Por Martina Fernández Souto
“Jóvenes por el Clima (JOCA) es un movimiento social que lucha por revertir los efectos de la crisis climática. Es una organización apartidaria con la que buscamos trabajar y articular con todos los partidos políticos dispuestos a charlar con nosotros”, afirma Magdalena Eulmesekian, activista climática que se unió hace dos años a una de las principales referencias del ambientalismo argentino y del movimiento juvenil internacional. JOCA se dedica a la incidencia parlamentaria, ya sea impulsando leyes y políticas socioambientales o articulando de demandas sectoriales con movimientos sociales del campo popular, sindicatos y movimiento estudiantil en un frente territorial, como también a la concientización ciudadana mediante actividades educativas.
“Trabajo mucho en el área de incidencia política, así que creo que es una de las cosas más interesantes, el ambientalismo es algo interdisciplinario. El objetivo principal de JOCA es introducir de manera permanente la crisis climática en la agenda pública y establecerla como eje central de las políticas públicas adoptadas por el gobierno”, explica Eulmesekian.
–¿Qué te motivó a unirte a Jóvenes por el Clima?
–Jóvenes por el Clima surgió en 2019, cuando a nivel global se estaba dando el movimiento ambiental de Fridays For Future, creado por la activista y ambientalista sueca Greta Thunberg. Ella empezó a los 15 años a manifestarse frente al parlamento de su ciudad para demandar, junto a un grupo de chicos que en ese momento tenían 18 años, medidas por acción climática. Como se dio cuenta de que en la Argentina no existía una iniciativa similar, en marzo decidieron organizar una marcha por el clima. Crearon un Instagram que se llamaba Jóvenes por el Clima y convocaron a una marcha a la que fueron unas cinco mil personas. A partir de ese evento fundador empezaron a sumarse más personas. Hoy, Jóvenes por el Clima trabaja desde distintas áreas, como la educativa, de comunicación, de territorio e incidencia política. Yo me sumé hace dos años y lo que me motivó fue el hecho de que el ambientalismo puede trabajarse desde distintas áreas y desde distintos intereses.
–¿Cómo eligen los temas o iniciativas en los que centran sus esfuerzos?
–JOCA tiene cuatro áreas que son los pilares de la organización: incidencia política, educación, comunicación y territorio. Desde el área de incidencia política se busca el contacto con quienes toman decisiones para poder transmitir nuestros intereses e impulsar nuevas políticas públicas. Luego, desde el área de educación se organizan talleres de educación ambiental en colegios. Tenemos un convenio con las escuelas verdes de CABA y un área de universidades que articulamos con los centros de estudiantes. Por otro lado, en el área de comunicación se gestionan las redes sociales. El área de territorio tiene que ver más con poner el cuerpo en proyectos en barrios populares y articulación con otras organizaciones sociales. Después, hay algunos temas que tienen que ver con la coyuntura política que se esté dando en el país. Ahora, por ejemplo, el tema del litio se estuvo discutiendo mucho. Se armó un grupo aparte para ver si se hacía algún video posicionándonos sobre el tema.
–¿Cuál es el mensaje clave que buscan transmitir sobre el cambio climático?
–El mensaje es que la crisis climática es una cuestión de derechos humanos y no una agenda primermundista del norte global, sino que también nos interpela a los países del sur porque vamos a ser los más afectados. Somos los países más subdesarrollados y con menos infraestructura para combatir los efectos, por lo que tenemos que tomar medidas al respecto. Lo que siempre queremos transmitir es que el cambio climático es social y afecta a las personas más vulnerables, por lo que tiene mucho que ver con los derechos humanos.
–¿Qué opinión tienen sobre las acciones actuales del gobierno en torno al cambio climático?
–El gobierno actual es un retroceso absoluto en lo que es la agenda ambiental, porque directamente no cree, niega el cambio climático y dice que es una agenda socialista. No se puede esperar que impulse medidas ambientales. Existe una Comisión de Ambiente en el Congreso, pero ni se reunió. Después, a nivel general, en los últimos tres años hubo leyes importantes, como la de Educación Ambiental, la de Emergencia Climática y la de Presupuesto para la Mitigación y Adaptación al Cambio Climático. Todavía nos queda mucho que atravesar y muchas leyes por impulsar, como la de Humedales o de Envases, que ya estuvieron en la agenda pero no salieron. La resolución a la crisis climática es la transición energética, y estos son los primeros pasos, es realmente muy difícil, un camino muy largo.
–¿Cuáles son los pasos más urgentes que deberían tomarse para mitigar el cambio climático?
–La acción más urgente es cambiar la manera de generar energía. Hoy casi todos los países del mundo tienen sus principales matrices energéticas generando gases de efecto invernadero. Hay que transicionar a energías limpias para mitigar. Desde la Argentina generamos el 0,7 por ciento de las emisiones globales y nuestra matriz energética es principalmente gas, que emite menos que el carbón, por lo que no es tan urgente cambiar eso ahora. Nuestra urgencia es implementar políticas de regeneración de ecosistemas, que tienen que ver más con políticas de adaptación. Nos tenemos que adaptar al cambio climático y a todos los efectos que está teniendo.
–¿Qué leyes relacionadas con el cambio climático estuvieron en agenda en los últimos años?
–Hubo dos que estuvieron en agenda y no se dieron, que son la Ley de Envases y la de Humedales. La primera busca dedicar cierto presupuesto a la protección y regeneración de los humedales, que son muy importantes ya que son sumideros de carbono, es decir que absorben dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. La de Envases con Inclusión Social buscaba cobrarles a las empresas una tasa por los envases que introducen al mercado. Esa tasa no podía ser más del 3 por ciento del precio del producto, y ese dinero iba a la inclusión social de los recicladores y recicladoras, que trabajan de manera independiente, comercializan todos esos envases que juntan y suelen vivir en condiciones de mucha precariedad.