Por Candela Cebrero @candecebrero

Las redes sociales son muchas veces acusadas de generar dependencia y distracción, y hasta de degradar la cultura. Sin embargo, y frente a este discurso pesimista, varios artistas han decidido explotar a su favor el alcance de estos (ya no tan) nuevos canales de comunicación.

El escritor Leandro Gabilondo es uno de ellos. Comenzó a compartir sus trabajos en perfiles personales con el único propósito de “divulgar la palabra”, dice. “Considero que hay que aprovechar todos los espacios y compartir la literatura en todas sus formas”, afirma el autor de “Kerosene de lo posible”.

La difusión de sus poemas fue tal que algunos versos llegaron a remeras, paredes y hasta tatuajes. “Nunca esperé que pasara lo que pasó. Es maravilloso. Estoy enamorado de la literatura”, dice. A raíz de esa viralización, además de incrementar su notoriedad en las redes el escritor también aumentó la venta de ejemplares en formato papel, algo por lo que está enormemente conmovido y agradecido.

Gabilondo sigue sin entender cómo sus poemas lograron semejante difusión, pero lo toma como “una circunstancia del contexto”. A su vez, el poeta festeja que los nuevos formatos para compartir literatura generen pluralidad de voces: “Siempre que seamos más, es mejor. Que la literatura se multiplique, que no quede nadie afuera. Esa es mi bandera”.

Una peculiaridad de los poemas de Gabilondo es el uso de frases cotidianas en la Argentina, lo cual genera familiaridad y la posibilidad de identificarse con las situaciones que describe. Lejos de ser una herramienta para sumar lectores, el artista explica: “Nací en un barrio de clase trabajadora en Arrecifes, mi infancia y mi adolescencia transcurrieron mayormente en un club de barrio. Ese es mi planetita y trato de escribirlo lo más preciso posible”.

El escritor se muestra abierto a recibir críticas por su trabajo, siempre y cuando sean con respeto y buena intención. Sobre los comentarios negativos con cierto ápice de maldad, afirma que “la mala leche es más vieja que las piedras” y la única derrota posible sería no hacer lo que siente como lo siente.

Me pone feliz y nunca deja de sorprenderme que algo así pueda suceder. No existe mayor satisfacción que saber que lo que hago puede conmover a alguien”, se sincera el poeta, quien también afirma sentirse excedido por el momento de éxito personal que está viviendo: “Me moviliza un montón. Lo agradezco casi de manera frenética”.