Por Bianca Salvatore

La princesa Diana Spencer y Catalina de Aragón, infanta de España y reina desterrada de Inglaterra, comparten muchos ejes de su historia. Aunque parezca que solo las unió la nobleza, hay similitudes que conectan a estas memorables mujeres a pesar de que sus vivencias tienen más de cuatro siglos de diferencia.

ICÓNICAS EN SU REINO

La trágica historia de Catalina comienza en Inglaterra durante su casamiento con el hermano mayor del rey Enrique VIII, Arturo, que murió meses después de la boda. Dado que esa unión se había armado para crear una alianza católica, Catalina se alojó de todas formas en el palacio inglés bajo el título de Embajadora de España, a pesar de que su marido había muerto. 

Nueve años después, decidieron casarla con Enrique VIII, porque ella aseguró que no había consumado el matrimonio con Arturo. Parte de la realeza no estaba de acuerdo con este arreglo, pero de todas formas se permitió, para seguir manteniendo la alianza católica con los reyes de España, Isabel y Fernando. Esta es la primera similitud con el matrimonio de Diana, que también tuvo controversias y desacuerdos, pero en este caso a causa de la diferencia de edad entre los novios.

A pesar de estas polémicas ambas terminaron siendo amadas y admiradas por su pueblo. Diana de Gales, hija del conde Spencer, había abandonado sus estudios durante la adolescencia y tomó trabajos como empleada doméstica, niñera, instructora de baile y asistente de maestra jardinera. Afirmó que estas experiencias le enseñaron a ver a todas las personas como iguales.

Durante su tiempo en la realeza, la princesa Diana llevó a cabo actos generosos, como tenderle la mano a una persona enferma de sida, cuando en ese momento se creía que el contacto con la persona infectada producía contagio. Fue rebelde ante la Corona: eligió comprar su anillo de casamiento en una joyería, llevar a sus hijos a la escuela y no educarlos en el palacio, y nunca abandonó su amabilidad y consideración con todas las personas con las que trataba, incluidos los empleados del palacio, con los que tenía una muy buena relación.

Los actos revolucionarios de Catalina, en tanto, ocurrieron durante la ausencia de su marido, que estaba de viaje en Francia. La entonces reina y regente de Inglaterra cabalgó embarazada con su armadura para liderar las tropas inglesas durante la guerra contra Escocia en la llamada batalla de Flodden Field. Siempre se interesó por estudiar y aprender, como también por educar a su hija María. Catalina donaba parte de su dinero para financiar universidades. Buscaba participar en política, guerras y educación tanto como los hombres. La reina fue un ícono feminista antes de que el feminismo existiera.

En los dos casos, Diana y Catalina empezaron a ser más influyentes en el reino que sus esposos.

EMBARAZOS Y ENGAÑOS

Una noche antes de su casamiento, el príncipe Carlos III le confesó a Diana que no la amaba y que estaba enamorado de Camilla Parker Bowles, una mujer casada que no pertenecía a la aristocracia, con la que Carlos había tenido una relación secreta durante dos años. Lady Di no pudo cancelar su matrimonio. Durante meses había luchado con ansiedad y trastornos alimenticios debido a sus miedos e inseguridades, y un día antes de su boda se habían vuelto realidad. 

Un tiempo después, Carlos insistió en que Diana tuviera un parto programado, para que no fuera el mismo día en el que él iba a jugar un partido de polo. El 21 de junio de 1982 nació su primer hijo, William, y luego, en 1984, el menor, Harry.

Catalina, en cambio, tuvo tres hijos que murieron en el nacimiento, uno que vivió 52 días y una hija que vivió solo unas horas. La única sobreviviente fue María, que para el rey era “inservible” porque era mujer. Habían pasado ocho años de matrimonio y la pareja no lograba concebir un heredero varón. Esta situación llevó a Enrique a sentir cada vez más rechazo hacia su esposa y culparla por la situación. El rey, obsesionado por el poder y por mantener una dinastía fuerte, empezó a engañar descaradamente a Catalina con su dama de compañía, Ana Bolena, sin importarle que ella o el reino se enterasen.

EL DESTIERRO

Después de seis años de un matrimonio plagado de infidelidad, Diana empezó a engañar a su marido con distintos funcionarios del palacio. Por las polémicas y chismes que esto podía causar, la reina Isabel decidió la separación de Diana y Carlos III. Cuatro años después finalizó el proceso de divorcio y los hijos de Diana permanecieron en el castillo con Carlos. Tiempo después le hicieron una entrevista a Lady Di en la que ella expuso los secretos de la corona y contó que era verdad que Carlos la engañaba. 

Después de su separación, Diana estuvo en pareja con un cirujano llamado Hasnat Ahmad Khan, pero su relación terminó porque a él le molestaban la fama y las cámaras. Para darle celos y que volviera con ella, Diana comenzó a salir con el empresario millonario Dodi Al-Fayed. Él estaba enamorado de ella y le iba a pedir matrimonio la misma noche del accidente en el que los dos murieron, el 31 de agosto de 1997. Esa misma noche, su exnovio la llamó para preguntarle si podían reunirse, pero Diana ya había salido de su casa y murió sin saber que él quería volver con ella. Hasta el día de hoy se especula sobre la responsabilidad de la Corona británica en el accidente y se investigan las extrañas condiciones de su muerte. En 2005, Camilla Parker Bowles y Carlos se casaron. 

El matrimonio de Enrique y Catalina empezó a ser cada vez más complicado, y debido a la época, el divorcio no fue tan fácil como en el caso de Lady Di. Enrique se separó de la Iglesia católica de Roma y se convirtió en el jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra; es decir, no había razón para continuar con Catalina porque ya no se necesitaba una católica en la Corona inglesa. Enrique VIII decidió usar como argumento la falsa virginidad de Catalina. Él afirmó que durante el matrimonio con Arturo, ella había mentido relaciones sexuales con él, por lo cual Catalina no debería haberse casado con él. Se realizó el divorcio el 23 de mayo de 1533, y cinco días después, el 28 de mayo, el matrimonio de Ana Bolena y Enrique VIII se dictaminó como válido. Catalina pasó de ser nombrada “reina de Inglaterra” a “princesa viuda”. Se alojó en el castillo del More y luego en el castillo Kimbolton. Tenía prohibido escribir cartas y hablar con su hija María (que también fue desterrada). Enrique le ofreció a Catalina un mejor lugar para vivir con la condición de que ella aceptara a Ana Bolena como la legítima reina de Inglaterra. Catalina se negó. Fue enfermando con el tiempo hasta que finalmente murió. Cuando abrieron su cuerpo notaron que su corazón estaba negro, lo que podría significar envenenamiento, pero analizado desde la medicina actual, es más posible que sufriera cáncer. Enrique no asistió al funeral y prohibió que hija María asistiera. El día de su muerte él y Ana usaron ropa amarilla en lugar de negra por el luto.

Hoy, Diana y Catalina son recordadas como heroínas. Las dos revolucionaron la Corona, fueron auténticas y humildes, participaban en política y conocieron a su pueblo. Años después de la muerte de Catalina, cambiaron el nombre de su tumba de “princesa viuda” a “reina de Inglaterra”. Actualmente se la puede visitar en la Catedral de Peterborough.