Por Gabriela Stancato
Este domingo 24 de noviembre, de 11 a 18, la Cooperativa Cultural Qi del barrio porteño de Villa Crespo (Thames 240) será el escenario de la cuarta edición del Festival Shircular. Se trata de un evento que promueve la moda circular y en el que los participantes podrán intercambiar ropa y artículos sin costo alguno, solo colaborando con un alimento no perecedero de origen vegetal. De esta manera, el Festival impulsa un cambio de hábitos y concientización sobre el impacto ambiental de la industria de la moda, al mismo tiempo que apoya a quienes más lo necesitan. “Estamos trabajando en una estructura más grande que nos permita gestionar mejor el flujo de personas y agilizar los tiempos”, dice su creadora, Shirley Lerner.
La industria de la moda fue calificada por la ONU como la segunda más contaminante, ya que la confección de ropa y calzado es responsable del 20 por ciento de las aguas residuales y del 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Es en ese contexto que el Festival Shircular se presenta como un faro de cambio y conciencia. Todo comenzó con la necesidad personal de su creadora, Shirley Lerner, de encontrar una campera de jean accesible. Al ver que los precios eran excesivos, se cuestionó por qué debía consumir, si seguramente hay miles de prendas en desuso en casas dando vueltas. Este evento pasó de ser un pequeño intercambio de ropa a un movimiento que promueve la moda circular y el consumo responsable.
En esta entrevista, Shirley habla la inspiración, el crecimiento a lo largo de los años y el impacto del Festival en la comunidad. Además, cuenta cómo no solo fomenta la circulación de prendas, sino que también busca transformar la forma en que percibimos el consumo textil, todo mientras se apoya a quienes más lo necesitan. “El objetivo principal es contagiar a la comunidad y hacer llegar a más personas el mensaje de que hay otras formas de consumir“, afirma.
–¿Qué inspiró la creación del Festival Shircular? ¿Cómo evolucionó desde su inicio?
–El Festival Shircular nace de una necesidad personal: quería una campera de jean y, al investigar precios y locales, me pareció que todo era excesivamente caro, lo que me llevó a preguntarme por qué debería comprar algo nuevo, si seguramente hay miles de prendas en desuso en casas. Así comenzó el primer evento, que se realizó un fin de semana durante el que promovimos la circulación de ropa que teníamos en casa para que otros pudieran darle utilidad. La idea era hacerle un jaque a la industria de la moda, una de las más contaminantes: pensar en circular esas prendas entre familiares y amigos y llevarlo a algo más grande. Todo esto viene motivado desde el concepto de “moda circular”, o sea, dejar de consumir para extender la vida útil de las prendas que ya existen.
–¿Cómo fue ese primer evento?
–En el primero participaron cincuenta personas; en el segundo, cien; en el tercero, entre trescientas y quinientas; y en el último, más de mil. Es increíble ver cómo cada vez más gente se suma a esta conciencia y a una forma distinta de consumir, y hemos notado que también hay una excesiva cantidad de ropa en casa, por eso invitamos a las personas a soltar lo que ya no usan, fomentando una mentalidad minimalista y colaborando con quienes tienen necesidades reales. Trabajamos con hospitales, hogares y organizaciones que facilitan el acceso a ropa, como por ejemplo el Hospital Posadas o la organización Siloé en Moreno. Ahora vamos a trabajar con la Fundación Sí y cooperativas de reciclaje que también reciben libros. El último festival, en marzo, superó nuestras expectativas con las más de mil personas. Eso también demostró que había una necesidad económica y que la moda es, a menudo, inasequible. Nuestro festival brinda una alternativa.
–¿Cómo seleccionan las prendas y otros artículos para asegurar que sean de buena calidad y utilidad?
–Contamos con un grupo de voluntaries que se involucra de corazón en el evento. Establecemos un estándar mínimo de calidad: las prendas no deben estar rotas ni sucias. Por otro lado, creemos que en casa no hace falta acumular, sino circular, y que es mejor que esté en uso más que guardado en un cajón. En el caso de los libros, mayormente uno los lee una sola vez y lo pone en la biblioteca porque es “fachero”. La gente tiene ese concepto: una biblioteca más grande. Pero no hay nada más lindo que poder compartir ese libro que te encantó con otra persona haciéndolo circular: terminar un libro y poder empezar otro sin consumir y en comunidad.
–¿Qué fue lo más gratificante que viviste a través del Festival Shircular?
–Cada Shircular es muy transformador y suceden cosas inimaginables: propuestas de trabajo, armado de equipos y de proyectos que después veo progresar y pienso: “Wow, se conocieron en el Festival”. O historias de gente que viene con mucha necesidad y plantea que, por ejemplo, necesita un colchón, y de repente alguien lo menciona en el micrófono arriba del escenario y se genera algo muy grande. Pienso que es como una semillita que uno ve germinar y da frutos inmensos, estoy segura de que hay muchísimos casos de los que no nos enteramos, pero sabemos que están dando vueltas. Por eso insisto en hacer foco en la conciencia y el cambio de hábitos para llegar a las personas mediante la educación.
–¿Cómo se logra eso?
–Esto solo se logra en la enseñanza, por eso hay charlas de concientización sobre el medio ambiente. El presente y el futuro están en crisis, y como consumidores podemos mostrarle al consumismo y al sistema gubernamental que no solo existen otras maneras, sino que queremos otras formas. Entonces, desde lo personal y lo comunitario el mensaje llega donde tiene que llegar para generar estos cambios y apostar a un futuro un poco más sostenible y amigable con los humanos y con el planeta.
–¿Cómo visualizás el futuro de la moda circular en los próximos años?
–La moda circular es más un presente que un futuro. Desde que comenzamos hace seis años, este concepto ha ganado visibilidad tanto entre pequeños emprendedores como en grandes marcas. Es realmente emocionante haber iniciado y contagiado esta idea. Sin embargo, es importante ser críticos, ya que muchas marcas recurren al greenwashing. Aun así, es fundamental que se hable y se visualice este concepto. Deseo que en el futuro podamos vivir utilizando todo lo que ya existe en la industria, aunque ella siga necesitando formas de sobrevivir económicamente. Estoy viendo que las grandes marcas están implementando otras prácticas, pero lo más valioso está en los pequeños emprendimientos y comunidades. Por suerte todo este movimiento está cada vez más aceptado y reconocido que antes.