Por Antonella Alvarez Dazzi, Brian Bekerman e Ignacio Ojeda

El mundial de fútbol de 1978 era solo un juguete que servía para una campaña publicitaria de que toda la Argentina era fantástica, afirmó en una charla para estudiantes de TEA el periodista Jan van der Putten, que hace 45 años vino desde Países Bajos junto a su colega Frits Jelle Barend para cubrir el evento deportivo, aunque se encontraron con otra realidad más urgente para visibilizar.

Jan van der Putten fue el encargado de dar voz a las Madres de Plazas de Mayo para que contaran en cámara qué estaba ocurriendo respecto de los desaparecidos, mientras que Frits Jelle Barend entrevistó a Jorge Rafael Videla infiltrándose como jugador de Países Bajos en la ceremonia de clausura de ambos seleccionados finalistas.

Los periodistas neerlandeses llegaron a la Argentina con la iniciativa de cubrir la Copa del Mundo, pero entendieron que la situación política del país era más relevante, desde su mirada como comunicadores, para demostrar la violación de derechos humanos que perpetraba la junta militar. “Siempre hay que escribir nuestra verdad y no la que la gente del poder dice”, sostuvo Barend acerca del rol del periodista cuando la libertad de prensa es censurada. En el contexto dictatorial que atravesaba el país, la imagen que se mostraba de la Argentina al mundo era la de un país con un gobierno fuerte que protegía a la sociedad de las organizaciones armadas que atentaban contra el orden institucional. Sin embargo, estos periodistas pusieron en riesgo su vida para hacer un buen uso de su oficio e informar con la verdad.

Barend explicó que la primera información que tuvo acerca de la situación que vivía el país se la brindó el embajador holandés en la Argentina cuando lo recibió: le dijo que las versiones sobre violación de los derechos humanos eran falsas, y que las alentaban los terroristas que querían atentar contra la nación.

El 1º de junio, día de la inauguración del Mundial, Barend puso en segundo plano ese acontecimiento para cubrir la convocatoria que realizaban las madres de los desaparecidos en Plaza de Mayo. Interiorizado en la dura realidad que vivían esas familias, decidió colarse junto con Bert Nienhuis, su compañero reportero gráfico, en la cena de premiación de la Copa del Mundo, en el Hotel Plaza de la ciudad de Buenos Aires, a la que ingresó con la credencial de un futbolista del seleccionado holandés, para entrevistar al dictador Jorge Rafael Videla. “Lo felicité por el campeonato y le pregunté por los desaparecidos y las Madres de Plaza de Mayo, que dicen que son 30.000. Me dijo que era todo mentira, que tenía que entender que había gente muy mala”, recordó el periodista, y aseguró que no tuvo miedo en aquel enfrentamiento porque veía necesario mostrar la realidad, como su madre, sobreviviente del Holocausto, le había enseñado respecto de tener siempre una idea propia de los hechos y no olvidar nunca el valor de los derechos humanos.

Con el mismo propósito había llegado a la Argentina Van der Putten, quien documentó en video diferentes testimonios de Madres de Plaza de Mayo: “Nosotras solo queremos saber dónde están nuestros hijos, vivos o muertos”. Durante el reportaje se acercaron ciertas personas que acusaron acusando a las de “locas” y “putas” y sostuvieron que “tendrían que estar orgullosas de sacrificar a su hijos por el bien de la patria”. Al mismo tiempo, la policía ordenaba que se retiraran y que no formaran un disturbio mayor, ya que la atención debía estar puesta en los partidos de la Selección. “En democracia hay oponentes, pero después te das la mano. Para la dictadura, la prensa es aún más importante”, afirmó Van Der Putten enfatizando que el periodismo es crucial para la formación de la opinión pública y que los regímenes autoritarios necesitan controlar a la prensa para que no muestre la dura realidad que ellos causan. De hecho, una amiga del neerlandés, que se encontraba en la Argentina, fue interceptada por un hombre en la calle que la amenazó: le dijo que les advirtiera a sus amigos periodistas se portaran “bien”, porque sino se tendrían que atener a las consecuencias.

La salida de la Argentina fue complicada para Frits Jelle Barend debido a la exposición que ganado por demostrar la violación de los derechos humanos que la dictadura estaba cometiendo y por haber enfrentado a Videla. Sus planes de salir del país el mismo día de la entrevista se retrasaron por la pérdida del pasaporte de su fotógrafo. Por ese incidente debió acudir al embajador holandés, que se encontraba muy molesto por la nota y no los ayudó. Ellos estaban informados de que al terminar la Copa del Mundo no habría más protección para los periodistas, y fue gracias al Ministerio de Asuntos Exteriores de Países Bajos que consiguieron tomar un vuelo hacia Chile, que tuvo inconvenientes: “Nos bajaron en Mendoza a nosotros solos y pensé que ahí terminaría nuestra vida, pero seis horas más tarde vino otro avión y pudimos viajar”, concluyó Barend.