Por Agustina Urbano y Bianca Antón
Juan Carlos Piovano fue designado por la Cámara Federal como el encargado de editar las fotos del Juicio a las Juntas Militares que se publicaron en los medios nacionales e internacionales. En diálogo con Diario Publicable, afirma que cubrir un juicio tan memorable fue lo más importante de su carrera como reportero gráfico porque todos los días “la noticia daba la vuelta al mundo”.
Recuerda testimonios “muy dolorosos” como el de los padres de Floreal Avellaneda, el chico de 15 años que murió “empalado” en 1976. Además, señala que había mucha presión de las Fuerzas Armadas y que por eso no se pudieron pasar por televisión los testimonios de las víctimas. Según Piovano, los militares “habían logrado que eso se silenciara por un tiempo”.
La situación era tan difícil en esos primeros años de democracia, que para evitar posibles atentados los jueces depositaron el material audiovisual en el Parlamento de Noruega, “en un lugar antibombas”.
En Buenos Aires, los negativos de las fotos que había sacado durante el juicio, desde abril hasta diciembre de 1985, “desaparecieron” de la Cámara Federal, donde él los había llevado, y nadie sabe dónde fueron a parar.
“Cuando entraron como ratas a la sala de audiencias, no lo podíamos creer”, afirma cuando se acuerda de los jefes militares, a los que define como “cínicos, asesinos y malparidos”.
Juan Carlos Piovano y parte del material fotográfico producido en las audiencias durante el Juicio a las Juntas
Piovano trabaja desde hace 40 años como reportero gráfico. Pasó por Editorial Atlántida, el diario La Razón y la revista Confirmado, entre otros medios.
Fue corresponsal del New York Times en Nicaragua durante la Revolución Sandinista, colaboró con Newsweek, Washington Post y la revista brasileña Veja. Desde hace diez años es editor de Fotografía de la agencia de noticias Télam.
“Nunca más”
Piovano confiesa que la parte final del alegato acusatorio del fiscal Julio César Strassera todavía lo emociona. Con la voz entrecortada señala que el texto, escrito por el dramaturgo Carlos Somigliana, uno de los autores que participaron de Teatro Abierto, “decía más o menos así: ‘Voy a decir palabras que no son mías, son del pueblo argentino, Nunca Más’”.