Por Carmela Melón Gil y Micaela Rafaniello
La norma ISO 14001 se erige como un estándar internacional clave para establecer un sistema de gestión ambiental (SGA) que permite a las organizaciones identificar y gestionar el impacto ambiental de sus actividades. Su objetivo principal es garantizar la protección del entorno a través de la gestión eficaz de los riesgos ambientales asociados a las operaciones empresariales. Aunque las normativas nacionales y provinciales contemplan sistemas de gestión ambiental, no exigen la certificación ISO. En Europa, países como Alemania y España son líderes en su implementación, y ayudan a las empresas a asegurar la calidad y sostenibilidad en mercados internacionales. En la Argentina no es obligatoria, pero muchas empresas la requieren para cumplir con estándares de proveedores multinacionales. La ingeniera en ecología Natalia Martínez explica los alcances de esta certificación que reconoce que una empresa está auditada y sigue procedimientos ambientales.
―¿En qué área o espacio la ISO genera mayor impacto?
―En todo lo que tenga que ver con la contaminación atmosférica. Y todo lo que es el cuidado del recurso energético. No sé si es porque está llevado hacia ahí por el tema de las empresas que lo están certificando, entonces están teniendo más atención sobre esos sectores. Como es una de las mayores preocupaciones a nivel mundial, se está apuntando más a ese tipo de cuidado, que lo gestionan empresas que tengan mayor impacto energético.
―¿Dónde se originó la norma ISO y quiénes la implementan?
―Las normas ISO, especialmente la 14.001, tienen su origen en Europa, con Alemania a la cabeza. Muchas multinacionales buscan cumplir con normativas de diferentes países, sumando distintas certificaciones para poder vender sus productos en el exterior sin inconvenientes.
―Tenés una anécdota sobre YPF y la certificación ISO 14.001…
―Sí, cuando estaba estudiando, me indignó que YPF anunciara la certificación ISO 14.001, ya que es una empresa que extrae recursos no renovables. Al investigar, descubrí que solo una parte de la empresa, específicamente el área de despacho, estaba certificada. Esto resalta la importancia de leer la “letra chica” de las certificaciones, ya que tener ISO 14.001 no significa que toda la operación esté bien gestionada.
―¿Cómo ves la evolución de la norma en la Argentina?
―La Argentina tiende a ir un poco más atrás en la implementación de estas normativas. Aunque no falta interés, a menudo es un desafío económico. A nivel mundial, cada vez más se exigen certificaciones, ya que proporcionan un estándar común de compromiso con el medio ambiente.
―¿Cómo pueden medir las empresas el impacto de la ISO?
―Las empresas pueden medir el impacto positivo a través de indicadores de desempeño ambiental, como la reducción de residuos, el ahorro de energía y la mejora en la calidad del aire. También pueden realizar auditorías internas y externas para evaluar su progreso y ajustar sus prácticas en función de los resultados obtenidos.
Esta norma tiene varios requisitos esenciales que guían a las organizaciones en la implementación efectiva: la planificación, que es la etapa donde las empresas deben identificar aspectos ambientales y establecer objetivos concretos para mejorar su desempeño, así como también evaluar la conformidad con la legislación vigente y establecer procedimientos para adaptarse a cualquier cambio en las regulaciones; la implementación y operación, ya que es crucial asignar responsabilidades y recursos adecuados para llevar a cabo el plan de acción, que incluye la capacitación del personal, la gestión de documentación y la creación de canales de comunicación efectivos dentro de la organización y hacia el exterior, y por último, la verificación, que es la etapa donde se deben establecer procedimientos para medir regularmente el cumplimiento de los objetivos establecidos, lo que incluye auditorías internas y revisiones de gestión que permiten identificar áreas de mejora.
Adoptar la norma ISO 14001 no es solo una cuestión de cumplimiento; es un enfoque proactivo hacia la sostenibilidad que integra los intereses económicos y ambientales. Las empresas que implementan un SGA pueden equilibrar sus objetivos financieros con la necesidad de cuidar el planeta. Además, fomenta una cultura de mejora continua, asegurando que las organizaciones no solo cumplan con las normativas ambientales, sino que también busquen constantemente maneras de ir más allá en su compromiso con la sostenibilidad. Implementar un SGA basado en la norma ISO 14001 también tiene beneficios económicos, como la mejora de la imagen empresarial, el acceso facilitado a capital, reducción de costos operativos y gestión de riesgos.
Mundialmente, existe una tendencia creciente hacia la responsabilidad ambiental. Sin embargo, los desafíos persisten, especialmente para las empresas ubicadas en países en desarrollo, donde algunas organizaciones temen que la norma se convierta en una barrera comercial. Por otro lado, grupos ambientalistas a veces cuestionan la efectividad de la norma, al señalar que su implementación puede no ser suficiente para abordar problemas ambientales más amplios.
A pesar de estos desafíos, la ISO 14001 sigue siendo una herramienta esencial en la estrategia empresarial contemporánea. Al promover una gestión ambiental efectiva, las organizaciones no solo se benefician a sí mismas, sino que también contribuyen a un futuro más sostenible para todos.