Por C. Arano, M. Loria, I. Yawien y A. Lamia
En un área que abarca aproximadamente cuatro cuadras, alrededor de las intersecciones de la avenida Corrientes con Uriburu, en el barrio porteño de Once, se encuentran más de diez santerías. Se trata de una zona históricamente comercial, principalmente de telas y artículos para confeccionar ropa. En los últimos años, apareció un nuevo rubro: comercios y lugares dedicados a la santería, el budismo y otras prácticas religiosas afroamericanas y católicas. Allí se venden elementos como sahumerios, piedras energéticas, estampitas y estatuillas de vírgenes, santos y budas.
La santería es una religión que combina elementos de las religiones africanas con el catolicismo. Esta práctica se basa en la veneración de deidades y la realización de rituales que buscan la protección, la guía y la sanación espiritual. Sin embargo, estas prácticas aisladas se popularizaron en una gran parte de la población.
En los últimos años, los dueños de las santerías en Once notaron un aumento en la demanda de servicios espirituales. “Lamentablemente, hay cada vez más crisis, más allá de la situación del país, esto viene desde la pandemia. También el apogeo vino de las redes sociales. Toda esta cosa de buscar una solución mágica, o algo que nos haga sentir felices“, dijo Sebastián, que trabaja desde hace cuatro años, en Maluco das Pedras, en Sarmiento 2093.
La pandemia también llevó a adaptaciones en la forma en que se practican los rituales. Muchas santerías incorporaron opciones virtuales para consultas y ceremonias, lo que permitió que más personas participen, incluso desde sus hogares: “Los que trabajan con estas cosas en general ven un curro en la desesperación de la gente. Hay muchas personas nefastas, como en cualquier otra cosa. En esto se puede generar un montón de plata”, agregó Sebastián.
Una gran parte de la población encontró un refugio en las prácticas y elementos holísticos en los últimos tiempos. Marta, una clienta de 68 años que frecuenta el local Victoria Guadalupe, ubicado en Sarmiento 2143, expresó: “Durante el encierro sentí una necesidad urgente de conectarme con algo más grande que yo. Los rituales y las ceremonias en la santería me brindaron un sentido de pertenencia y esperanza”.
La magia negra también es una práctica común en el ámbito de las religiones africanas. “La mayoría de las personas que vienen son católicas, otros clientes creen en Buda pero también hay muchos que vienen buscando elementos para realizar magia negra, las famosas macumbas”, contó Gabriel, un empleado brasileño de la santería y regalería Victoria Guadalupe.
“Hay dos extremos de personas: las que buscan en la fe una salvación y las que vienen a buscar un complemento. Es como las cábalas en el fútbol, el jugador no sabe lo que estoy haciendo, pero hago exactamente lo mismo en cada partido. Esto funciona igual. También hay gente que se enoja mucho si tocás sus creencias y se pone a la defensiva, intentamos no interferir en eso, es algo muy delicado. Algunos creen más en esto que en la medicina tradicional. Piensan que es la solución a todo”, reflexionó Sebastián.
LAS PIEDRAS MÁS COSTOSAS
Entre los artículos de santería las piedras son, sin duda, lo más caro y lo más vendido. Una de las piezas que más destaca por su rareza y su valor es la moldavita, que llega a costar 32 dólares por gramo. Además, hay piedras que son germinadas artificialmente en laboratorios, como el cuarzo tibetano, que en promedio vale mil dólares por pieza.
Otra piedra muy popular es la turmalina, que suele venderse en frascos que contienen pequeñas piezas y rondan los 10 dólares. Sin embargo, el elemento más deslumbrante del mundo de las piedras, que suele llamar la atención de muchos clientes, es la amatista con forma de capilla, que llega a medir un metro de alto y vale 3.300 dólares.
Si bien no son muchos los clientes que se pueden permitir costear piezas de alto valor, no faltan los coleccionistas o apasionados por las piedras que recorren países en búsqueda de nuevas adquisiciones.
MAGIA NEGRA
La magia negra es aquella que se usa en contra de un individuo o para generar daño a la sociedad mediante trabajos conocidos popularmente como “macumbas”.
Si bien la mayoría de las santerías no apela a este público, existe una gran comunidad en la Argentina de personas que practican la magia negra o pertenecen a religiones caracterizadas por el contacto con deidades oscuras. Estos grupos suelen practicar rituales con determinados elementos que incluyen las velas, estatuillas y hasta animales vivos para realizar sacrificios.
“Los lugares que hacen macumba también se llaman santería pero te das cuenta de que son Umbanda, entrás y por los productos que tienen expuestos es evidente que alaban santos de magia negra como Bará, Ogum, Oiá-Iansã, Xangô, que pertenecen a su religión. Tienen figuras de San La Muerte, calaveras y este tipo de cosas”, cuenta Gabriel, de la santería Victoria Guadalupe.