Por Micaela Rafaniello

Una cachorra de seis meses raza Golden Retriever llamada Donna se unió al equipo de perros especializados que ya acompañaron a más de mil niños y adolescentes a declarar en el Ministerio Público Tutelar porteño. Esta práctica tiene casi siete años en la Argentina y deja ver el enorme impacto positivo de los perros en chicos que tienen que revivir experiencias no gratas y, a veces, hasta traumáticas.

Donna es parte del MPT, el equipo de Perros de Asistencia Judicial, que ya tiene otros dos integrantes: Titán, también Golden Retriever, y Brownie, un Australian Labradoodle. Ella fue seleccionada por su carácter extrovertido, ya que es muy inquieta y mimosa, características necesarias para colaborar con otros perros. “No seleccioné el cachorro equilibrado de la manada, sino que quería algo más arriba. Donna era la dominante de la manada, se veía en el comportamiento con los demás cachorros y conmigo mismo.  Necesitaba que fuera un poquito más activa que Titán y Brownie, que son equilibrados pero muy tranquilos. Hay chicos que necesitan esa energía de Donna”, cuenta Carlos Agudo, psicólogo social, adiestrador canino y responsable del Programa Perro de Asistencia Judicial.

EDUCANDO A DONNA

Los perros fueron educados y entrenados por Agudo, quien trabaja con el método cognitivo emocional a través del juego y ejercicios en positivo. Trato de educarlos desde la felicitación, el juego y el cariño. Desde que la felicitación sea porque yo me pongo contento, por ejemplo”, explica. Los perros trabajan para contribuir a reducir los niveles de ansiedad y facilitar la construcción del vínculo con quien es entrevistado y, al finalizar la declaración, seguir interactuando para disminuir las tensiones de lo revivido en el relato.

Agudo y uno de sus perros.

El adiestrador, también conocido como Charly, trabaja con perros hace más de quince años. Antes lo hizo en centros de chicos con discapacidad y hogares de ancianos. Hacían “canoterapia”, que según el Aula Magna de la Universidad San Francisco de Quito es una metodología impartida desde distintos ejes, pues depende de la necesidad de la persona y el problema a tratar. En el MPT emplea el mismo sistema, aunque aclara que “Donna todavía está en educación” y que por lo menos tendrá que trabajar ocho o diez meses antes de ponerla a acompañar emocionalmente a los chicos que van a declarar”. Sin embargo, ella forma parte de las actividades para ir conociendo el ambiente: “La llevo siempre acompañada por Titán o Brownie. Ellos le muestran el camino y el trabajo y ella va aprendiendo lo que tiene que hacer. Copia el comportamiento de otro perro de la manada que es gratificado o premiado, cuenta.

EL PROCESO DE SELECCIÓN

Para obtener resultados, los perros son seleccionados de manera muy rigurosa, puesto que tratarán con menores. El encargado de la selección es Agudo. “Trato de seleccionar la raza de acuerdo con lo que necesite en ese momento. Por ejemplo, el Golden Retriever. Seleccioné a Titán, el primer perro de asistencia judicial de la Argentina, por la sensibilidad de esa raza, por la empatía para trabajar con la gente. El Golden es más sensible y para terapia me sirve más. Se acerca de otra manera, es más tranquilo”, explica.

En cuanto a la selección de un nuevo cachorro y el posterior entrenamiento, agrega: “Cuando decido la raza, voy a la camada de cachorros y hago una selección cuando tienen alrededor de 45 días. Elijo al cachorro equilibrado, ya sea macho o hembra, y empiezo a trabajarlo cuando tiene 60 o 70 días, de acuerdo con su maduración, porque mientras más tiempo estén con la madre, mejor.

Uno de los perros acompañando a menores que deben declarar.

