Por Rocío Lastra

La escena de la música electrónica alternativa creció exponencialmente en los últimos años en Buenos Aires. El fenómeno pasó de ser exclusivamente underground a tener lugar en algunos de los clubs más relevantes de la cultura nocturna. La comunidad del Bass Music comenzó a trabajar más colectivamente y se dejaron atrás ciertas competencias. Una reivindicación cultural del fenómeno rave y la popularización de géneros de electrónica con tempos más acelerados acercaron el oído del público general a este sonido. Esto permitió el escenario actual, con grandes convocatorias, buenos locales, sonido de calidad, mayor difusión y una creciente visibilidad.

LA CULTURA DRUM AND BASS

El género musical Drum and Bass (DnB) nació entre finales de los 80 y principios de los 90 en el Reino Unido. Es difícil definirlo, su sonido es amplio y abarcativo. Es más apropiado llamarlo movimiento o cultura. Musicalmente, se trata de ritmos rápidos, a partir de los 160 BPM (Beats Per Minute, en castellano Pulsos Por Minuto), como el jungle, por ejemplo, que pueden llegar a los 174 BPM e incluso más. El protagonismo está puesto en líneas de bajo y sub bajo y breaks de batería intrincados y sincopados. Tiene influencias de todo tipo: sus raíces se encuentran en el sonido jamaiquino, el reggae, el hip hop, el acid house, el funk, el soul, el jazz y el Detroit techno. Se caracteriza por su amplia variedad de subgéneros, desde el jungle, el intelligent DnB y el liquid funk, hasta el minimal, el neurofunk, el jump up, el dancefloor, los rollers y sus variantes.

En el libro State of Bass: The Origins of Jungle/Drum & Bass, Martin James ubica la llegada del género al mainstream en Gran Bretaña al lanzamiento del disco New Forms, de Roni Size & Reprazent, en 1997. En Argentina, uno de los primeros registros discográficos con influencias de Drum and Bass fue el primer LP de Ronan Portela, editado en 1999, grabado y mezclado en el estudio de Tweety González (Fabián Andrés González Amado) y masterizado en el estudio Panda. En este disco se escuchan géneros como DnB, techno, house y deep house. 

LA CONSOLIDACIÓN PORTEÑA

En Buenos Aires, el movimiento se consolidó hacia los 2000, con las primeras fiestas exclusivamente de Drum and Bass. El DJ, productor de eventos y organizador de las sesiones de DnB Liquidme, David Castillo, también conocido como Drumanddavid, aseguró que “la evolución de la música electrónica en la Argentina fuerte fue a fines de los 90 y principios de los 2000”. El DnB llegó en la misma época de la mano de DJs como Carlos Alfonsín, representante de la electrónica del momento, quien habría sido el primero en pasar temas del género en sus sets. 

Fiesta en La tangente en marzo de este año. (Foto: Agus Galiano)

Buenos Aires Frente Jungle (BAFJ) surgió en 1997 con el propósito de difundir el DnB. Conformado por los DJs, pioneros y referentes Eduardo La Forgia, mejor conocido como Bad Boy Orange, y Fernando Vivas, alias DJ Buey, el dúo lanzó su propia fiesta en 2002, la +160 Drum & Bass Suite (al principio llamada El Ritmo). Comenzó como un ciclo semanal los martes en el Club Dorado y luego en Bahrein. En la actualidad se sigue realizando periódicamente en lugares como La Tangente, Artlab y Dunepark, y se mantiene vigente como uno de los eventos más relevantes de la escena. Por su cabina pasaron importantes artistas locales como Giorgiolive, Reche, Fauna, Morgan Audio, Intima, Miguelius, Felipee, Gustavo Lamas, Zuker, MIG, Nicolás Brito, e internacionales, como S.P.Y, Murdock, DJ Marky, TC, Dillinja, Jenna G & Danny Wheeler, Bryan G y muchos más.

