Por Facundo Rendo Bottino
En el tercer piso del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE), trabaja el biólogo molecular e investigador Alberto Kornblihtt, reconocido por haber sido uno de los primeros en documentar el splicing alternativo. Kornblihtt se sienta en su oficina cerca de unas fotos en la pared. Desde allí no habla sobre su trabajo y transmite sus preocupaciones sobre la situación de la ciencia en la Argentina.
El splicing alternativo es un tipo de empalme de ácido ribonucleico (ARN) que permite a las células producir, a partir de un solo gen, múltiples proteínas con funciones diversas, enriqueciendo así la funcionalidad celular y la adaptabilidad del organismo. De esta forma, es posible identificar mutaciones o errores en el empalme que lleva a la producción de proteínas defectuosas o la ausencia de proteínas esenciales, lo cual puede ayudar a desarrollar tratamientos médicos y terapias específicas.
–¿Qué sintió al saber que fue uno de los primeros en documentar el descubrimiento del splicing o empalme alternativo?
-Cuando encontramos el splicing alternativo de un gen llamado fibronectina en mi posdoctorado en Oxford, junto con (Francisco Ernesto) Tito Baralle, era una rareza. Había cuatro o cinco casos documentados en la literatura científica, se conocían splicings alternativos de una o dos variantes. En el caso nuestro se generó un conocimiento más amplio porque vimos que un mismo gen era capaz de formar veinte proteínas distintas. ¿Qué sentí? Bueno, fue un caso más, pero uno de los pocos. Es decir, fuimos pioneros, pero no lo descubrimos. Es lo que uno siente cuando, luego de mucho esfuerzo y algunos experimentos que no van dirigidos a aquello que uno descubre, encuentra algo y ve la evidencia. Ahí de repente decís: “¡A la flauta! ¡Encontramos algo nuevo!”, y esa es la gracia de la actividad científica. Tiene mucho de empeño y de rutina, pero es justamente poder descubrir y quitarle el velo a algo que estaba ahí. No es un invento porque estaba, pero no se lo conocía. Esa es una sensación muy placentera y es lo que trato de transmitir a mis alumnos. Eso se llama la aventura del conocimiento.
–Se reunió con pacientes que padecen atrofia muscular espinal (AME). ¿Podría explicar ese tema?
-La AME es una enfermedad hereditaria que ya se sabía hace tiempo que se podía curar mediante la corrección de un splicing alternativo. Pese a que se sabía que eso estaba por ser lanzado para mitigar sus efectos, los familiares de los pacientes argentinos nucleados en Familias Atrofia Muscular Espinal de Argentina (FAME) vinieron aquí hace siete años y me pidieron que investigue sobre eso. Yo no trabajo en ese tema. Trabajo en el splicing, pero no en la enfermedad. Y tampoco quería venderles espejitos de colores y afirmar que iba a ser capaz de curar la enfermedad, sería irresponsable de mi parte. Al principio les dije que no, pero luego hicimos un experimento con el tesista doctoral Luciano Marasco que demostró que ese splicing alternativo se mejoraba si uno abría la cromatina con una droga. Entonces, a partir de ese experimento llamé al FAME y les dije que podía desarrollar un proyecto. Ellos me financiaron por un año y luego gané tres concursos para subsidios internacionales. Avanzamos muchísimo en poder entender el mecanismo de la cura para la enfermedad y en proponer una terapia combinada que por ahora no ha sido probada en humanos, pero vimos que en ratones funciona.
–¿Lo cambió de algún modo esa experiencia?
-Sí, todo eso me abrió un panorama muy grande, sobre todo porque nunca había trabajado en enfermedades. Asistir a los congresos de la organización norteamericana donde van médicos, investigadores básicos, familiares y pacientes me cambió mucho la vida. Por primera vez estuve en un tema relacionado con el dolor humano, con una enfermedad y con los familiares de los pacientes.
–¿En qué otras áreas se aplica el splicing, además de la medicina?
-Hay muchísimos eventos de splicing alternativo que se sabe que tienen papeles importantes en la morfología y fisiología de los animales y plantas. Mi grupo trabajó en plantas por mucho tiempo. Por ejemplo, los murciélagos vampiros se alimentan solamente de la sangre de sus víctimas, que en general son pichones de aves o crías de roedores. Estos murciélagos tienen en su cara unas estructuras que permiten ver el infrarrojo, o sea, el calor, cosa que nosotros no. Ellos detectan a sus víctimas incluso de noche debido a que son de sangre caliente. El canal de membrana de las neuronas que tienen en la cara es el mismo que tenemos nosotros para detectar el calor nocivo, que nos hace retirar la mano porque nos quema. ¿Qué pasa? El canal de las estructuras de la cara es resultado del mismo gen, pero por un splicing alternativo ese canal tiene una secuencia distinta que lo hace sensible a temperaturas más bajas, mientras que el de la mano es sensible a temperaturas altas.
-¿Tiene otro ejemplo?
-Sí, uno de animales muy cercanos a nosotros. Los primates hominoideos -los gibones, los orangutanes, los gorilas, los chimpancés y nosotros- no tenemos cola. En cambio, los monos sí tienen. Esto se debe a que el ancestro en común a todos los que no tenemos cola vivió hace 25 millones de años. Y se descubrió que todos los que no tenemos cola sufrimos una mutación que alteró el splicing alternativo de un gen. Es decir, la irrupción de ese nuevo splicing alternativo de un gen que ya existía en la evolución provocó la pérdida de la cola. ¿Cómo lo comprobaron? Porque le provocaron splicing alternativo a ratoncitos y nacieron sin cola.
RECUERDOS PANDÉMICOS
-¿Es crítico con la decisión que tomó el gobierno de Alberto Fernández de hacer una cuarentena tan extendida en el tiempo?
-No, todo lo contrario, nosotros formamos parte del grupo de asesores del gobierno de Axel Kicillof y de grupos que se manifestaban. Considerábamos que había que cuidarse más para que hubiera menos muertos. Y eso venía de la mano con que el Estado debía hacerse cargo de los trabajadores formales e informales. No creo que la cuarentena que se hizo acá fuera mayor o más duradera que en otras partes. Simplemente que aquí la ultraderecha salió a manifestarse en contra e introdujo la libertad individual como un tema prioritario, cuando la libertad sólo tiene sentido si es social. La ultraderecha manifiesta por la libertad, pero se olvida que en la Revolución Francesa iba de la mano con la igualdad y la solidaridad. La libertad sola e individual puede joder al resto. Si yo no me vacuno entonces puedo generar un daño. Hay un tema que es muy importante…
-Sí, la inmunidad de rebaño.
-O ni siquiera de rebaño. También puede ser local. Yo creo que la pandemia fue una catástrofe. Sacó lo mejor y peor de cada uno.
-¿Es optimista con respecto al futuro?
-Últimamente me cuestiono todo el esfuerzo de mi vida de hacer ciencia y docencia. Tengo miedo de que el mundo esté marchando hacia un lugar de no retorno. Hay mucho material escrito sobre el papel de las redes sociales y el tema de la inmediatez. Hay un panorama de lo cotidiano que choca bastante con lo que siempre pensé. Yo siempre creí en un mundo progresista y humanista, y lo que veo ahora es muy poco esperanzador. Y salir de este escenario es algo que, por mi edad biológica, no lo voy a ver. Hay algo que no se previó de cómo se establecen los valores y las relaciones sociales en esta posmodernidad. Es muy difícil entender cuando hay gente que la pasa mal, ven que se cierran institutos y luego alguien en las redes sociales dice: “Perfecto, para eso lo voté”.