Por L. López Calvo y L. Arce
Más allá de haber llegado al mundo de las redes sociales hace apenas un par de años, Martín Rechimuzzi ya tiene más de 45 mil seguidores en Instagram y Twitter. La mayoría de los usuarios lo conocen como el creador de la “Ministra Patricia”, personaje que imita a la actual ministra de Seguridad de la Nación, y del “Presidente Handel”, una clara referencia a Mauricio Macri. El hombre detrás de estos papeles es licenciado en Ciencias Políticas y actor desde que tiene 11 años, y actualmente participa del programa de radio “Furia Bebé”, con Malena Pichot, en la FM Futurock.
-¿Por qué arrancaste?
-Me empecé a dar cuenta de que es un chip que tarda en cambiar. Amigarse con algo que se impone es una buena herramienta para contar algunas cosas. No siento que hubo un punto de arranque sino que toda la vida me interesó comunicar, expresar, enunciar y molestar, que es lo que más hago. Creo que cuando me amigué con las cuestiones digitales, lo pude encausar desde ese lugar.
-¿Se te hizo más fácil comunicar por las redes?
-Sí, tenía el prejuicio de que las redes eran demasiado estúpidas, pero cuando empecé a darme cuenta de la dificultad que esto tenía, me di cuenta que hay cosas muy interesantes.
-¿En tus videos improvisás o hay un guión previo?
-Los videos empiezan con una ocurrencia, algo que quiero contar, una molestia. Lo primero que cuido es el contenido. Después veo si es un personaje u otro el que lo va a decir, pero siempre arranca desde una molestia o una denuncia. Lo que más me mueve es la realidad más dura. Ordeno la cabeza y pienso cómo contar algo en un minuto, cuál es la funcionalidad de hacerlo y, en base de eso, empiezo a jugar, hago dos o tres videos y lo sintetizo.
-¿Los producís solo?
-Sí, solo, me lleva alrededor de una hora cada uno.
-¿Qué es para vos un influencer?
-No me siento un influencer, para mí es una etiqueta. Lo que influencia no es la persona, es el acto discursivo, y el influencer está al servicio de eso. Obviamente estoy al servicio de una discursiva crítica, con una militancia política e ideológica. Pero los influencers tienen una medición de a cuántas personas le hablan y a mí no me interesa lo numérico, sino la limpieza en el discurso, que se escuche y se replique más.
-¿Hay algún código de ética que respetés o algún tema que no trates?
–Sí, pero no por ética, sino por dificultad en el abordaje. Ahora me pasa que no puede hacer el personaje de Patricia Bullrich porque me parece que es tan oneroso el tema de Santiago Maldonado que casi no habría forma de reírse. Es la dificultad de contar en un minuto la gravedad de un sistema democrático con un desaparecido durante meses y en un lenguaje de comedia, un tema de dificultad del oficio.
-Si Instagram dejara de existir, ¿cuál sería tu plan a futuro?
–Lo pienso todo el tiempo, pero creo que lo que más contiene es una ética de trabajo. Hace dos años que tengo Instagram, pero trabajo de esto hace 10, entonces no es algo que me cambie la cabeza. Me parece que se ha encontrado un buen canal. Estoy seguro de que Instagram se va a morir en uno, dos o cinco años, así que habrá que readaptarse a cómo se cuentan las cosas en ese momento. No nos puede preocupar si Instagram se muere o no.