En una nota de la revista Forbes publicada en 2021, el periodista y DJ Giorgio Arturi asegura que Bad Boy Orange es el único DJ argentino que ha organizado una fiesta con 20 años de permanencia (10 años semanal y 10 años mensual, más allá de la porteña Club 69). En la misma nota, Bad Boy explicó: “Una vez consolidada la escena a principios de los 2000, tuve la idea de hacer un ciclo musical (la idea era alcanzar una buena periodicidad para poder vivir de eso), y con un importante núcleo de artistas emergentes, que éramos amigos. Inicialmente se llamó El Ritmo y luego +160 Drum & Bass Suite, que se interrumpió penosamente con la llegada de la pandemia”.

Mayra Bucceri, alias Bad Venus, cantante, DJ y host de +160 desde 2022, explicó su relación con el evento: “El hosting fue algo que surgió por una invitación, +160 me invitó a participar como host y no podía decir que no, aunque no tuviera idea de cómo hacerlo y nunca lo había hecho. Pero por suerte salió bien”. Acerca del trabajo de un MC, amplió: “Es una tarea compleja que demanda energía y un estado de ánimo muy arriba, también requiere muchísima exposición. De todas formas, hay diferentes maneras de llevarlo a cabo”.

LAS FIESTAS DEL GÉNERO

La escena del bass porteño tiene cada vez más fiestas del género. Liquidme es un evento que tomó mucha relevancia el último año, organizado por David Castillo, Ludmila Penalva y Daniel Millaa, también conocido como DMF. Llegó a convocar alrededor de 500 personas en el bar Ache Paraje y, en su última edición, alrededor de 200 en el mítico The Shamrock. Nació en la cuarentena, cuando tuvo su primer evento en San Justo, pero la apertura parcial no los convenció. El formato final surgió en un local de Kebab Rolls, explicó David; ahí se terminó de cocinar la conexión para la sociedad que funciona hasta hoy. Hicieron ediciones en Niceto Bar y luego pasaron a Ache, donde se masificó la convocatoria. También realizan el festival Bye Bye, en cuya última edición se presentaron 21 DJs acompañados por un host.

Fiesta en Dune Park en mayo de este año. (Foto: Agus Galiano)

Quid, la productora detrás de Liquidme, también lleva a cabo un proyecto de difusión y creación de contenido. Publican podcasts, mixes y entrevistas donde promueven artistas locales e internacionales. Drumanddavid comentó que es un respaldo clave y parte fundamental de su propuesta.

La realización de eventos underground enfrenta complicaciones de financiación históricas. El trabajo requiere vocación por parte de los artistas y productores. No hay plata. Axel Brunetti, alias Bvlly, DJ y organizador de Kaijv, una de las fiestas más nuevas del género, afirmó: “Esto que hacemos no lo hacemos por la plata, lo hacemos porque es algo que realmente nos gusta y algo que nos llena el corazón”. Esta motivación atraviesa el fenómeno en general y se ve reflejado en la esencia de los eventos. 

Según David, se trata de entender la música para compartir. “Esto se hace para la gente, es para compartir y de ninguna manera es para competir.” El público se conoce entre sí y hay una sensación de compañerismo. Se genera un fuerte lazo entre todos. “No vamos por moda ni porque sale en redes, vamos porque es un género que te atrae y te gusta realmente”, agregó Bvlly.

La pandemia generó una pausa de fuerza mayor que golpeó fuertemente a la vida nocturna y la producción de eventos. Pero con la reapertura se revolucionó la industria. Según el organizador de Kaijv, provocó un reinicio del público en general. Mayra coincidió:  “Después de la pandemia hubo un crecimiento y aparición de nuevas organizaciones, pero al mismo tiempo se complejizó el hecho de traer artistas internacionales debido al alto costo”. 

Festivales internacionales como Ultra Music Festival y Creamfields volvieron al país entre finales de 2024 y principios de 2025. Los ritmos quebrados, como el Drum and Bass, sonaron en algunos sets de los DJs mainstream y también de artistas locales. Esto representó la consolidación del fenómeno nacional en el marco de la expansión del género a nivel global. El bass music se estableció como movimiento local y se encuentra en un momento clave de crecimiento. Según Bvlly, el Drum and Bass está resurgiendo en Argentina.