Por Lucila Venerus Resa @suerterara
La charla comenzó un poco más tarde de las 19. “Dos amigos; uno compositor de canciones, cantante y miembro de un grupo de pop-rock, el otro un escritor de narrativa, hablan sobre sus procesos creativos. En principio tengo que decir que esta definición de lo que va a suceder hoy acá no me convence mucho, más que nada porque desconfío de la palabra ‘creatividad’”, planteó Cohen luego de una breve introducción respecto de por qué lo que había sido pensado como taller literario devino en esta charla.
Dárgelos también descartó la idea de un taller ya que nunca acudió a uno y “tampoco iría”. Ambos disertantes coincidieron en la desconfianza respecto de la llamada creatividad, algo que según Adrián “es el motor de la persona que termina escribiendo: a partir de que uno avanza en la narrativa, empieza a tener desconfianza”.
Luego hablaron de sus inicios en la escritura. “¿Vos cuándo te diste cuenta de que ibas a ser escritor?”, preguntó Dárgelos a Cohen, quien contó que siempre leyó libros que le gustaban pero después de ir a varios talleres literarios comenzó a leer mucho más y a partir de ahí empezó a pensar en cómo estaban hechas esas historias que tanto lo atrapaban. En cambio Dárgelos sostuvo que, a pesar de haber asistido a talleres de ese tipo, fue lo autodidacta lo que lo impulsó a escribir. “Ir al conservatorio, aprender música y estudiar composición no te convierten necesariamente en un artista; del mismo modo, asistir a talleres literarios o cursar en la universidad una carrera relacionada con la escritura no necesariamente implica que luego la persona se dedique a escribir. Sobre todo en lo que producimos nosotros, que exprimimos la imaginación, estamos en ese juego bucólico permanente”, añadió.
El escritor y el cantante se consultaron acerca de las maneras en que aprendieron a componer en un caso, y a sumergirse en la literatura en el otro. Dárgelos aportó: “No es un proceso consciente, es algo acumulativo que va generando una voz y una forma de reaccionar ante esa realidad en la que de pronto se es constante. LLega un punto en que uno se da cuenta de que no deja de escribir o, en mi caso, de cantar”.
A pesar de que sus modos de escritura no son iguales, hace varios años Dárgelos y Cohen compusieron “Falsario” de manera conjunta. Se trata de una canción incluida en el disco “Anoche”, que Babasónicos publicó en 2005. Además Cohen formó parte de “Jessico, el documental”, una producción audiovisual que la banda estrenó en 2013, para la que el escritor da su testimonio. Existieron otros varios encuentros entre estos artistas, como por ejemplo en 2001 cuando surgió “Adrián Dárgelos y Marcelo Cohen: La imaginación al poder”, una entrevista–charla que salió publicada en la revista Inrockuptibles en agosto de ese mismo año.
Puede parecer que Dárgelos y Cohen no tienen nada que ver, pero a la hora de componer canciones en el caso del líder de Babasónicos, o de escribir poesía, novelas o traducir textos en el caso del escritor de “Un año sin primavera”, coinciden: no se sentarían todos los días a escribir. “Vos, como escribís narrativa, podés hacerlo desde la voluntad, proponiéndote escribir durante un período determinado, de horas largas. Si te sentás, agarrás cierta conducta; en eso el proceso es más parecido a tocar música que a escribir canciones“, opinó Dárgelos. Cohen retrucó: “No todas las escrituras son iguales, ni se llevan de la misma manera. Sin embargo, las dos provocan eso que percibimos, esa instancia de salir al encuentro de algo que nos llega hasta de una forma neuroquímica y nos da placer cuando lo encontramos”.
Además, sintió curiosidad e indagó sobre qué es lo que motiva a Dárgelos a sentarse a escribir. “Atrapar cosas. Es parte de un combustible que necesita el performer que soy para estar en el escenario. Una canción tiene, a la vez, en tanto escritura una conciencia que está declamada, y una interpretación que es distinta cada vez. Uno escribe para tener un efecto sobre el personaje que la canta, que muchas veces es uno mismo. Creo que eso no se separa mucho de la escritura”, respondió el vocalista.
Cohen preguntó a Dárgelos cuántas canciones escribió en su vida. “Debo tener cuatrocientas publicadas y grabadas, pero para eso debo haber tirado doscientas más. Invierto un montón de tiempo en fracasos, pero a veces soy feliz durante el periodo en que escribo incluso eso que después no puedo mostrar a nadie”, replicó Adrián. “Me parece que una de las virtudes de la canción es que remite a anécdotas de la vida, a distintos momentos y sensaciones, pero siempre desde una suerte de trastorno del tiempo. Es muy curioso porque te pone de manera momentánea absolutamente en otro lugar, algo que no pasa con la novela. La novela es como la serie, uno vuelve a encontrarse todos los días con lo mismo; con las canciones no pasa eso, pierden el anclaje cronológico y al hacerlo hacen que uno también lo pierda“, planteó Cohen.
“Tiene algo de generar un tiempo interno en el oyente que lo arrastra y lo despega de cuando la canción fue tocada“, coincidió Dárgelos. Y sumó: “Hay un momento que me gusta mucho en los compositores que es cuando lograron una cierta madurez en la composición, algo que no tiene nada que ver con el paso del tiempo. Hay compositores que muy prematuramente fueron adultos, maduros en cuanto a que podían transmitir una vivencia sin edad, que no refleja al autor de la canción sino la que podría ser la reflexión de un anciano. A mí me llama mucho la atención cuando doy con compositores que son prematuramente muy maduros, que desde muy pronto lograron la experiencia total con la canción y saben cómo ir a cualquier lado con ella”.