Por E. Coria Maiorano, J. Ortmann, A. De Elía, F. Rey, G. F. Miani
En su propuesta literaria, la Feria Internacional del Libro (FIL), además de presentar stands de diferentes países, desde hace ya ocho ediciones, también incluye la propuesta de Ciudad Invitada de Honor. En esta oportunidad, la elegida es Santiago de Chile que toma como temática el origen de la ciudad, con una descripción física y cultural, acompañada de escritores que promocionan sus libros.
“Este año Argentina cumple 40 años de democracia y Chile 35, la propuesta fue articulada por este aniversario”, explica una de las responsables del stand protagonista. El stand de la capital del país trasandino (número 1809), ubicado en el Pabellón Amarillo, llama la atención por estar techado y tener las luces muy bajas debido a una propuesta audiovisual compuesta por una proyección que debe mirarse acostado boca arriba. A pesar de no abarcar como temática el 35 aniversario de la democracia chilena, la idea está centrada, especialmente, en el origen de la ciudad, que consiste en indagar en las costumbres y en las vivencias socioculturales del país a través de los libros exhibidos y de encuentros formativos, algunos con cupos limitados.
“En el arte y la literatura encontramos lo que no tenemos que olvidar, son las dos fuentes de registro”, dice la editora chilena María Sol Vega con relación a los 35 años de democracia de su país. Vega es dueña de la editorial Cuarto Propio, presente todos los años en el stand de Chile, que funciona separado del de la capital, Santiago de Chile. “Los libros circulan mucho más gracias a estos circuitos”, explica Vega, quien se muestra complacida con la propuesta de Chile en la Feria del Libro de Buenos Aires ya que, según detalla, en su país a la literatura no se le otorga un lugar tan relevante, hay poca demanda y la colaboración entre colegas es casi inexistente. “Los escritores están agradecidos de poder presentar sus proyectos en Argentina, la verdad es que este tipo de eventos tienen una producción masiva que produce difusión cultural de todo tipo de temas”, agrega Paula Barriga, anfitriona de la editorial Metales Pesados.
Por su parte, la exhibición de Brasil -presente en la FIL desde hace más de 30 años- es gestionada por la Cámara Nacional del Libro y la Embajada de ese país en la Argentina. Las librerías comercializan y los editores exhiben sus propios libros, lo que suma en total unos 5 mil ejemplares traídos exclusivamente para el evento. “Hay expectativas altas porque la inversión actual es baja, la economía de Argentina es un poco complicada, por lo que estamos con miedo de lo que pueda pasar”, reconoce uno de los responsables del stand. Global, una de las editoriales brasileñas más grandes, y otras casas editoras del país vecino participan con títulos clásicos de la literatura brasileña y con una oferta mayoritaria de género infantil, que acercan los mismos editores.
Gran parte de los stands internacionales tiene obras en dos o más idiomas. “Lo que nos falta son libros en español, la mayoría están escritos en ucraniano”, explica Ana María Risca, a cargo del stand de la Embajada de Ucrania. Comparada con los demás países que se presentan en la Feria, Ucrania tiene una exposición pequeña, compuesta sobre todo por libros producidos en editoriales locales. Aún así, el país participa desde 1989, año en que empezaron con una vitrina en el Centro Municipal de Exposiciones de la Ciudad de Buenos Aires, antes de que la Feria del Libro se trasladara a La Rural. Ana es descendiente de ucranianos y recuerda: “Siempre estuvimos representando a Ucrania, incluso antes de que se independizara de la Unión Soviética, en 1991”. Todos los procesos que vivió Ana durante la organización de la Feria del Libro coincidieron a su vez con las relaciones bilaterales entre Ucrania y la Argentina. “Luego de la independencia hubo embajada en el país y hace poco llegó el nuevo embajador, que nos trajo un código IR para el stand con una crónica de la invasión de Rusia a Ucrania”, explica mientras apoya sus manos sobre un libro de cuentos ilustrado, escrito en ucraniano.
En los pabellones Amarillo y Verde de la FIL se puede dar la vuelta al mundo a través de los stands de Alemania, Armenia, Cuba, Italia, Paraguay, Perú y Uruguay, que presentan propuestas que trascienden lo cultural y lo literario. En esta edición, el país germano ofrece libros que abordan temáticas que van desde el arte y la fotografía hasta la literatura infantil. La escritora alemana Ante Trabal visitó el stand para trabajar junto al público.
Al lado del puesto de Alemania está el de Italia, que se centra en el centenario del nacimiento del periodista y escritor Ítalo Calvino, y en la candidatura de Roma para la Expo 2030. En su programa de actividades ofrece desde clases de italiano de 30 minutos, todos los días a las 17, hasta charlas a cargo de escritores como Guillermo Piro o Michela Caiazzo, que invocan la memoria de las lecturas y los relatos de Calvino.
En el stand de Paraguay, la actividad destacada es la exhibición de libros en español y en guaraní, que se despliega también en el puesto de la editorial Arandurá, donde se pueden encontrar obras traducidas de autores paraguayos, herramientas didácticas para aprender guaraní y clásicos de la literatura en ese idioma, desde El Quijote de la Mancha hasta Mafalda. También allí, la escritora paraguaya Lourdes Espínola tendrá un espacio para firmar sus ejemplares de sus libros e intercambiar con los lectores.
En el sector de Uruguay, montado en colaboración entre el Ministerio de Educación y Cultura y la Cámara Uruguaya del Libro, la novedad es el paso de la poeta Ida Vitale, quien en noviembre cumple 100 años. Vitale es una de las únicas cuatro mujeres que ganaron el Premio Cervantes, el “Premio Nobel de la lengua castellana”, como se lo suele llamar.
Armenia ofrece libros de distintas temáticas: textos acerca del genocidio sufrido por su pueblo a principios del siglo XX a manos de fuerzas turcas, la inmigración de armenios a la Argentina y novelas ambientadas en ese país. Cuenta con libros de sus escritores nacionales traducidos al español o en su idioma original, y despliega a lo largo de su stand recuerdos como pulseras, remeras y lapiceras con los colores de la bandera armenia y lemas en repudio del genocidio.
El stand de España formó parte de la Feria Internacional del Libro entre 25 al 27 de abril, en el marco de las jornadas profesionales. La exhibición, que estaba ubicada en el Pabellón Rojo, ya no continúa en la feria, al igual que el stand de Catalunya.