En este marco, el psicólogo social rememora un caso en el que los perros marcaron una enorme diferencia: “Era una nena de cuatro años. Logramos el desapego de los progenitores y entramos a la sala, pero no pudo declarar y salió llorando. Acompañamos a la nena a la pericia, que no se graba, pero tampoco pudo, hasta que le dijimos que Titán tenía orejas gigantes porque le gustaba escuchar y los nenes le contaban secretos. La nena se agachó, le levantó la oreja, le contó todo, y eso quedó registrado. La nena salió feliz y le dijo a la mamá que pudo contar todo”.

PICHICHOS EN ACCIÓN

Las declaraciones se realizan en la Sala de Entrevistas Especializada, un espacio diseñado para tomar declaraciones de niñas, niños y adolescentes involucrados en procesos judiciales, ya sea como víctimas o testigos. “La diferencia de esta sala es que no hay un vidrio: son dos oficinas separadas, una en el piso 10 y otra en el piso 12. Queda todo grabado por un circuito cerrado de audio y video, eso hace que después no tengan que ir a declarar nuevamente. Tenemos seis cámaras para ver la entrevista desde distintos ángulos”, cuenta la abogada Laura Grindetti, asesora general tutelar adjunta de Menores del MPT, y agrega: “Los chicos van al piso 12, donde están los perros, e ingresan a la sala de espera. Hay dos salas, una general y otra de la SEE, donde solo pasa el chico con la psicóloga y el instructor canino. Ahí se hace un primer contacto para establecer la confianza con la psicóloga y es donde ayudan mucho los perros.

La ayuda de los perros se debe a que los niños pueden pasar tiempo con ellos, siempre con su consentimiento. “La principal función de los perros es ayudar con el vínculo con la psicóloga y reducir los niveles de ansiedad y estrés con los que vienen”, cuenta Grindetti. Si bien se agendan cuatro salas por día, se contempla el tiempo que los niños pueden estar con los animales tanto antes como después de declarar. “Cuando termina, salen angustiadísimos, se abrazan al perro y lloran o relatan cosas, pero se nota la reparación, suma el responsable de los animales.

Titán, el veterano del equipo canino.

LA HISTORIA DEL PROGRAMA

El programa se implementó por primera vez en la Argentina en 2019 a raíz de que los integrantes del MPT vieron que en Estados Unidos, Canadá y Chile, entre otros países, se empezaba a usar perros de terapia judiciales en etapas de declaración en contextos de violencia de género. Grindetti recuerda: “Empezamos a hacer una adaptación de este programa y a trabajar con Titán, que ya era un perro de terapia. Ya durante el primer año vimos los resultados positivos que tenía. Los chicos llegan muy angustiados, tristes, con emociones negativas, y empiezan a trabajar en la presalita con los perros: se sientan, juegan, los acarician. Ahí les mostramos la sala y lo que va a pasar, y ellos van con los perros y la correa. Siempre está la promesa de que cuando terminen de declarar van a volver a estar con los perros”.

En cuanto a resultados, Grindetti sostiene que el 98 por ciento de los chicos que participaron del programa afirmaron que se fueron de mejor ánimo que con el que llegaron, mientras que el dos por ciento no reportó cambios: en ningún caso los resultados fueron negativos. Con respecto a la disposición de los menores, el 95 por ciento accedió a pasar tiempo con los animales con mucho entusiasmo y el cinco restante eligió no interactuar por razones de alergia, entre otros impedimentos.

El 80 por ciento de los relevados eran menores víctimas de abuso sexual y también de grooming, maltrato o lesiones. Sobre estas particularidades, la abogada afirma que este dispositivo fue pensado para “tratar de hacer que el proceso de declaración empiece a ser el camino de la reparación, no uno hacia la revictimización”.

En la Argentina, por el momento estos programas con menores se implementan en Buenos Aires, Neuquén y Mendoza. Pero su uso en otros contextos y edades podría dar resultados; de hecho, Grindetti, quien ya tiene basta experiencia, dice que “podría ser beneficioso para cualquier ser humano”.