Por Paula Grandis @paulagrandis
En la audiencia de esta tarde se examinaron los secuestros y asesinatos del destacado guionista de historietas Héctor Germán Oesterheld y de sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina. También, se trató el caso Lebed y se retomó el caso de Elena Holmberg con el testimonio del ex embajador Gregorio Dupont, quien implicó aún más al almirante Emilio Eduardo Massera en el asesinato de la diplomática argentina.
EL caso Oesterherld
“Señora, su marido vive, pero no le puedo decir adónde está, discúlpeme”. Al oír al oficial pronunciar esta frase, Elena Sánchez de Oesterheld respiró aliviada tras meses de incertidumbre acerca del estado de su esposo, el reconocido guionista Héctor Germán Oesterheld, autor de la renombrada historieta de ciencia ficción El Eternauta. Sin embargo, nunca un alivio fue tan efímero: esa misma noche su hija Estela fue asesinada brutalmente. Un año atrás, ya había perdido a otra de sus jhijas, Beatriz.
Héctor Germán Oesterheld junto a sus cuatro hijas: Estela, Diana, Beatriz y Marina.
La sala de audiencias se sumió en un respetuoso silencio para escuchar el drama de la testigo. Poco antes del comienzo de la dictadura cívico militar que se apoderó del gobierno en 1976, Héctor Oesterheld había comenzado a militar en el ala izquierdista del peronismo, empujado por el fervor de sus hijas.
El golpe de Estado forzó a Oesterheld y sus hijas a pasar a la clandestinidad. Tres meses más tarde, el 2 de julio, la tragedia golpeó a la familia: se supo que Beatriz, de 19 años, había sido asesinada. Días antes, la joven se había reunido con su madre en la confitería Jockey Club de Martínez, donde había expresado que dejaría de militar, ya que quería comenzar a estudiar Medicina. El 7 de julio les entregaron el cuerpo de Beatriz. A partir de entonces, Sánchez de Oesterheld dejó de encontrarse con sus hijas. “Tenía miedo de que si se veían conmigo, yo sería el nexo para que las descubrieran”, declaró en el estrado.
Un mes después del asesinato de Beatriz, Diana fue secuestrada en la provincia Tucumán, en donde residía con su familia. Al momento del secuestro tenía 23 años y estaba embarazada de seis meses. Su hijo Fernando, de poco más de un año, también fue secuestrado y entregado como NN en la Casa Cuna provincial. Meses después, lo hallaron sus abuelos paternos. Diana fue trasladada a Campo de Mayo, donde dio a luz a su bebé. Ambos permanecen desaparecidos.
En septiembre de 1976 el Ejército allanó el hogar de los Oesterheld. Buscaban al guionista. En la casa, se encontraban Elsa y la empleada doméstica, la testigo María Arce García. Según lo atestiguado, las interrogaron sobre las actividades de la familia y también sobre si había habido armas o panfletos en la casa. Antes de irse, según Sánchez de Oesterheld, uno de los oficiales le dijo: “A sus hijas se las vamos a matar a todas”.
La última foto de Elsa con sus hijas y nietos.
El 27 de abril de 1977 finalmente hallaron al escritor. Oesterheld, de 59 años, había pasado durante diversos centros de detención, entre ellos, El Vesubio, en donde los testigos Juan Carlos Benítez y Javier Casaretto declararon haberlo visto. De acuerdo con su testimonio, compartieron su cautiverio con Oesterheld entre finales de 1977 y principios de 1978. También atestiguaron que el estado de salud del escritor era delicado y que en la noche del 24 de diciembre de 1977, lo vieron con una herida en la cabeza.
El 4 de diciembre de 197, la mayor de las Oesterheld, Estela, le escribió una carta a su madre para informarle que la menor, Marina –“la más reservada y taciturna, la que más se parecía al padre”– también había sido secuestrada. La joven, de 18 años, estaba embarazada de ocho meses. Aunque se cree que Marina dio a luz en Campo de Mayo, ella y su bebé continúan desaparecidos.
