DANDY PARIHUAMAN @DANDYPARIH
“Hay un fusilado que vive”, susurró un hombre detrás de un vaso de cerveza, en un bar de la ciudad de La Plata, la noche del 18 de diciembre de 1956. Rodolfo Walsh solía jugar al ajedrez en ese lugar, y esa frase le cambiaría la vida. Fue el comienzo de una ardua investigación de meses que lo llevó a encontrar a siete sobrevivientes de los fusilamientos clandestinos de José León Suárez, ocurridos en la madrugada del 10 de junio de 1956. Internado en una alejada isla del Tigre con el seudónimo de Francisco Freyre, y en compañía de un revólver, Walsh descubrió un descomunal crimen organizado y ocultado por el Estado.
El libro está dividido en tres partes: comienza con las personas, después los hechos y finalmente la evidencia de los crímenes y violaciones de los derechos humanos por parte de la dictadura militar. “Se detuvo a un grupo de hombres antes de entrar en vigencia la Ley Marcial; que no se les instruyó proceso; no se averiguó quiénes eran; no se les dictó sentencia y se los masacró en un descampado”, se lee.
Las personas
Walsh averiguó que fueron doce los detenidos esa noche de junio, y que los “fusilados que vivían” eran siete: Juan Carlos Livraga, Miguel Ángel Giunta, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Julio Troxler, Rogelio Díaz y Reinaldo Benavídez. La otra lista fue la de los nombres de las cinco personas que no corrieron la misma suerte y fueron ejecutadas esa misma noche en el basural: Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Mario Brion, Carlos Lizaso y Vicente Rodríguez.
(Cámara y producción: P. Moreno Ross y S. Alonso Novo)
Diez de ellos estaban reunidos en la casa de Di Chiano, en la localidad de Florida, al norte del Gran Buenos Aires, para escuchar, por radio, la pelea de Lausse. Los otros dos -Troxler, exoficial de policía y miembro activo de la resistencia, y Benavídez, que había ido a la casa más tarde y fue detenido por policías que esperaban a que alguien más cayera- no se encontraban en la reunión, pero fueron trasladados al mismo lugar junto con los demás. Por su parte, Juan Carlos Torres, inquilino cumplidor de Di Chiano, logró salvarse porque saltó un muro y huyó no bien entró la policía.
Los otros dos protagonistas de esta historia son Gutiérrez Moreno, el oficial a cargo de la Unidad Regional de San Martín, donde llevaron a los fusilados, y Fernández Suárez, Teniente Coronel a cargo del allanamiento y quien dio la orden de ejecución.
Los hechos
Operación Masacre es una recopilación de crónicas y perfiles que denuncia los fusilamientos de un grupo de civiles en los basurales de José León Suárez, acusados de conspiración contra el gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu, luego del fracaso de la sublevación llevada a cabo por los generales peronistas Juan José Valle y Raúl Tanco, el 9 de junio de 1956. Ver a continuación el perfil de los fusilados.
La obra reconstruye los hechos mediante el testimonio de los sobrevivientes. En cada página, Walsh muestra todo el pánico, el suspenso y la incertidumbre de esos hombres que corrían en penumbras antes de ser ultimados. “Lo están alumbrando, le están apuntando”, escribió, cuando narraba el momento en que Horacio Di Chiano se hizo pasar por muerto para salvarse de las balas que le rozaban la nuca.
(Cámara y producción: Brenda Wagner Ambrosis)
Operación Masacre ha sido analizada como una de las primeras novelas de “no ficción”, género que ahora se conoce como “Nuevo Periodismo”. Su publicación es anterior a A sangre fría, de Truman Capote, que muchos consideran pionera del rubro. Walsh utilizó las mismas técnicas que empleaba en sus cuentos policiales.
La historia de Livraga parecía más una ficción apta para todos los ejercicios de escepticismo. Pero Walsh la creyó en el acto, consciente del triste final que también a él le esperaría años más tarde, en manos de la dictadura de Videla y compañía. El proyecto de Walsh fue llevado al cine en 1972 por Jorge Cedrón, quien rodó e hizo varias exhibiciones en la clandestinidad.