Por Matías Riso

El lunes 19 de septiembre de 1955, Mar del Plata vivió uno de los episodios más traumáticos y menos difundidos de su historia. Aquella jornada, la Marina de Guerra atacó dos objetivos estratégicos de la ciudad: los tanques de combustible de YPF en el puerto y la Escuela de Artillería Antiaérea (hoy AADA 601). El ataque fue parte de la llamada Revolución Libertadora, el golpe de Estado que comenzó en Córdoba el 16 de septiembre y que culminaría con la renuncia y el exilio del presidente Juan Domingo Perón. 

El golpe fue encabezado por el general Eduardo Lonardi y el contraalmirante Isaac Rojas y contó con apoyo de los “Comandos Civiles”, un grupo de civiles antiperonistas. Su objetivo era destruir la infraestructura estratégica y neutralizar a las fuerzas leales al gobierno. Tres meses antes, el 16 de junio, había ocurrido el bombardeo a Plaza de Mayo, que dejó un saldo de 355 civiles muertos y más de 700 heridos, y generó temor entre la población sobre posibles represalias. 

EL DESARROLLO DEL BOMBARDEO

A las 6.40 de la mañana, un avión naval Cougar inició un primer ataque sobre los tanques de YPF, aunque falló en su misión. El crucero 9 de Julio, posicionado a 8.500 metros de la costa, destruyó 9 de los 11 tanques en apenas diez minutos de cañoneo, generando grandes columnas de humo que alarmaron a la población. Posteriormente, los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos atacaron durante 12 minutos la Escuela de Artillería, unidad leal a Perón que había sido evacuada ante la inminencia del ataque, destruyendo la antena del radar y el tanque de agua. 

El crucero 9 de Julio abriendo fuego.

Tropas del Ejército apostadas en la zona del Golf Club también fueron blanco de disparos, y se replegaron rápidamente. Grupos de civiles armados intentaron impedir el desembarco de marinos en la escollera norte, aunque terminaron retirándose ante la superioridad militar.

A diferencia de lo que indicaban los protocolos del “Comando Revolucionario”, la mayoría de los marplatenses no había sido alertada con antelación. Sólo en la mañana del 19, la policía recorrió la franja costera puerta a puerta pidiendo la evacuación de los hogares. Sin embargo, miles despertaron sobresaltados por el ruido de las bombas y la columna de humo de los tanques prendidos fuego. 

Las crónicas y testimonios dan cuenta de escenas de miedo y desorden: familias huyendo a pie por las calles llevando lo que podían, mientras se abrían paso entre esquirlas y explosiones. Algunos proyectiles alcanzaron viviendas y comercios cerca del puerto, aunque no se registraron víctimas fatales. 

La jornada también mostró un fenómeno singular: la participación civil en apoyo al golpe. Sectores de la población, especialmente medios y altos, irrumpieron en locales de la CGT, sindicatos y casas peronistas, destruyendo documentación y símbolos del peronismo. Hubo incendios, saqueos y la quema de placas, como la que había en la avenida Eva Perón, que pasó a llamarse Independencia. Las calles céntricas y el puerto fueron escenario de manifestaciones festivas de grupos antiperonistas, que celebraban el ataque de la Marina. 

Quema callejera de símbolos peronistas.

Estas acciones, y la amenaza de hacer lo mismo con los tanques en las destilerías de La Plata y de Dock Sud, fueron determinantes para la renuncia de Perón, tres días después de los ataques. El 21 de septiembre, Lonardi asumió como presidente provisional de facto, y dos días después ingresó a la Casa Rosada. Allí, en su primer discurso, pronunció la famosa frase “Ni vencedores ni vencidos”, dando a entender que no quería presentarse como un general que impondría un nuevo sistema, así como tampoco quería ser un sustituto de Perón. Su programa político estaba dirigido a conciliar las diferencias de dos grupos antagónicos dentro del país

A 70 años, el bombardeo de Mar del Plata sigue siendo un episodio poco recordado en la historia argentina. Aunque no dejó víctimas fatales, la destrucción, el miedo de la población y la participación civil en el golpe lo convirtieron en un símbolo del clima de violencia política que marcó el fin del gobierno de Perón.