Por Marco Palazzo
“Aquel que se destaque por su ilustre valor debe ser coronado por sus camaradas de guerra. Y que bese a cada uno de sus compañeros y que, a su vez, sea besado por todos ellos”, determina Sócrates respecto de los premios que merecerían los guardianes, en “La República”, de Platón. En el siglo IV a. C. pasaba desapercibida la homosexualidad en la Antigua Grecia. No obstante, en Qatar, en pleno siglo XXI y donde se realiza un evento de interés planetario como el Mundial, ser gay puede implicar una condena a pena de muerte.
El rosarino Esteban Paulón es director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas LGTBQ+ e integra el Comité Asesor del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Se destacó por su contribución en la Ley de Identidad de Género y en la ampliación del matrimonio igualitario a extranjeros que quieran casarse en la Argentina. A su vez, en 2015 dirigió y compiló el informe “Pride, Un estudio sobre la discriminación en el trabajo por motivos de orientación sexual e identidad de género en Argentina” para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Naciones Unidas.
“Cuba acaba de aprobar el Matrimonio Igualitario y lo celebramos porque en los años 70 había ‘Campos de Reeducación para Homosexuales’. Los gays no podíamos ser sujetos de la revolución porque éramos ‘poco hombres’“, analiza Paulón respecto del atraso de la dictadura de los Castro. Asimismo, sobre la Copa del Mundo en Qatar, señala: “Se juega en un país donde es ilegal la homosexualidad y murieron más de 6.500 obreros construyendo los estadios en tiempo récord. Tenemos que visibilizar esto y denunciar el cinismo y la hipocresía de la FIFA, que después usa el logo con el arcoíris”.
-En Qatar rige la Sharía o ley islámica, que rechaza al colectivo LGTBQ+ y hasta considera la aplicación de la pena de muerte a homosexuales. ¿Su espacio va a boicotear el Mundial?
-No boicotear, pero me parece importante poner en evidencia lo que está pasando. La FIFA asumió compromisos con los derechos humanos e incluso cada junio pinta su logo con los colores del arcoíris. Pero por una cuestión de negocios termina llevando un mundial a un país donde es ilegal y se pena con la muerte a la homosexualidad. Tenemos que aprovechar para visibilizar esto y denunciar el cinismo y la hipocresía de la FIFA. El fútbol sigue siendo machista, misógino y hostil. Qatar levantó un montón de restricciones referidas al alcohol, pero no las vinculadas a la homosexualidad. Con el negocio se puede hacer la excepción, pero con los homosexuales no. No podés vestir una remera que diga ‘Pride’ o con los colores del arco iris, pero sí emborracharte, a pesar de que las cosas están prohibidas en el Corán. Nos hacen retroceder muchísimos años en este camino para que los futbolistas dejen de padecer un vestuario. La FIFA privilegió el negocio, como era obvio.
-El director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, consideró que el masculino gramatical “no supone discriminación sexista alguna” y afirmó que el español es “el más inclusivo de todos los lenguajes”. ¿Desde el colectivo buscan legislar una ley de Lenguaje Inclusivo?
-El gran error de la RAE y de quienes defendemos el lenguaje no inclusivo es intentar regular algo que no tiene regulación. La RAE es importante porque ordena y tiene que haber alguna instancia donde de alguna manera se pueda plantear cómo es el uso correcto de la gramática porque, en definitiva, es sentido común. Si yo hablo de una forma que vos no entendés, no hay comunicación. El tiempo va a decir si el lenguaje inclusivo es una expresión que vino para quedarse o una moda. Si yo me empeño en que voy a hablar con la ‘e’, te hago todo este reportaje con la ‘e’ y vos, tus lectores u oyentes no lo entienden, yo me quedaré contento, pero perdí la oportunidad de transmitir un mensaje. Es importante que en las escuelas las docentes no hablen con lenguaje inclusivo, pero que sí intenten comprender qué es lo que se está diciendo.
-En la Marcha del Orgullo exigían una Ley Antidiscriminatoria. ¿El Artículo 16 de la Constitución Nacional no los avala cuando dice que “todos los argentinos somos iguales ante la ley”?
-La Constitución es un marco de ideas. Ese artículo está desde 1853, pero las parejas homosexuales recién pudieron casarse a partir de 2010, cuando se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario. La ley dice que somos iguales, pero si iba con mi pareja a casarme me decían: ‘No, usted no puede’. Entonces, somos iguales entre los que podemos ser iguales. ¿Quién define la igualdad? La Argentina tiene dos artículos súper importantes y bien liberales: el 16 y el 19, referido al Derecho a la Privacidad. Ese artículo permitió que nunca estuviera penalizada la homosexualidad porque era un acto privado. Se pide una ley donde haya algún tipo de herramienta cuando uno sufre discriminación. Existe el INADI pero no tiene una ley detrás, y sabemos que a veces se hace un uso político. Esta ley viene a plantear los criterios por los cuales se va a definir la discriminación y para que no sea arbitrario.
-¿La ley de Cupo Laboral Trans no va en contra de la meritocracia?
-El desempeño en el empleo y en el estudio tiene que ver con el esfuerzo, pero el Estado, respecto de un montón de colectivos, prevé medidas de acción afirmativa para nivelar un poco la cancha. El cupo laboral tiene que ver con la inserción de personas de distintos grupos vulnerados en el empleo. Se cubren puestos de acuerdo a los perfiles y la formación de las personas. No tengo duda de que las nuevas generaciones de personas trans, que nacieron con la ley aprobada y en hogares más inclusivos, van a desarrollarse como cualquier otra persona en el mundo del trabajo.
–¿No pasa que algunas empresas estatales, como por ejemplo la TV Pública, quieren implementar estas leyes contratando a una persona trans por el solo hecho de serlo en lugar de buscar a alguien con un posgrado en comunicación?
-Eso va en contra incluso de las personas, porque cada uno tiene su propia dignidad. A veces pasa al revés, que empresas toman a una persona trans con título, le dan tareas administrativas y nunca la asignan en el área en la cual se formó. Hay un montón de mecanismos para ‘matchear’ y puede haber una idea errónea de lo que es el cupo. El prejuicio funciona siempre para ambos lados.
–En tu perfil de Twitter te definís como “socialista”. ¿No te parece que socialismos como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua despojan de la agenda las políticas públicas vinculadas al colectivo LGTBQ+?
-El socialismo “real” es el que existe y transforma positivamente las sociedades. Socialismo es Suecia o Finlandia; no Rusia, Cuba, Nicaragua o Venezuela. Cuba acaba de aprobar el Matrimonio Igualitario y lo celebramos porque en los 70 había “Campos de Reeducación para Homosexuales”. Los gays no podíamos ser sujetos de la revolución porque éramos “poco hombres”. Yo aspiro a modelos que funcionan, como Suecia y Alemania. En una sociedad democrática hay libertad de mercado, hay democracia y, agrego, un Estado presente, pero no gigante.