Por Nicolás Manuel Clinaz
“El problema no son las hormonas ni la ventaja física. El varón nace con una pelota en los pies”, aseguró Mara Gómez, jugadora de Villa San Carlos, que aguarda la aprobación de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para convertirse en la primera jugadora profesional trans del Campeonato de Primera División. Su obstáculo es el paradigma biologicista. El embudo legal a nivel internacional pone de manifiesto las relaciones de poder en el deporte y la rigidez del binarismo de género.
Lorena Berdula, primera directora técnica de fútbol argentina y mánager de Gómez, explicó que en un primer acercamiento con las autoridades de la AFA el impedimento fue el testeo hormonal. “Le dijimos que no había ningún problema, pero exigimos que todos los hombres del campeonato de AFA se midan el nivel de hormonas en sangre, así hacemos un campeonato de los más machos y menos machos”, manifestó. La AFA elevó la inquietud a la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) y ésta, a su vez, a la FIFA. La máxima entidad del fútbol sugirió adoptar las recomendaciones del Comité Olímpico Internacional (COI) sobre reasignación de sexo e hiperandrogenismo de noviembre de 2015.
De testosterona y estrógenos
Las recomendaciones del COI establecen que las mujeres trans que deseen competir deberán someterse a un conteo de testosterona que no puede superar los 10 nanogramos (unidad de medida de masa inferior al gramo) por mililitro de sangre en los 12 meses previos a la competencia. En consecuencia, tienen la obligación de someterse a un tratamiento con estrógenos que frene la producción de testosterona y, además, no podrán cambiar su identidad de género en relación al deporte durante al menos cuatro años.
Saira Millaqueo, jugadora de la Selección Argentina LGBT+ de hockey, atravesó un proceso similar, con el mismo impedimento de la Confederación Argentina de Hockey (CAH), pero debió recurrir a la vía judicial para resguardar su derecho. “Se amparaban en una recomendación del COI y querían medirme la testosterona para poder jugar”, aseguró la jugadora bahiense. A pesar de que el proceso culminó con la habilitación para competir a nivel nacional, en el plano internacional se encontraría imposibilitada por la recomendación del COI a la que adhiere la Federación Internacional de Hockey (FIH).
La Ley de Identidad de Género, sancionada en Argentina en 2012, establece que cualquier persona tiene el derecho de practicar cualquier deporte según su género autopercibido. Juan Gregorio de Arma, licenciado en Gestión Deportiva y manager de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, explicó que existe un embudo legal entre la normativa nacional e internacional: “Cada Federación Internacional de cada deporte establece y rige las normas de manera autárquica y autónoma; y cada federación nacional tiene que ajustarse a lo que diga la internacional. Ningún organismo nacional o internacional puede ir en contra de la Carta Olímpica, porque si no no puede formar parte del Programa Olímpico. Esto no quita que las federaciones nacionales adecuen su normativa a las demandas de la sociedad”.
En igual sentido, Sergio Rotman, entrenador de la Selección Argentina LGBT+ de hockey, expresó que actualmente cuenta con 20 chicas trans en el plantel y que los procesos que atraviesan las jugadoras para poder competir son complejos e invasivos. “En el hockey federado la supuesta ventaja física entre chicas trans y cis que argumentan algunas federaciones no existe. Ellas ganan o pierden por capacidad táctica y técnica. A nivel olímpico la cosa es distinta porque los resultados se dan por mínimos detalles. Lo bueno es que se esté discutiendo”, sostuvo Rotman.
Según un estudio elaborado en 2018 por el departamento de Diabetes Clínica y Endocrinología del Boston Medical Center, en el que se midieron los niveles de testosterona de 689 atletas de élite de 15 deportes olímpicos diferentes, el 25,4 por ciento de los deportistas hombres presentaron niveles de testosterona por debajo de los límites inferiores considerados por el COI. Los deportes con más hombres por debajo del límite fueron el levantamiento de potencia, el hockey sobre hielo, remo, atletismo y levantamiento en potencia, usualmente catalogados como deportes de fuerza o velocidad.
El caso de la sudafricana Caster Semnya
El 4,8 por ciento de las deportistas mujeres manifestaron niveles de testosterona superiores a los límites máximos fijados. La prevalencia del hiperandrogenismo en mujeres -producción natural de un nivel alto de andrógenos- es la más alta registrada hasta el momento. Esta patología endocrinológica es la que padece la sudafricana Caster Semnya, obligada en 2009 por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) a controles genitales y a realizar un tratamiento hormonal para reducir su índice de testosterona. Su calvario continúa, ya que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), en marzo de 2019, avaló la nueva reglamentación de la IAAF sobre los nuevos límites de testosterona en mujeres (un máximo de cinco nanomoles por litro de sangre durante un período de al menos seis meses). Semnya deberá aumentar la dosis de su tratamiento para alcanzar el nuevo límite reglamentario y así evitar competir con hombres.
El fallo del TAS produjo la reacción del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNHCR). El organismo emitió una resolución advirtiendo que la regulación de la IAFF “podría no ser compatible con las normas internacionales de derechos humanos”. Además, aseguró que puede existir una “falta de evidencia legítima y justificable” para las regulaciones de la IAAF, ya que pueden no ser “razonables, objetivas y desproporcionadas”.
Joanna Harper, física clínica del Providence Portland Medical Center y coautora de las directrices para deportistas trans del COI, está de acuerdo con que las mujeres intersexuales y trans tengan que reducir sus niveles de testosterona para competir. “Cuando llegan a la adolescencia se benefician de la testosterona producida por sus testículos”, afirmó Harper. Sin embargo, según sus dichos a elDiario.es, las deportistas trans tienen desventajas respecto a sus pares cis, ya que sus cuerpos presentan una gran masa muscular y una capacidad aeróbica menor: “Existe una norma general: las mujeres transexuales son bienvenidas en las competiciones siempre que no ganen. Probablemente, en Tokio 2021 tengamos las primeras jugadoras trans en competir en un Juego Olímpico. Un hecho histórico”, aseguró.
Cecilia Calvar, Jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Fernández, explicó al diario La Voz que el tratamiento de transición de género con hormonas en personas que ya atravesaron el desarrollo hormonal de su sexo asignado al nacer alcanza, en el corto plazo, resultados satisfactorios. “Ya en algunos meses su conteo hormonal es igual al de sus pares cis. En ese caso no habría una ventaja o desventaja al momento de practicar deportes. Su cuerpo se desarrolló de manera diferente, pero luego del tratamiento la testosterona, en el caso de mujeres trans, se reduce a niveles de las mujeres cis. La diferencia que puede existir es la que vemos todos los días entre los diferentes deportistas y es la que viene dada por la genética”, afirmó.
El deporte dejó de ser un espejo de la sociedad para construirla. Así lo expresó Berdula: “La finalidad del olimpismo apunta al hiper rendimiento y no lo podés hacer de manera natural. Lamentablemente, el deporte es un negocio y cometemos el error de mirarlo con una visión social, incluso a veces recreativa. El deporte no es lo que dicen que es. Lo importante es lo que hacemos con el deporte. Hay que desbinarizarlo y deconstruir las instituciones que lo manejan”.