A los pocos días, dos oficiales tocaron la puerta del hogar de Sánchez de Oesterheld. “Tenían a mi nietito, el hijo de Estela”, afirmó apenada y agregó: “Habían realizado un operativo en su casa en Longchamps. No la encontraron. Entonces, se llevaron al chiquito adonde estaba mi marido. Él les dijo que me lo entregaran a mí”. Según Sánchez de Oesterheld, uno de los oficiales le dijo que le escribiera una carta para el guionista, que él se la entregaría. Sin dudarlo, la escribió. Jamás recibió respuesta. “Nunca más supe nada de él hasta que aparecieron los testigos de la CONADEP”, declaró.
Entretanto, Estela ya había vuelto a su casa, en donde una patrulla la esperaba. Intentaron fusilarla. Herida de bala, fue llevada por un vecino al hospital Lucio Menéndez de la localidad de Adrogué, donde falleció.
A principios de 1978, en el centro de detención Campo de Mayo, Juan Carlos Scarpatti, testigo de la CONADEP, se encontró con Héctor Oesterheld. Había sido golpeado y se lo notaba angustiado, por lo que, Scarpatti le preguntó qué le ocurría. La respuesta lo dejó sin habla: dijo que sus captores le habían mostrado las fotos de sus cuatro hijas muertas.
El caso Lebed
María Susana Lebed fue secuestrada de la casa de sus padres -los testigos Aníbal Lebed y Nélida Jauregui- en City Bell el 30 de septiembre de 1976. Simpatizante peronista, era médica residente en el Hospital Municipal de Florencio Varela. Una amiga de la familia vinculada con el gobierno de entonces, Diana Julio, comenzó gestiones para averiguar su paradero. Se entrevistó con el coronel Ramón Camps, ex jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires, y con el general Edmundo Ojeda, ex jefe de la Policía Federal. Según Lebed, Ojeda le dijo a Julio: “Recomiéndele al señor Lebed que no se mueva porque lo van a chupar a él y eso la va a perjudicar a su hija”. Asimismo, Lebed declaró que, en un momento, se le informó que su hija se encontraba con vida ejerciendo como médica, pero luego dejó de tener información sobre ella ya que, según le decían, “ya no figuraba por nombre y apellido sino por número, y entonces era imposible identificarla”. María continúa desaparecida.
Dupont acusa a Massera
La declaración del diplomático Gregorio Dupont aportó nuevos datos clave que compremeten aun más al almirante Emilio Eduardo Massera en la muerte de la diplomática Elena Holmberg.
Según declaró Dupont, meses antes de su secuestro, se había encontrado con Elena, su amiga desde hacía años. En aquel encuentro, la diplomática asesinada le había confiado que tenía pruebas de que Massera se había reunido con Mario Eduardo Firmenich, uno de los líderes de Montoneros, en París.
Según le habría indicado Holmberg a Dupont, Massera le habría entregado a Firmenich una suma superior al millón de dólares como parte de un acuerdo para que esa organización no realizara ninguna acción durante el Mundial de 1978.
Ante tal revelación, Dupont contó que le pidió a Holmberg que callara. “No hablés más. Vos venís de afuera. En este país, hay gente que desaparece. Por favor, no lo repitás a nadie, no me cuentes más…Es peligrosísimo”, le imploró Dupont a Holmberg en aquel encuentro.
En 1982 Dupont debía prestar declaración ante el juez federal Fernando Zavalia en el marco del proceso de investigación del asesinato de la diplomática. Con su testimonio, se implicaría al ya retirado almirante Massera. Dupont sabía cuán fatales podrían ser las consecuencias. Aun así, tras reunirse con Héctor Villalón, integrante del Consejo Superior del Peronismo en el exilio, y varios reporteros extranjeros, había logrado validar la información brindada en confianza por su amiga. Dupont declaró. Días más tarde, su hermano, el publicista Marcelo Dupont, fue secuestrado y asesinado.