para ser libres’, una declaración muy fuerte para un pibe de 22 años, sobre todo para los Estados Unidos de 1981. Es un discazo de principio a fin. Controversy, Sexuality, Private Joy: son todos temazos. Es unos de mis momentos favoritos de Prince”, señala Valido.
Además, es un disco que se mantiene vigente para los compositores actuales: “Todo lo que está yendo hacia atrás en el plano del pop, en el 85 por ciento de las situaciones son sonoridades que impulsó Prince con el sonido de Minneapolis Funk, o sea, inventó un género. Un estilo que durante varios años fue vanguardia dentro de lo que era la música pop”, comenta Valido, antes de asegurar que “Prince es el sonido del rock nacional“. “Fito Páez, Charly García, Spinetta, Virus, todos querían sonar como él, ayudó a edificar ese sonido. Si vos escuchás Sintonía Americana de los Abuelos de la Nada, es el sintetizador que usó en Private Joy. Escuchás las guitarras de Fito que samplea de Gustavo Cerati en Tumbas de la gloria, y tienen mucho de las violas de Prince en U Got The Look. Fue una influencia muy fuerte para todos los genios de acá”.
Al parecer, los 39 LP publicados en vida por Prince -que falleció en 2016- no son suficientes, ya que dejó como legado una bóveda para lanzar material de acá a cien años. Entre ese material se encuentra el que grabó entre los 80 shows de la gira “Welcome 2”, realizada entre 2010 y 2012. Parte de ese material se publicó en el álbum “Welcome 2 America”, lanzado en julio de ese año con 12 canciones inéditas. “Es un Prince más político que en otros álbumes. En la época de Bush salió “Musicology” y no estaba tan cargado políticamente como éste. Siempre tuvo opiniones muy fuertes, pero tal vez nunca se pusieron tan de manifiesto como en este disco y, sobre todo, con lo que sucedió con George Floyd”, sostiene Valido, y agrega: “Hay que tener en cuenta que el que empezó con Black Lives Matter fue Prince, es una frase de él. Cuando subió a recibir el Grammy del 2016 dijo: ‘Albums still Matter, live books and black lives, albums still matter’”.
–¿Qué te pareció Welcome 2 America?
-Me gustó, pero considero que no es un disco. Me da la sensación de que son tres animales tocando en el estudio. Igualmente, tiene puntos altísimos, pero todo lo que hacía Prince tenía un comienzo, un desarrollo, puntos arriba y más tranquilos, algunos más parejos que otros. ¿Por qué siento que es un disco que no está terminado? Porque hay cuatro o cinco temas que arrancan con el hi-hat de la batería, que es una forma de contar para que todos empiecen a tocar al mismo tiempo, más que un arreglo del tema en sí.
–¿Le falta una vuelta de tuerca en la producción?
-Lo que me llama la atención es que vos escuchás las composiciones de Prince y son todas súper dinámicas, en el sentido de que hay un sintetizador que entra una vuelta, hace una melodía y después desaparece, o hay un momento que la batería cambia y se va, o que la melodía se modifica un poco, o una percusión que no está y después aparece al final; son elementos que van entrando y saliendo. Una de las cosas más novedosas que tenía era la caja de ritmos, que la usaba y exprimía, pero en ningún momento era un loop sonando y sentías que estaba tocando arriba de un loop. Creo que cuando metía mano era para hacer justamente eso, y en este disco no lo hay. Podría ser como “C-Note”, que era él zapando con gente o haciendo música más instrumental, o como “Madhouse”, pero no un disco firmado por él.
–¿Cuáles son para vos los mejores temas de este lanzamiento?
-Welcome 2 America; Born 2 Die y When She Comes me parecieron muy interesantes; Hot Summer, un hitazo; y One Day We Will All B Free me pareció espectacular. El resto me gusta, pero los anteriores los escuchás una vez y te quedás con ganas de escucharlos otra vez.
-¿Te generó ruido que incluyera varios géneros?
–Hay que tener en cuenta de qué artista estamos hablando, vos ponés 3 Chains o’ Gold y tenemos toda la historia de la música en seis minutos. Desde el funk y el góspel, pasando por el jazz, la música sacra, clásica y cosas barrocas. Entonces, que eso pase en un disco no me hace ruido. En “The Rainbow Children” también están todos; era un tipo que, además, pasó por todos los instrumentos.
–En tu podcast, Cuatro gordos, comentaste que Prince no suele tener líneas de bajo, sino que está en función de la estructura de la canción. ¿Con este álbum pasa lo mismo?
–Es diferente porque acá tocó Tal Wilkenfeld, lo que representaba un desafío. Hay un montón de temas que tienen una línea de bajo, como Cream, pero dos de las canciones más grandes que tiene le sacó el bajo en la mezcla: Kiss y When Doves Cry. Creo que debe ser difícil ser bajista y trabajar con él, porque así sea un genio como Tal, estaba acostumbrado a una cosa y de repente llegás con el loco de Prince. Aparte, era muy poco ortodoxo como bajista, lo cual lo hacía increíble.
–¿Te gustó que tenga varias coristas o preferís que esté él solo cantando?
–En esa época, como le había pegado tanto el tema religión, se iba para el góspel bastante seguido, aunque termina en 20ten. En vivo, prefiero toda la vida coristas, con esa banda que estuvo de gira y en los últimos años era una cosa demencial. En discos, depende: personalmente me gusta más a él haciendo todas las voces. Pero sé que el colorcito que le pone de otras voces como recurso es espectacular. Teniendo en cuenta de dónde venía y hacía dónde iba, es lógico que haya puesto varias voces femeninas que se conectaban con la religión; hay un lugar de él como preacher y el coro respondiendo.
–Check the Record parece funkero. ¿Es un tema que podría haber tocado en los 80?
-Sí, es de “Prince de Sign o’ the Times”, que vuelve al funk. En los 80 tuvo tantas caras que me resulta fascinante, en diez años pasó por muchos géneros de una forma increíble y maravillosa. Es el que más presencia tiene de esa música negra de los 80; es volver a esas raíces que tenía en “For You”. Creo que hay un guiño a la densidad del tema, a la composición, a la línea de bajo, que podría haber estado en esa época. Es un tema funkero old school que lo sentís con un guiño a la banda Sly & the Family Stone.
–Prince fue precursor de poner música en internet. Pero, ¿su última obra no expresa un descontento hacia las redes sociales?
-Creo que es una crítica. Era un defensor de lo que era su trabajo; él decía que los problemas que le traían los servicios de streaming es que la gente no tiende a valorar lo que recibe gratis. Por eso, todo el trabajo que le llevó hacer el disco o la canción en aquel entonces no se veía reflejado. El dinero por su trabajo se identificaba con el material que lanzaba o en la gira. En estas épocas es más complicado el asunto, porque necesitás algo que complemente a una labor que ya hiciste. Creo que hay una paradoja también porque la familia decidió poner todo el catálogo en streaming, que igualmente está bien porque una cosa es su voluntad en vida y otra cosa es cuando el artista ya no está y lo que queda es su obra. Y la mejor forma de honrarlo es poner a disposición todo lo que ha hecho.