Por Josefina Rotella
Ni influencers ni youtubers ni instagramers. Los filmmakers se dedican a hacer videos sobre viajes y vivencias. Capaces de resumir una semana en un minuto, son parte de la nueva ola de trabajadores freelance que no necesitan más que de su cámara y su computadora.
Un ejemplo de esta nueva tendencia es Valentín Fernández Caride, un joven filmmaker de dieciocho años que se dedica a hacer “Lifestyle Videos” de sus viajes y videoclips para artistas como Lucas Spadafora o para influencers como Delfina Ferrari, así como publicidades para reconocidas marcas como Mercedes Benz.
Todo comenzó en 2013, cuando se grabó con una GoPro haciendo skateboarding junto a sus amigos y luego presentó el video ante una profesora como trabajo práctico para el taller de arte. En ese entonces no le “encontraba la vuelta al dibujo”, y decidió imponer su propio tipo de arte, el de grabar y editar.
Su contenido fue cambiando con los años. Pasó por videos anuales llamados “Pool Edits”, que sube recordando y mostrando cómo un mismo lugar y un mismo filmmaker pueden evolucionar, y llegó a generar videos de viajes, de ski y snowboard, y hasta sus clásicos “My Year”, en los que recopila los mejores momentos de un año en videos de unos pocos minutos.
El proceso creativo comienza cuando elige qué tipo de contenido va a crear. Esto depende de si es una publicidad en la que debe destacar determinado producto, o si lo hace por voluntad propia. La diferencia radica en que en los propios proyectos no hay límites creativos, mientras que en los que no son personales debe lograr un propósito puntual, más allá de que pueda mostrar su estilo en las tomas y la edición.
Si bien para Valentín no fue difícil entrar en la industria de los filmmakers, ya que es una forma de expresión y de publicidad relativamente nueva, tuvo que pasar por un proceso de trabajar con marcas pequeñas por canje o por poco dinero. Para eso fue clave crear lazos con marcas que quisieran invertir en esta manera de mostrarse. Aunque todavía no hay mucha competencia laboral, especula con que el transcurso del tiempo hará que la competencia crezca.
De cualquier manera, todo empieza con su cámara Sony, su MacBook y sus ideas. Si bien la profesión es riesgosa, como todo proyecto freelance, dedicarse a lo que le gusta vale la pena. Por eso, no se arrepiente de la elección.