Por Sofía Piazza y Justina Maglione 

Sentarse en el primer asiento del colectivo ofrece una vista completa de la calle. Desde el parabrisas se puede ver el movimiento de los transeúntes. Una multitud heterogénea de colores, vestimenta, rasgos físicos. Pero entre esta diversidad, un tipo de persona se lleva varias miradas al cruzar la calle. Cuando un hombre o, principalmente, una mujer que forma parte de la comunidad islámica camina de la mano de su hijo, siempre se lleva unas miradas curiosas. Surgen preguntas sobre su forma de vida, su vestimenta y sus creencias, así como también prejuicios sin un fundamento claro y determinado.

La comunidad islámica está presente en la Argentina desde hace un siglo. Actualmente está compuesta por argentinos descendientes de países árabes, africanos y asiáticos. La primera oleada migratoria llegó al país entre 1919 y 1926, por las ofertas de trabajo de las empresas ferroviarias inglesas y francesas, que buscaban hombres para realizar labores de jornaleros en el tendido de vías en distintos lugares de Buenos Aires y el interior del país. 

La influencia de esta comunidad tuvo tal dimensión que, actualmente, representa un 10 por ciento de la población. Argentina es el país de América Latina con mayor número de musulmanes, según cifras oficiales. Se calcula que hay más de 50.000 practicantes del islam entre los más de 500.000 de musulmanes en el país, según un informe del Inadi, y la mayoría vive en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Si bien en la Argentina esta religión y cultura conviven de forma pacífica en sociedad, hay algunos aspectos que generan un gran contraste. Una creencia errada está relacionada, por ejemplo, con su forma de vestir. El uso del hiyab, un velo que cubre principalmente la cabeza de la mujer islámica, choca, de algún modo, con la cultura argentina y genera cierto prejuicio. 

“En la Argentina no está muy digerido el tema de las mujeres con velo y eso que hace un montón de tiempo que la comunidad está ahí en Flores. Yo creo que es un choque ver a ciertas mujeres con velo. ¿Y cómo, de qué país vienen? No, son argentinas, explica la diseñadora y musulmana argentina Amal Nur Karim. El velo para una mujer musulmana significa mucho más que una tela sobre el cuerpo. Funciona como una demostración física y abierta de ir en contra de la cosificación de su cuerpo. El islam enseña que la mujer es mucho más que el cuerpo físico, es su personalidad, su trabajo, sus deseos y su éxito. 

A diferencia de la creencia colectiva, el uso del hiyab no es obligatorio para las mujeres. Dentro del islam, se pueden encontrar dos posturas al respecto. La mayoría de los líderes más ortodoxos sostiene que las mujeres, al entrar en la edad de pubertad, deben cubrir su cuerpo y cabeza obligatoriamente. Otros, más liberales, argumentan que el Corán en verdad no ordena el uso del velo, sino que más bien apunta a respetar la decencia y no mostrar mucho el cuerpo. De modo que el velo no es un signo de la autoridad del hombre sobre la mujer sino una decisión propia de ella usarlo o no. 

Pese a la importancia del velo para la cultura islámica, muchas veces los prejuicios funcionan como una barrera que impide a la mujer formar parte de ciertos lugares o, incluso, tener una vida laboral. “Yo iba a una entrevista y aun estando calificada para el puesto, siempre preferían a alguien que no llevara el hiyab, alguien que no tuviera que ‘enseñar’ o ‘explicarles’ nada. Mi apariencia les resultaba incómoda. Es algo que muchas chicas musulmanas enfrentan. Yo he tenido que aceptar que el hiyab, para muchas personas, todavía es algo raro y, a veces, incomprendido”, reflexiona Aisha Amella, embajadora de la organización Hiyab Argentina.

Otra de las creencias sobre la cultura islámica es el rol que ocupa la mujer en ella, como si viviera sometida al hombre. Sin embargo, dentro del islam existe una gran diversidad a la hora de profesar la religión, y el lugar que ocupan las mujeres es variado dependiendo de la rama, cultura y país en la que se encuentren. “El islam no puede ser comprendido como una realidad estrictamente sexista. El nudo del prejuicio es el desconocimiento, la ignorancia y la jerarquización de unas sobre otras”, explica la abogada y periodista Greta Pena. 

