Por Victoria Belén Rodríguez

“En los últimos años mi pelea no fue contra el tiempo sino por el tiempo”, reflexiona la periodista Victoria de Masi, mientras cierra su jornada un jueves a las 9 de la noche brindando esta entrevista. Pronto apagará ¿o suspenderá? la computadora para prepararse la cena e intentar desconectar. 

Tras 19 años de ejercicio del periodismo, y más de 15 en la redacción de Clarín, es la primera vez que trabaja como freelance, esa modalidad tan “durísima” como naturalizada en este oficio, que le permitió abocarse a la escritura de su segundo libro, Karina: La hermana, El jefe, La soberana, que sale el próximo 1 de diciembre de la mano de la editorial Sudamericana – Penguin Random House. “Me retiré de la relación de dependencia para escribir un libro, más posicionamiento que ese respecto de mi trabajo no hay”, afirma.

El nuevo libro de Victoria de Masi fue editado por Sudamericana – Penguin Random House y sale a la venta el próximo 1 de diciembre.

De Masi se autopercibe “fuera de mercado” pero no conoce ni quiere por ahora probar otra forma de ejercer la profesión: “Si estoy trabajando en un tema que es de investigación periodística o que requiere cierta narración y hay que hacer muchas consultas, yo voy a pedir el tiempo que necesito, aunque después no duerma”. En 2016 publicó Carlitos Way, vida de Carlos Nair Menem, editado por Tusquets, y durante 2021 realizó la investigación periodística sobre la que se escribió la serie Coppola, el representante, estrenada en abril de este año por Star+ (hoy Disney). También escribe en el DiarioAr desde su fundación -hoy como colaboradora-, e incursionó este año en el mundo del streaming con su columna quincenal Argentinos de bien por el canal Gelatina.

-Tu nuevo libro es sobre La Libertad Avanza pero no se centra en Javier Milei si no en su hermana, ¿por qué?

-Es un diario de campaña de todo el espacio y tiene como figura central a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana de Javier Milei. Me interesa cómo fue construyendo poder desde la inexperiencia absoluta. Me gusta también esto de ser una mujer escribiendo sobre otra mujer, una a la que los feminismos, que tuvieron mucha voz pública y que hicieron mucho por las feminidades, un poco desprecia. Volver a trabajar sobre un personaje que me incomoda personalmente, y tratar de tomar un punto de vista que esté liberado de prejuicios. Siempre con la intención de lograr el retrato del perfil más acabado de esta mujer de la que de repente estamos hablando todos los días, y hace dos años apenas conocíamos. 

-Los medios apuestan por notas cada vez más cortas y según la última encuesta anual del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) el 57% trabajadores de prensa tiene más de un trabajo. ¿Creés que el periodismo de investigación está en peligro de extinción?

-Los periodistas dedicados a la investigación no pueden tener tres laburos, porque alguno de los tres va a implicar un conflicto de interés. Hay colegas que trabajan en un medio y en una consultora, o en un medio y hacen prensa para un funcionario o para marcas. Yo no me meto con el bolsillo de nadie, la gente paga el ABL como puede, pero un periodista de investigación tendría que tener un laburo que le permita vivir, y eso no pasa. Sobre el argumento “la gente ya no lee largo”, creo que le viene muy bien a las empresas periodísticas que necesitan gente que produzca 20 notas por día. Hay un público para todo. Cuando vos escribís extenso y en un medio digital que es nuevo, tu comunidad de lectores va a ser más acotada, pero es tu comunidad. Ya no se puede pretender, como cuando trabajaba en Clarín, que un texto que publicás llegue de Jujuy a Tierra del Fuego. Antes tirabas el medio mundo en las redacciones y caía de todo, ahora vos tirás la caña y esperás paciente en el medio de la nada que aparezca el pez que querés porque, cuando aparece, tu pez dorado está buenísimo: es alguien que se pasó de la parada del colectivo porque se quedó leyendo, se conmovió, se enteró de algo que no sabía. Estoy confiando en el papel en un momento donde la gente entra a Twitter y cree que se informa. No, vos te enterás en Twitter, no te informás. 

-Tu cobertura de la campaña de Milei y La Libertad Avanza en 2023 fue muy de cerca, incluso creaste y sostuviste un alter ego libertario en las redes sociales para entender ese mundo, ¿de ahí deriva la necesidad de tomar distancia hoy?

-Las plataformas no te dan ningún tipo de protección. Tampoco te protegen las instituciones que deberían bregar por tu seguridad, tu perfil público, tu dignidad, o tu ser profesional. Ahí me pongo un poco libertaria. Cuando un troll o alguien que tiene un canal de streaming usufructúa con mi cara y mi voz no tengo a dónde ir, entonces no queda otra que retirarse, autogestionar maneras para que eso no te llegue. Es un garrón que te agredan, es terriblemente violento. Más que entenderlo como algo personal o profesional, trato de pensarlo como la época que nos tocó habitar. ¿Qué hacemos con esto? Nosotros somos nuestra propia herramienta de trabajo y hay algo de sabiduría en retirarse, el autocuidado de registrar que llega un momento en que las redes sociales van limando tu punto de vista. De repente no te das cuenta, pero estás contaminado por un montón de comentarios que hacen que tu mirada sobre determinados temas empiece a perder tu sello personal. Me parece que hoy los periodistas dedicados a la gráfica, cuando hacen la diferencia, la hacen no escribiendo en primera persona, sino adoptando un punto de vista que sea diferente al que se propone en redes, televisión o radio.

-En la columna quincenal que hacés con Emilio Laszlo sobre el mundo libertario plantean un enfoque que al público peronista, kirchnerista de Gelatina le cuesta escuchar…

-Arranqué entrevistando a votantes de La Libertad Avanza porque me daban curiosidad, era un espacio nuevo que proponía una manera de vivir que iba en contra de los discursos dominantes de los últimos 20 años por lo menos. Y cuando me subía al colectivo para volver a la redacción o a mi casa pensaba en que muchas de lo que escuchaba eran problemas que tenían que ver con mi vida, con la de mis amigos. Me parece que la incomodidad es el mejor lugar para laburar como periodista porque te habilita otro estado que me gusta mucho, el estado de pregunta. Escuché gente muy joven en contra del aborto que me decía “vos estás hecha para la reproducción, es biológico”. Cualquier persona tiene cinco argumentos para refutar eso, ¿pero me voy a poner a pelear con alguien que me prestaba su tiempo y testimonio para una nota y quería poner ese ejemplo? La escucha activa no la puede interrumpir un prejuicio. Se nos demanda a los periodistas ser combativos, y no hay momento mejor que con este gobierno para eso. Es muy fácil caer en la indignación, y la indignación es rechazar la realidad, y eso te impide pensar. Si vos sos periodista y no podés pensar, entonces qué vas a escribir o para quién