Por Juan Pablo Moriamez y Regina Meschini
Mariano Marcos es el director de selecciones formativas de la Confederación Argentina de Básquetbol. Todas las selecciones menores, tanto masculinas como femeninas, están bajo su órbita desde hace diez años. En esta entrevista con Publicable, cuenta la realidad que vive el básquet nacional infantil y cómo se trabaja diariamente para que se vuelva a ver una generación similar a la de 2004, integrada por figuras de la talla de Emanuel Ginóbili, Pepe Sánchez, Fabricio Oberto, Luis Scola y Andrés Nocioni.
–¿Se puede replicar un equipo como el de la Generación Dorada?
–No es que nuestro básquet haya sido siempre extremadamente bueno y que aquel equipo fue normal, más bien fue algo fuera de lo común. Nunca fuimos medalla de oro ni habíamos estado veinte años entre los tres mejores del mundo. Para lo que es el básquet mundial, las selecciones argentinas formativas están muy bien. En los últimos dos mundiales masculinos estuvimos entre los diez mejores y en el femenino venimos participando en los últimos cuatro o cinco, cuando anteriormente no pasaba. Es algo muy positivo.
–¿Cómo se convive con eso? ¿Cuál es trabajo diario?
–Trabajamos diariamente para que vuelvan a aparecer generaciones como la de Atenas 2004 brindándole la mayor cantidad de jugadores posibles a la selección mayor. Sabemos que es una tarea difícil, pero creemos que puede ser posible. Les damos a los niños y niñas costumbres de trabajo y entrenamiento para que sean jugadores profesionales y tengan los mismos hábitos alimenticios, tácticos, técnicos y de descanso de aquel equipo. Tratamos de que sean competitivos sanamente entre ellos para que puedan ganarse el lugar, algo que hoy no pasa mucho y sí ocurría antes.
–¿Qué tenía de especial ese equipo? ¿Qué toman para enseñarles a las nuevas generaciones?
–Ese grupo a nivel humano era increíble y elegía la unión por sobre cualquier otra cosa. Sin eso, todo es mucho más difícil. Además, ese hambre de competitividad que tenía cada uno de ellos era atípico. Pepe Sánchez, Manu Ginóbili, Chapu Nocioni o Luis Scola, por ejemplo, llegaban dos horas antes que el resto porque eran enfermos del entrenamiento. Cada uno tenía características que evidenciaron, y priorizaron la pasión y la gloria por sobre el dinero.
–¿Qué tan importante es la victoria en el deporte juvenil?
–Lo importante es buscar un balance. Practicar de la mejor manera para obtener los resultados, pero que la derrota no sea catastrófica ni categórica. La actitud y las ganas no se negocian, porque eso representa el gen del deporte argentino. Saber convivir con la derrota es importante para trabajar, identificar el error y luego hacerlo mejor, sobre todo porque estamos en un ámbito formativo. Por ejemplo, hace tres años el femenino juvenil empezó a competir a nivel mundial. Cuando las chicas van a los mundiales sabiendo que con las potencias van a perder por bastante diferencia, armamos una preparación psicológica con profesionales para que las ayuden a entender que siempre se puede y que hay que intentarlo sin importar nada, a pesar de que a veces choquemos con la realidad.