Por Carola Scialabba
Pablo Cabaleiro, conocido públicamente como El Mago Sin Dientes, vivió toda la vida en el partido bonaerense de Avellaneda con sus padres. Se inició en la magia a los 8 años, debutó en la TV en el programa de Carlitos Balá y pasó a la fama hace catorce años por una broma fallida en el programa Pasión de sábado: “Me habían contratado para grabar cámaras ocultas. La consigna era hacerle un juego de magia a Ricky Maravilla y me tenía que salir mal; había que molestarlo. El tema es que se enojó en serio y me pegó una piña”.
La anécdota no terminó allí. En el momento en que Marcelo Tinelli tenía más de 30 puntos de rating, dijo al aire: “Quiero ver al mago sin el diente”, frase que cambió la vida de Cabaleiro rotundamente: “Me fui corriendo al Registro de Marcas y Patentes para anotar ese nombre en varias categorías”.
La habilidad de transformar un imprevisto en una oportunidad lo llevó a hacerse conocido con su nombre ficticio, lo que obligó a marcar una clara línea entre su persona y su personaje: “Hablo de El Mago Sin Dientes en tercera persona porque yo no soy el personaje, lo tengo muy claro”.
—¿Cómo define Pablo Cabaleiro a El Mago Sin Dientes?
—Es un antihéroe, un personaje payasesco, mediático, que a la vez está metido en todos lados. Es colorido, gracioso, mezcla y combina la magia con el humor. En términos prácticos, es una marca, un producto y un personaje que armé a lo largo de estos últimos años.
—¿Cómo llegaste a ese personaje?
—Vi que había un nicho en blanco, la figura de un perdedor dentro de la magia, y me gustó la idea de ir por ese lado. Fui armando y aggiornando el personaje, creando una imagen de alguien torpe, que cause gracia en el público.
—¿Qué similitudes y diferencias hay entre Pablo Cabaleiro y El Mago Sin Dientes?
—Muchas diferencias. Pablo es tímido, muy callado, le dan vergüenza muchas cosas, pero en el momento en que me pongo la galera y me convierto en El Mago Sin Dientes, todo queda a un costado y hago todo lo que Pablo no haría.
—¿Sería una especie de alter ego?
—No sé si lo definiría así, pero sí opuestos. Al personaje no le da vergüenza levantar un cartel con una falta de ortografía, hacer payasadas, generar gracia en el público, meterse en un partido de fútbol o en los Martín Fierro. Ahora Pablo, en modo Pablo, pide permiso para entrar a un lugar; ahí es donde está este contraste.
—¿Cómo manejás ese contraste internamente?
—Cuando El Mago Sin Dientes está en modo personaje, actúa él, lo entrevistan a él, habla él, Pablo está a un costado, es más, Pablo no es el que está ahí. Sinceramente, lo tengo muy presente y muy separado esto del personaje y la persona.
—¿Podría decirse que no compartís los valores de El Mago Sin Dientes?
—Totalmente. Una referencia de esto es Mr. Bean, figura de la cual yo tomo muchas ideas. Es mundialmente conocido por su personaje, pero él es una persona distinta. Entre mi producto y yo tenemos esa misma sintonía, el personaje no tiene nada que ver con la persona.
—¿Cómo era tu vida antes de ser reconocido? ¿Tuviste apoyo de tu familia?
—El apoyo fue permanente y constante. A los 8 años mi abuela me regaló una caja de magia y ahí empezó todo. En cada viaje mis padres me traían libros, VHS o DVD, me acompañaron en todo. Igualmente, siempre insistieron en que, al terminar el secundario, hiciera una carrera más allá de la magia. Hoy se los agradezco, porque mi licenciatura en marketing fue lo que me permitió después tener el conocimiento para armar una marca y volcar todo eso en mi personaje que hoy es un producto.
—¿Es decir que usas estrategias de marketing para potenciar tu personaje?
—Al cien por ciento, sinceramente, no creo que hoy sería El Mago Sin Dientes sin haber estudiado. A través del marketing aprendí cómo armar una marca, posicionarla y darle comunicación. También aprendí a encontrar los nichos, ver estadísticas, hacer estudios de mercado y, en base a eso, tener un producto exitoso.
—¿A Pablo Cabaleiro le interesa la política?
—No, es parte del marketing de El Mago Sin Dientes, el hecho de repartir globos en un búnker político también es parte de esto. Me han ofrecido candidaturas para diputado, senador, intendente y siempre he dicho que no. No es lo mío, no me gusta hacer política de este estilo. Si con 42 años puedo vivir haciendo lo que a mí me gusta, no tengo necesidad de llegar a eso.
—Mencionaste a Mr. Bean como fuente de ideas. ¿Qué otros personajes te inspiran?
—Los Tres Chiflados me encantan. El Profesor Lambetain también, lo interpretaba mi profesor de teatro, Esteban Mellino, hacía de torpe, despeinado, con peluca, muy gracioso. Otro impresionante: Tandarica, un mozo que hacía payasadas, se le caía la bandeja, iba a servir una mesa y manchaba a la persona, parecía borracho. Por nombrar algunas referencias.
—¿Qué ganaste y qué perdiste en el proceso de vender tu marca?
—Gané popularidad, reconocimiento y el cariño de la gente, que es muy gratificante; también el hecho de tener una empresa propia, posicionar una marca, que es mi mayor capital. En negativo destacaría el hecho de que la gente ya no me ve como Pablo, si me ven en una reunión y no me conocían anteriormente, ven al personaje. Por ende nunca me toman en serio las cosas que haga o diga.
—¿Podría decirse que perdiste credibilidad?
—Claro, es que el personaje superó a la persona entonces la gente que no conoce a Pablo en profundidad ve que se lo está diciendo El Mago Sin Dientes, que es el que conocen.
—¿Cómo te sentís con esa idea? ¿Te gustaría que fuera distinto a futuro?
—En principio lo acepto porque yo armé ese personaje, pero es un poco chocante. A veces me pregunto si en algún momento me van a tomar en serio. Por ejemplo, yo doy clases en universidades, tengo tres cursos, todos los años es lo mismo, nadie espera que El Mago Sin Dientes le esté dando una clase de neuromarketing. Es más, tienen la vara tan baja que es muy fácil sorprenderlos, porque después de una hora de clase entienden que yo soy Pablo.
—¿Cómo es la faceta de Pablo como educador?
—Sinceramente, es muy interesante, lo que es neuromarketing mezclado con la neurociencia es una especialidad que estoy dando en la UCA, en la UTN y en la Universidad de Belgrano. En esas tres universidades, para los chicos que están estudiando la carrera de marketing, se dan posgrados de especialidad en la ciencia que estudia el funcionamiento del cerebro. Esto consiste en aprender a venderle al cerebro de la persona, en lugar de a la persona en sí, y así concretar objetivos de compras.
—¿Estás solo o tenés un equipo en la empresa?
—No tengo un equipo, pero sí tengo socios porque mi empresa se divide en varias partes. Por un lado, tengo la escuela de magia, por el otro un teatro en la costa y un local donde se comercializan productos. Lo que manejo de manera personal son las clases en universidades o las charlas para empresas que a veces me contratan para ser speaker de algo puntual.
—¿Tenés alguna ambición?
—Mi sueño es hacer una presentación en Las Vegas. Especialmente porque la gente no esperaría que El Mago Sin Dientes esté haciendo un show en el lugar donde actúan los mejores magos del mundo.