Por Mía Yelpez y Solana del Barro
En la esquina de Intendente Aphalo y Misiones, a metros del Hipódromo de San Isidro, se encuentra una casita de madera que ya forma parte del paisaje del barrio. A simple vista es una estructura pequeña, pero guarda algo más grande: libros para todos y un proyecto comunitario que crece cada día llamado La Casita Literaria, una iniciativa vecinal que busca acercar la lectura a quienes pasan por la zona.
La historia comienza en noviembre de 2021, cuando Mario Erkekdjian, de 82 años, decidió lanzar el proyecto luego de sorprenderse durante una visita familiar a Estados Unidos, al ver un espacio vecinal en el que cada residente dejaba objetos que ya no usaba para que otros pudieran aprovecharlos. Cuando volvió a la Argentina, imaginó una casita dedicada exclusivamente a los libros y propuso la idea al barrio. En seguida, recibió el apoyo de su esposa Marta y de varios vecinos que se sumaron a colaborar. “Los libros son magia, un mundo donde podés descubrir muchas cosas”, dice.
La casita se construyó en el taller que Mario tiene al fondo de su casa, y las medidas fueron proyectadas en función de las puertas, para que una vez terminada pudieran sacarla a la vereda. “Al mes, con cinco o seis mujeres vecinas la construimos. Quedó de 1,20 de largo, 1,10 de ancho y 1,85 de alto”, recuerda emocionado. Mario comenzó el proyecto con libros propios: “Puse 300 libros que tenía en mi biblioteca, y al mes, me desbordaba la cantidad de libros que seguía recibiendo”.

El funcionamiento de este proyecto es simple, no hay que dejar registrado ni quién retira ni qué libro se lleva, y el concepto de devolverlo se deja en la responsabilidad y los principios de ética de cada uno. Es posible regresar los libros, quedárselos, o incluso compartirlos. Inicialmente cada persona podía llevarse un máximo de dos libros por vez, por una cuestión de cantidad de ejemplares disponibles, pero ahora es posible llevarse la cantidad deseada.
El hogar de libros está dividido en tres secciones: infantiles, novelas y cultura general, que incluyen desde obras históricas hasta textos en otras lenguas. El nombre La Casita Literaria resultó el ganador entre diez opciones, en una votación que se difundió en el grupo de WhatsApp que Mario administra junto a más de 60 familias locales. “Lo más lindo del proyecto es la conexión que se generó entre la gente. Existe un intercambio y una unión más consolidada en el vecindario”, dice Mario.
“Leer en papel todavía tiene magia, y eso la tecnología no lo tiene”, señala. Una magia que cae, desde la perspectiva de Mario, en una educación más completa y se convierte en un hábito que, quizá, se mantendrá entre generaciones con el paso del tiempo. La circulación de libros genera en Mario “la gran satisfacción de dejar un pequeño granito de arena”. “Con cada semilla que pongo”, asegura, “recibo el doble de lo que siembre en generosidad, en contacto, en relaciones humanas, en oportunidades de conocer gente.
La Casita fue distinguida como embajadora de la paz por la organización Mil Milenios de Paz, que abarca desde Alaska hasta la Antártida y reconoce el impacto que tiene la actividad de la casita en la sociedad. Ese reconocimiento, cuenta Mario, “lo lucimos con mucho orgullo y hay una banderita puesta en la casita”.
“Dos palabras: actitud y aptitud. Podrás tener aptitud pero sin actitud de hacerlo no sirve de nada”, reflexiona Mario, que se define como un hombre con mucha actitud. No por nada su rutina está repleta de tareas que tienen como objetivo final ayudar a terceros.
En el taller de herramientas que tiene al fondo de su casa no sólo construyó en 2021 la casita literaria, sino que también ayuda a quienes necesitan reparar piezas y arma juguetes de madera que luego donan con el grupo de vecinos a hospitales y distintos centros educativos. “Son realizados en madera por un tema de durabilidad a largo plazo”, explica. Mario menciona que en el grupo todas las personas son activas y toman el proyecto como propio, por lo que no aportan lo mínimo, sino que se comprometen con toda la predisposición posible.

Hoy hay 14 casitas literarias terminadas y otras cinco que se están terminando de construir. Cuatro años pasaron ya desde que el proyecto que comenzó Mario con una idea traída de un viaje tomó forma y demostró que a muchas personas les interesa leer pero no pueden invertir en un libro; la Casita les da la oportunidad de hacerlo.
Sobre el legado que deja en San Isidro, responde que el proyecto se traduce en una terapia personal que se retribuye con la gratitud de la gente. Mario tiene como objetivo “que haya una casita en cada plaza y en cada lugar público, que este proyecto sea accesible para muchos”, ahí donde una comunidad quiera abrazar un libro y compartirlo con otro.
La Casita Literaria se encuentra a disposición todos los días. Cualquier persona que camine por esa esquina puede acercarse, abrir su pequeña puerta de madera y encontrar un libro diferente. El proyecto mantiene su espíritu original, ofrecer un espacio simple, accesible y cercano donde la lectura forme parte de la vida cotidiana del barrio.



