Por Sebastián Sasson y Juan Pablo Moriamez
Hace 38 años, el 29 de junio de 1986, la Selección Argentina liderada por Diego Armando Maradona derrotó a Alemania por 3 a 2 y se consagró campeón del mundial de México 86.
El conjunto dirigido por Carlos Salvador Bilardo iba en busca de la conquista de la segunda copa del mundo para el país. Un Maradona en plenitud y con un nivel extraordinario llevó al seleccionado a la gloria. Sin embargo, no muchos recuerdan el comienzo de la copa, cuando Argentina no era la favorita y el equipo era altamente criticado. Jorge Burruchaga, delantero del plantel, comenta al respecto: “La impronta de Bilardo no era fácil de aceptar. Nos costó acostumbrarnos y entender el cambio, pero tuvimos una gran fuerza de voluntad para seguir”.
El “doctor”, como era conocido el técnico de la selección, tenía claras diferencias de estilo con su predecesor, César Luis Menotti, quien había llevado a la Argentina a lo más alto en 1978. Dos derrotas en los amistosos previos, contra Francia y Noruega, una agónica victoria contra el débil Grasshoppers de Suiza y la no convocatoria de jugadores como Ricardo Gareca sembraron las dudas sobre el DT argentino, quien se encargó de callarlas pocos meses después. “Logramos algo que era impensado. Fuimos con un mes de anticipación a México porque Bilardo quería tener cuarenta entrenamientos en el mes. La ciudad tenía mucha altura y contaminación, la pasamos muy mal”, recuerda Burruchaga.
El debut fue el 2 de junio y el rival fue Corea del Sur, un conjunto que carecía de buen nivel futbolístico, pero que planteó un encuentro difícil desde el roce físico. Aún así, el equipo argentino logró vencerlo con dos goles de Jorge Valdano y uno de Oscar Ruggeri. El siguiente desafío fue Italia, el último campeón. Fue el único partido de la competición donde Argentina comenzó perdiendo. Aún así, el 10 albiceleste apareció con una genialidad y convirtió el 1-1 definitivo. Luego de derrotar a Bulgaria lograría clasificarse a la fase eliminatoria.
Según los protagonistas, en los octavos de final aconteció el partido más difícil del mundial: Uruguay. Pedro Pasculli puso el 1-0 decisivo al cierre del primer tiempo. En sintonía, Ricardo Bochini expresa: “Fue un encuentro dificilísimo en el que sufrimos hasta el final, donde ellos pudieron haber empatado, y en el tiempo suplementario o en los penales hubiese sido áspero. A partir de ahí, empezamos a creer que podíamos salir campeones“.
Uno de los momentos que más recuerdan los hinchas y el mundo entero hasta el día de hoy, y que seguirá trascendiendo, ocurrió el 22 de junio. Contra Inglaterra, cuatro años después de la guerra de Malvinas, Maradona, en tan solo cuatro minutos, mezcló el potrero y el arte, en un gol con la mano y otro eludiendo a medio equipo rival que se convertiría en uno de los mejores goles de la historia.
Con el impulso de aquel partido, el astro de Villa Fiorito marcó doblemente contra Bélgica en la semifinal y llevó al equipo de Bilardo a la final contra Alemania Occidental. Argentina golpeó primero con goles de José Luis Brown y Valdano. Sin embargo, los teutones empataron cerca del final con dos cabezazos. Tres minutos después, Burruchaga protagonizó una corrida histórica tras un exquisito pase de Maradona para definir entre las piernas del arquero alemán: “Nunca encontré la palabra justa para dimensionar semejante felicidad. Después de festejar, caminamos hasta la mitad de la cancha con Valdano y me decía ‘ahora no se nos puede escapar’ y yo le contesté ‘¡no, ni loco!'”, dice.
De esta manera, Argentina se consagró en lo que fue una de las copas del mundo más recordadas en la historia, indudablemente por el protagonismo que ocupó Diego. La selección fue la más dominante del torneo: “Siempre fuimos mejores que los demás, tanto en fase de grupos como con Inglaterra y Bélgica, ganamos todos los partidos bien. Desde el comienzo no paramos más, fueron siete partidos extraordinarios“, recuerda el “Bocha”.
Edición: Francisco Declich y Sofía Guitler