Por Renata Alfaro, Catalina Caamaño, Victoria García Ortiz y Damián Gómez

El que tenga dudas sobre su identidad o algún dato, alguna información, por más chiquita que parezca, puede aportar un montón en Abuelas”, dice Mathías Carnaghi, miembro de la comisión directiva de Teatro por la Identidad (TXI), organización que está cerca de cumplir su ciclo número 22 y se moviliza desde 2001 con el objetivo de contribuir a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo para restituir la identidad de todos los nietos apropiados durante la última dictadura.

Teatro por la Identidad ya cuenta con 21 ciclos en todo el país. Se han realizado desde 2004 en Córdoba, Mar del Plata, Quilmes, Morón, Avellaneda, La Plata, Barcelona, Madrid, Venezuela y Londres, y en septiembre levantó el telón de su 20º ciclo en La Plata. A casi 40 años desde la vuelta a la democracia, la lucha por la recuperación de los nietos e hijos de desaparecidos sigue en los escenarios de cada una de sus obras. “El propósito siempre es adherir a la búsqueda de los nietos que aún faltan, a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo”, dijo la actriz, directora y docente Nora Onesto en una entrevista con el programa radial Después del mediodía.

Durante la pandemia, TXI se adaptó a la virtualidad haciendo un Congreso con actores y directores, para retomar durante el año pasado el ritmo normal de actividades. En noviembre de 2022 organizó el festival titulado “Buscando nietas y nietos. Buscándote” con varias funciones gratuitas. La apertura estuvo a cargo de la obra Implosión de Identidades, que se presentó todos los domingos de ese mes bajo la dirección de Mariela Asensio, quien ya había participado en otras iniciativas de la asociación como jurado y parte del ciclo “Ocho formas de identidad”, hecho en pandemia.

ABUELAS DE PLAZA DE MAYO 

“Teatro por la Identidad nació a partir de Abuelas de Plaza de Mayo y de la causa que llevan adelante“, agrega Mathías Carnaghi, quien suele reunirse con ellas en asambleas o distintos encuentros. “Tenemos intercambios de decisiones ideológicas y artísticas. Cada inicio de año presentamos el proyecto de lo que trabajaremos durante esos doce meses, explica. La dramaturga Patricia Zangaro y los actores Valentina Bassi y Daniel Fanego coordinan esa planificación anual.

Por otro lado, el actor, realizador y vicedirector de la Escuela de Artes Dramáticas de Buenos Aires (EMAD), Manuel Longueira, sostiene: “TXI también fue una brillante idea, un instrumento para propagar una problemática acercándola a la gente. El teatro es muy fuerte como vehículo porque es un medio de comunicación. Con TXI se hizo un aporte muy importante a la causa de Abuelas“.

DESARROLLO DE TXI

TXI empezó a dejar su huella en 2000, cuando realizó su primera obra, “A propósito de la duda”, centrada en contar la historia de los niños desaparecidos a través de los testimonios de las Abuelas e hijos de las víctimas del terrorismo de Estado. “A partir de una iniciativa de la actriz Valentina Bassi, de Patricia Zangaro como dramaturga y de Daniel Fanego como director, se acercaron a Abuelas y comienzan a armar este espectáculo”, recuerda Carnaghi. 

Un año después, comenzó a expandirse y producir más obras que se realizan simultáneamente en diversas salas. A medida que fue creciendo, se sumó a su lista de actividades la participación y realización de festivales y eventos, así como la ampliación de conexiones para giras internacionales.

TXI está constituida como una asociación civil sin fines de lucro y se organiza mediante comisiones a cargo de distintos tópicos. Por ejemplo, la Comisión de Dirección está compuesta por Raquel Albéniz, Cristina Fridman, Susana Cart, Amancay Espíndola, Patricia Ianigro, Eugenia Levín, Julieta Rivera López, Luis Rivera López, Mathias Carnaghi, Mónica Scandizzo, Mauro Simone y Andrea Marina Villamayor. Una de esas áreas, Teatro x la Identidad Itinerante, gestiona los ciclos y planifica actividades, como por ejemplo viajes a distintas zonas del país donde son invitados a llevar sus obras a escuelas. Cada artista contribuye por su “amor a las Abuelas” y no recibe remuneración económica porque es una “actividad militante”.

TEATRO Y MENORES APROPIADOS

El sector artístico fue clave para que el reclamo de las Abuelas de Plaza de Mayo adquiriera visibilidad. El Día del Niño de 1978, por ejemplo, el diario La Prensa publicó un texto escrito por esa entidad. Lentamente fueron sumando apoyo de organizaciones de derechos humanos y ONGs, hasta llegar a una actualidad que incluye, entre otras herramientas, el Banco de Datos Genéticos y la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. El 28 de julio de este año, la organización hizo público el hallazgo del nieto número 133, hijo de Cristina Navajas (desaparecida en 1976) y Julio César de Jesús Santucho.

Daniel Fanego, una de las piezas clave de Teatro por la Identidad.

Noel Álvarez, periodista e historiadora especializada en la dictadura cívico-militar, afirma que “el movimiento de derechos humanos ya estaba presente en la Argentina” porque “empezó a armarse en un contexto represivo” en el que se prohibía cualquier forma de protesta. Álvarez agrega que “nadie sabía quiénes eran las Madres de Plaza de Mayo cuando, en 1980, le dieron el premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel”, quien también había participado en la lucha por la democracia y militado por la recuperación de los desaparecidos.

Entre fines de 1976 y principios de 1977, hubo dos revisiones de las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en el país. Una fue el informe de Amnistía Internacional y la otra, el documento Argentina, proceso al genocidio, publicado por la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU) en marzo de 1977. Ya allí se mencionaba la apropiación de menores.

En ese contexto represivo, el universo artístico estaba en la mira. El historiador Eduardo Minutella contó: “Los artistas diseñaron estrategias de supervivencia sin emigrar, como escribir canciones u obras con mensajes muy encriptados o doble sentido, es decir, algo que podía tener una primera lectura superficial y, luego, una segunda más profunda donde se podía ver reflejada la crítica social”. Se empezó a practicar así un teatro político y revolucionario que exponía la bronca de la sociedad ante el accionar de los militares. Un teatro que permitió -y sigue permitiendo- darle voz a las Abuelas y a quienes dudas sobre su identidad.