Por Juan Mango
Corría el año 1952 y una joven familia de Buenos Aires se agrandaba al nacer su segunda hija, Laura Ratto. Criada en un edificio de tres pisos donde convivía con sus primos y tíos en el barrio de Floresta, Laurita (como la llamaba su madre, Gladis) creció alrededor de esa enorme familia como la más grande entre los más chicos. Cuando llegó el momento de anotarse en una carrera, eligió Antropología en la UBA, y en 1973 empezó a cursar en la Facultad de Filosofía y Letras. Es decir, atravesó la transición del fin de la dictadura autodenominada Revolución Argentina, que en 1966 había derrocado a Illia, hasta la asunción democrática de Héctor José Cámpora.
Con lecturas de filósofo brasileño Paulo Freire a la cabeza, Ratto admiraba el cambio de la facultad gracias a la primavera camporista y la revolución de los planes de estudio de las universidades nacionales. Como con la llegada del Proceso de Reorganización Nacional en 1976 la libertad de expresión volvió a proscribirse, en su casa le enseñaban a tener cuidado con hacer reuniones o hablar de ciertos temas dentro de la facultad.
Durante la última dictadura –la más sangrienta–, Ratto fue docente de Antropología y descubrió su deseo de escribir. Se sumergió en el mundo de la lectura gracias al archivo de su padre, que databa de principios del siglo XX y estaba lleno de recortes de diarios. Ratto vivió unos años en Dinamarca, país con el que tiene mucho apego y donde nació su hijo Marco. Incluso fue redactora de notas para la revista de la Iglesia Dinamarquesa de Buenos Aires y en 2007 editó su primer libro en español y danés apuntado para niños de entre cinco y ocho años: Rimaginando, una poesía que busca darle espacio a la imaginación. Su historia como escritora está contada en el libro La patrulla de Herodes (2020).
–¿Qué significa para vos la lectura?
–La lectura es importante en general. Leer es un activo que el lector pone a su disposición a través de símbolos, que son las letras de las palabras que conforman el relato que a cada uno se le crea con eso. Ahí está uno trabajando. Te hace funcionar la cabeza y te abre la imaginación, te da la posibilidad de conocerte. Despierta la curiosidad de ir a fijarte algo más sobre un tema. Antes de la imprenta, la lectura estaba mucho más limitada a monasterios y curas, pero a partir de la imprenta de Gutenberg empieza a tener alcance a todas las capas sociales. La lectura permite conocer y entender cosas que están muy lejos, despejar y ver el mundo donde uno está metido.
–Estuviste en la inauguración de la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. ¿Coincidís con el discurso de Liliana Hecker en la apertura?
–Sí, estuve. Es clarísimo que un pueblo sin posibilidades o el derecho de estar alfabetizado o ejercer una lectura crítica siempre será más dominable. Además, con la velocidad que hoy tiene la tecnología, la información termina siendo desinformación en la medida que no habilita el tiempo necesario para la reflexión.
–¿Cómo podrías relacionar esa idea con la retórica gubernamental de Javier Milei?
–Parecería que el gobierno trata de que no haya tiempo para reflexionar. Desde su política imposibilitan el derecho a alimentarse. La no-nutrición, sobre todo en los chicos, hace que no se pueda leer una letra tras otra, ni entender las palabras ni mucho menos el significado de un texto. Sin alfabetización ni la posibilidad de leer críticamente, aparecen las herramientas de dominación.
–¿Cómo puede la cultura argentina, incluyendo la lectura y las artes, contribuir a un futuro más prometedor para el país?
–Las disciplinas artísticas tienen que estar a disposición de la educación pública. La población tendría que poder no solo tener música, sino también poder leer lenguaje musical, transitar el baile y la danza sin ninguna condena social. El ser humano es por naturaleza artístico porque tiene la necesidad de expresarse. Estamos hechos de tal manera que somos capaces de simbolizar. Saber hacerlo permite que uno pueda dibujar o usar símbolos que, puestos secuencialmente, son letras y palabras que se transforman en conceptos y en relatos. Expresarse es una necesidad. Además, somos seres rítmicos, como decía el educador austríaco Rudolf Steiner. Como el corazón bombea de forma rítmica, somos rítmicos. Por eso el ritmo gusta a un niño chiquito que no sabe de música.
–¿Por qué la lectura es importante en tiempos de crisis?
–La lectura es fundamental para defender nuestros derechos. En tiempos de crisis, como ahora, tenemos que seguir estudiando, formarnos y leer mucho. Tratar de entender cómo funcionan las cosas. Por ejemplo, sucede que los vocablos son resignificados todo el tiempo, ya pasó con el golpe de 1955 contra Perón de la Revolución Libertadora. Milei y su gobierno hablan de la libertad, pero quién no puede estar de acuerdo con la palabra libertad. Se apropian de la libertad, se apropian del cambio, como Juntos por el Cambio.