Por Valentín Clinaz
Con un empate 0-0 con Atlético Mineiro, a River le quedó pendiente el sueño de la quinta Copa Libertadores. El conjunto brasileño espera ahora por Botafogo o Peñarol en la final que se disputará en el Monumental. El conjunto dirigido por Marcelo Gallardo perdió la oportunidad de disputar la final en su cancha porque no pudo remontar el 0-3 del partido de ida, en el Arena MRV, en Belo Horizonte.
El público de River comenzó a jugar el partido desde la noche anterior, porque durante la madrugada los hinchas tiraron pirotecnia en las cercanías del hotel donde se alojaban los jugadores de Atlético Mineiro. En la previa al encuentro hubo varios incidentes con los micros de los hinchas galos y con la delegación del Mineiro, que acusó a la policía de no dejarlos salir para el estadio.
Una hora antes del partido, el Más Monumental estaba repleto y se hizo sentir cuando los jugadores salieron a hacer el calentamiento previo al encuentro. Luego llegaría el recibimiento que, sin duda, quedará para la historia del fútbol argentino, porque a pesar de las restricciones que imponen Conmebol y el gobierno de la ciudad respecto de las bengalas, los millonarios desplegaron una innumerable cantidad de pirotecnia que hizo del recibimiento un espectáculo increíble. Sin embargo, por esto mismo, el comienzo del partido, que estaba estipulado para las 21.30, se demoró 18 minutos.
Con la pelota ya rodando por el campo de juego, River salió a presionar muy alto en busca de un gol tempranero que nunca llegó. En los primeros quince minutos, el conjunto de Gallardo tuvo una completa posesión del balón, pero a pesar de constantes centros y tiros de esquina, fue poco atrevido y no generó peligro. Recién al minuto 16 el Millonario iba a tener su primera ocasión de gol: luego de un córner al vértice del área, le quedó un rebote a Miguel Borja, que no pudo empujarla y el arquero Éverson, que fue amonestado por hacer tiempo, contuvo el remate sin problemas.
A partir del minuto 25, Mineiro comenzó a amigarse con la pelota y emparejó el desarrollo del partido. El conjunto de Gabriel Milito tuvo la situación más clara en manos de Deyverson, que aprovechó un error de Matías Kranevitter y se fue mano a mano con Franco Armani, pero no supo resolver y el arquero leyó correctamente evitando el gol.
En la última jugada del primer tiempo, Facundo Colidio tuvo un buen tiro libre para comenzar la remontada, pero la tiró muy lejos. Esa fue la imagen que dio el equipo de Gallardo, porque a pesar de tener la pelota no pudo generar ocasiones de peligro. Intentó 16 remates y tuvo ocho córners durante la primera mitad, pero solo dos fueron al arco. La ilusión de clasificar a la final quedaba cada vez más lejana.
UNA RECUPERACIÓN QUE NO ALCANZÓ
Atlético Mineiro encaró el complemento con una modificación: salió el central Lyanco, que estaba amonestado, y entró el argentino Renzo Saravia. El equipo brasileño tardó solo un minuto para volver a sacudir a River con un muy buen remate de afuera del área de Scarpa, que impactó en el travesaño y picó en la línea. El rebote le quedó a Deyverson, que desenfundó un remate de volea que Armani pudo contener.
Rápidamente, y para generar respuestas de su equipo, Gallardo mandó a los pibes Franco Mastantuono, Claudio Echeverri y Rodrigo Villagra a la cancha; salieron Kranevitter, Santiago Simón y Pablo Solari. Como contrapartida, Milito sacó a Deyverson y en su lugar ingresó Rubens Díaz para reforzar el bloque defensivo.
Al minuto 60, River tuvo su chance más clara con un enganche del Diablito Echeverri dentro del área, que lo dejó mano a mano con el arquero, pero hubo una muy buena respuesta de Éverson, que le negó el gol.
Minutos más tarde, Gallardo agotó variantes: salieron los delanteros Colidio y Borja para darle lugar a Adam Bareiro y al Pity Martínez, que con un tiro libre muy claro puso en peligro el arco de Mineiro.
Con un equipo colmado de atacantes, River acorraló a Mineiro en su arco y con un buen ingreso de Echeverri estuvo cerca del gol, pero no pudo ser contundente para acortar la diferencia de tres goles que padeció en Brasil en la ida. De esta manera, el sueño de sumar su quinta Copa Libertadores quedó en espera, al menos por un año más.