Por J. Bianchi, I. Morales
Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges compartieron una amistad que duró mas de 50 años y que logró trascenderlos. Una amistad que despierta pasiones y que también ha generado todo tipo de análisis acerca de lo que realmente pensaba uno del otro. Fueron años en los que Borges cenó a diario en casa de Bioy, ambos se entregaron contándose intimidades y, por qué no, influyéndose en sus respectivas carreras literarias. Bioy decidió plasmar esa relación en el libro Borges, donde recopiló más de 1600 páginas de conversaciones entre ambos. Sin embargo, el libro no cayó del todo bien ya que Borges no había dado su consentimiento, por lo que fueron vieron la luz después del fallecimiento de los dos,por expreso pedido de Bioy Casares.
La cuestión abrió el debate no sólo en torno a los límites del derecho a la intimidad, sino también sobre cuál hubiese sido la opinión de Borges acerca de este libro. ¿Podría haber terminado con la amistad que ambos mantenían? Una de las personas que más críticas fue María Kodama, la viuda de Borges. En el libro Bioy no ahorra definiciones, tildándola como “una mujer de idiosincrasia extraña” y asegurando que Borges vivía junto a ella temiendo hacerla enojar. “Creo que no es de caballeros, que es una cobardía poner en boca de alguien que no puede defenderse porque está muerto, palabras que quizás obedecen a historias personales”, señaló Kodama a El Mercurio, de Chile, en medio del debate abierto con la publicación del libro en 2006.
Por su parte, el escritor Javier Ignacio García Crocco, quien actualmente se encuentra adaptando al teatro el cuento Catón, escrito por Bioy Casares, opina al respecto en una entrevista con Publicable: “El libro es el fiel reflejo de lo que fue Bioy tanto en su vida personal como en la escritura. Era un hombre que no conocía de límites. No había grises respecto a las opiniones sobre su persona. Fue amado u odiado, pero no pasó desapercibido, lo cual para un escritor es un elogio“.
Según García Crocco, Bioy y Borges se criticaban mutuamente con total libertad y sin ofensas, y no tiene dudas que Borges sabía que esas charlas podrían en algún momento salir a la luz. “Los grandes escritores saben que no son de sí mismos aunque luchen toda la vida para lograrlo. No pueden. Siempre hay alguien que habla de más o que oculta, así sea un gran amigo“, reflexiona. En este sentido, García Crocco defiende la publicación de las charlas y hasta insinúa que quizás Bioy supiera más de Borges que la propia María Kodama: “Un amigo siempre sabe más. Uno debe tener en cuenta el tiempo que ambos compartieron, escribiendo y debatiendo acerca de profundidades”.
En cambio, para Edwin Williamson, biógrafo autorizado de Borges, el libro es algo decepcionante. “Más que un diario es, en realidad, una vasta mezcla de breves observaciones acerca de tal o cual figura literaria y una corriente de chismes que llegan a cansar por su abundancia“, critica. Frente a esto, la definición de García Crocco es tajante: “Uno podrá estar de acuerdo o no con la publicación de este libro, pero nada va a empañar su obra, porque tanto él como Jorge Luis Borges están más allá de todo”.