Por Sofía Rossi Sauer

Firme creyente del amor libre, cuestionadora de la estructura patriarcal y pionera de la escritura feminista contemporánea, Simone de Beauvoir fue la mejor y la peor estudiante, fue muy rica y muy pobre, nació bajo el fruto de una familia burguesa francesa, que a su vez fue la clase social que más criticó. Fue pareja del filósofo, novelista y activista francés Jean-Paul Sartre, con el cual nunca vivió bajo el mismo techo y se fueron infieles por decisión propia. No fue la primera en hacer lo que hizo, pero sí una de las más recordadas.

Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir nació el 9 de enero de 1908 en París y murió el 14 de abril de 1986, en su ciudad natal. Está sepultada al lado de Sartre, en el cementerio de Montparnasse. Su familia estaba conformada por su padre, Georges Bertrand de Beauvoir, un abogado con aspiraciones de actor; su madre, Françoise Beauvoir, hija de un banquero rico y católica devota, y su hermana, Hélène, que nació en junio de 1910.

Simone y su hermana fueron educadas en el Cours Désir, petit ciudadela de las hijas de familias con todas las materias de la burguesía aprobadas. No tardó mucho en destacar su brillante mente y fue la primera de su clase año tras año.

Desde pequeña se distinguió: a corta edad se consideraba atea. Cuando tenía 10 años, sobre el fin de la Primera Guerra Mundial, su abuelo materno, quien era el poderoso presidente del Banco de la Meuse, entró en bancarrota. Desgarrados con la noticia, De Beauvoir y su familia se mudaron a un no muy agradable departamento. Claro estaba que las niñas ya no podían depender de su dote y sus oportunidades matrimoniales se pusieron en riesgo.

No dudó un segundo en aprovechar esta casualidad para definir qué era lo que quería para su vida. En 1925, empezó su tercer nivel de estudios en el Instituto Católico de París, con mayoría de “muchachas de buena familia”. Terminó un examen para el certificado de Filosofía General y Lógica. Su éxito como la octava mujer en aprobar la agregación solidificó su independencia económica y promovió su ideología feminista. Desde entonces, todo fue una avalancha de conocimientos.

Durante sus años universitarios, conoció a Jean-Paul Sartre, quien desde 1929 sería su pareja hasta el día de la muerte de él. Sartre quería casarse, pero Simone, adelantada a su época, se negó rotundamente porque, como dice en su libro “La fuerza de las cosas” (1963) creía que “el matrimonio multiplica por dos las obligaciones familiares y sociales. Solo podía encontrar libertad en mi cabeza y en mi corazón”.

Simone De Beauvoir y Jean-Paul Sartre.


Su relación consistía en una “pareja de almas” de por vida que “amaba libremente”, en la cual no había exclusividad sexual ni vivían bajo el mismo techo. Ella decidió no tener hijos, lo que le dio tiempo para avanzar en su educación y participar en causas políticas, escribir, enseñar y tener amantes, aunque esto a veces le resultó perjudicial. Las relaciones abiertas de Simone a veces desmerecían su gran reputación académica.

Cuando París fue liberada de la ocupación nazi, junto a Sartre, Raymond Aron, Michel Leiris, Maurice Merleau-Ponty, Boris Vian y otros intelectuales de izquierda, De Beauvoir fundó la revista “Les Temps Modernes”: una vía para difundir la corriente filosófica existencialista mediante la literatura, abrazando la rama del existencialismo ateo: el más radical del trío, completado por el cristiano y el agnóstico.

Comprometida con el comunismo, viajó intensamente por Estados Unidos, China, la Unión Soviética y Cuba. Entrevistó a Mao, Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, entre otros, y vivió una pasión con el escritor norteamericano Nelson Algren, con el que por años seguiría unida a través de más de trescientas cartas que intercambiaron.

Simone y Nelson Algren.

Y un día llegó su momento de gloria: en 1949 publicó su gran éxito, “El segundo sexo”, del cual se vendieron veintidós mil ejemplares en la primera semana de su lanzamiento. El libro analiza el rol en el que es puesta la mujer en la sociedad por parte del sistema creado por el hombre, tratando de explicar qué es ser parte del sexo femenino en la biología, la historia, la literatura, la filosofía y en la actualidad.

De allí es su famosa frase: “No se nace mujer, se llega a serlo”, que apunta a la idea de que no existe algo biológico que justifique la opresión que sufren las mujeres, separando al sexo que, para Simone, es lo que hace a la mujer y, por otro lado, al género como construcción social, que representa a los mandatos socializadores patriarcales que les dicen a las mujeres cómo deben ser. Esta obra desató debates, escándalos, la furia del Vaticano, pero por sobre todas las cosas, dejó un maravilloso legado en el movimiento feminista, en la literatura contemporánea y en la vida de muchas mujeres que tomaron su escritura como la Biblia de sus vidas.

En 1958, galardonada con el premio Goncourt por su novela “Los mandarines”, emprendió su autobiografía: una vivisección del mundo burgués (su claro origen natal), sus prejuicios, sus tradiciones (que llama “degradantes”) y su lucha para librarse de esa herencia. Para ese momento, ella y Sartre ya no eran una pareja en el sentido sexual, aunque no lo confesara en sus libros. En 1964 publicó “Una muerte muy dulce”, un increíble relato del final de su madre y, según Sartre, “su libro mejor escrito”. Mientras llevaba su duelo, conoció a Sylvie Le Bon, una estudiante de filosofía con quien vivió una ambigua relación: madre e hija, amiga y pareja sexual.

Su relación era tan fuerte que Simone la adoptó legalmente como hija y la nombró heredera de su obra literaria y todos sus bienes. Fiel a su estilo, escribió sobre el aborto en la revista “Le Nouvel Observateur”, donde planteó que “el aborto es parte integral de la evolución en la naturaleza y la historia humana. Esto no es un argumento ni a favor ni en contra, sino un hecho innegable. No hay pueblo ni época donde el aborto no fuera practicado legal o ilegalmente. Está completamente ligado a la existencia humana. Luchó activamente por la legalización del aborto en Francia, y habló abiertamente sobre su propio aborto, lo que la expuso a posibles procesos penales.

El 15 de abril de 1980, Jean-Paul Sartre murió a los 74 años. Fue una agonía larga y dolorosa, que ella describe en su libro “La ceremonia del adiós” de una forma que muchos creen perversa. Simone pidió ser enterrada junto a él, pero con el anillo que Nelson Algren le había dado después de la primera noche de amor. Esto se cumplió cuando el 14 de abril de 1986, a los 78 años, Simone de Beauvoir murió de una neumonía en París.