Antes de la llegada del islam, la mujer era considerada un bien intercambiable, como una casa o un camello. El Corán, texto sagrado de la religión, pone a la mujer en un lugar de liberación, con igualdad de condiciones que los hombres. La mujer se puede divorciar, heredar, estudiar y trabajar. Todos esos derechos se los dio el islam. Pero con el correr del tiempo, la letra del Corán quedó atrás y esta cultura quedó manchada, también, por el patriarcado. Hombres que no permiten que sus mujeres estudien o trabajen o que aún continúan fomentando los matrimonios forzados. “Dentro de mi investigación sobre esta religión, encontré que el problema no es el islam, sino el patriarcado”, explica la politóloga y doctora en cultura árabe y hebrea Carolina Bracco. El islam, como religión, no pone a la mujer en un lugar de sometimiento, sino la propia sociedad.

Dentro del islam, el casamiento es algo solemne; es la unión bajo el compromiso y consentimiento mutuo de vivir juntos según las enseñanzas de la religión. Las relaciones están basadas en un compromiso serio hacia el matrimonio y no en un enamoramiento casual, como es costumbre en este lado del mundo. Es una decisión seria, una promesa de amor y fidelidad a largo plazo. “En el islam, no tenemos novios antes del matrimonio. Nos conocemos, nos comprometemos, pero no hay relaciones informales ni citas de por medio. Esto es algo que muchas veces no se entiende y genera un rechazo social”, aclara Aisha Amella.

Bracco señala que “atribuir la opresión de la mujer en el Medio Oriente solo a la religión es racista”. La cultura y religión islámica abarcan muchas creencias y costumbres diferentes de comprender para este lado del mundo que derivan en prácticas discriminatorias con las que se afecta la construcción de una sociedad igualitaria. Las mujeres en todo el mundo se encuentran atravesadas por diversos factores y opresiones sociales.

VELOS: USOS Y COSTUMBRES

Existen al menos siete tipos de velos que se utilizan en distintos países del mundo, según sus tradiciones.

Hiyab
Es considerado un símbolo de religión y feminidad. Este velo oculta el cabello, las orejas y el cuello de las mujeres, pero permite mostrar el rostro. Va acompañado de una túnica o un impermeable. Su tamaño, color y colocación depende de las costumbres de cada comunidad o país. “Hiyab” es una palabra de origen árabe: “hajba”, cuyo significado es esconder, ocultar las miradas y poner distancia.

Burka
Es uno de los más estrictos de la comunidad islámica. Se trata de un velo largo que cubre completamente la cabeza y parte del cuerpo, con una pequeña rejilla a la altura de la vista. En muchos países de Medio Oriente, el burka es visto como una demostración de fe en el islam.

Niqab
Es una larga túnica que cubre completamente el cuerpo y la cabeza, apenas deja al descubierto los ojos de la mujer. En el mundo musulmán, el uso de este velo predomina en las regiones de influencia wahabista, como Arabia Saudita. Precisamente esa corriente islámica se destaca por su rigurosa aplicación de la sharia, el sistema legal islámico.

Chador
Es otro velo que cubre a la mujer desde la cabeza hasta los pies, pero deja al descubierto la cara y las manos. Puede ser de diferentes colores y contiene una larga túnica para esconder la forma del cuerpo y un velo para cubrir el pelo y cuello. Se utiliza mayoritariamente en las comunidades de mujeres chiítas, principalmente en países como Irán o Irak. 

Al-amira
Está compuesto por dos piezas. Una va ajustada a la cabeza en forma de gorra y la otra es un velo ajustado en forma tubular que cubre por completo la cabeza y el cuello, sin dejar ver el pelo. Se lo conoce como el estilo “pañuelos de princesa” porque este tipo de velo puede ser adornado con diamantes, broches o cualquier otro tipo de decoración, así como también puede variar en su diseño y color.

Shayla 
Es un velo largo y rectangular que se usa para envolver la cabeza y se fija en los hombros, tapando el cabello de la mujer, pero permitiendo ver el rostro. Normalmente tienen diferentes colores y hasta pueden llevar estampados o transparencias tipo gasa. Es muy utilizado en los países del golfo pérsico.

Khimar
Tiene forma de capa y se extiende hasta los pies. Cubre el cabello, el cuello y los hombros, pero permite mostrar el rostro.


Velo masculino 
El hiyab del hombre, según el islam, es mucho más sencillo. A diferencia del de las mujeres, los hombres utilizan un hiyab que no cubre su cabello o rostro, sino su cuerpo, desde la cintura hasta las rodillas. No pueden mostrar más que eso en público.