Por Luisina Arozarena, Fiorella Pontoriero y Mora Zaballa
Ainara Iungman es la directora y guionista del cortometraje Días de lluvia, que narra la historia de una familia afectada por la inundación de Santa Fe en 2003. Lo estrenó en la última edición del Bafici, en un contexto donde el cierre del INCAA y sus festivales es una posibilidad cierta, por lo que Iungman defiende la idea de que es un momento para hacer “un cine que denuncie”.
―¿Por qué contar esta historia dentro de todas las que hay en el país en relación con la vulnerabilidad, marginalidad y crisis ambiental?
―La idea me llegó cuando vi en las noticias que una señora había caído en un pozo en el patio de su casa, me pareció una locura. Las imágenes de las condiciones en las que vivía la familia, que de la nada hubiera un socavón en su casa, me impactaron. Quería hablar sobre la inundación porque fue un suceso que marcó la identidad de todos los santafesinos. En mi edificio el agua había llegado hasta la entrada, pero a una cuadra las casas estaban cubiertas. Mucha gente perdió toda su historia de vida, sus muebles, su casa. Yo tenía 7 años y me acuerdo de invitar a mi casa a compañeros del colegio que se habían quedado sin la suya. Fue un momento de tragedia y de unión. También tiene que ver con la ausencia de un familiar mío y lo que eso significa. Me inspiré en la casa de mis familiares, en los ambientes de clase media-baja que yo habitaba en esa época.
―¿Cómo se financió el proyecto?
―Lleva muchísima plata hacer un corto. Hicimos venta de pastas y fiestas temáticas de cine. En ese momento había un sector del gobierno de Santa Fe que incentivaba a la cultura y nos dieron un monto para invertir en el proyecto. El equipo técnico, en su mayoría, trabajó gratis. Por ejemplo, el final fue un laburo de efectos visuales hecho en computadora que costaba mucha plata y no pagamos nada. Fue mucho a pulmón. Sí he pagado viajes a Santa Fe para que las directoras de arte y fotografía conocieran los barrios que tienen problemas con el agua. Las locaciones también llevaron su tiempo, la dueña de la casa donde grabamos fue a la que más se le pagó.
―¿Era muy distinta la idea original comparada con el resultado?
―Hay cosas que cambiaron por una cuestión de producción o porque no encontramos lo que buscábamos, pero tenía en claro que no podía cambiarlo porque después de siete años iba a perder el rumbo. Siempre fue muy sólido lo que quería contar.
―¿Cómo llegó a estrenarse en el Bafici?
―Cuando el producto está terminado tiene que pasar por una etapa de distribución en la que se manda a diferentes festivales. Tuve que pagar a una distribuidora que se encarga de bajar todos los datos necesarios para enviarlo porque es demasiado laburo. Ellos eligen a qué festival apostar según el tipo de corto que tenés. Como el mío era clase B, de la que suele ser el cine independiente, apostamos por el Bafici. El problema es que para presentarse en algunos festivales tenés que pagar. En el arte siempre necesitás contactos y dinero para que después algunas cosas se den. Hay mucha gente snob y con plata, pero hay otros cuyos proyectos no tienen un “sope”, como el mío. Lo bueno de estos festivales a los que va mucha gente es que te dan visibilidad.
―¿Y el día del estreno? ¿Qué sensaciones te atravesaron?
―Lo viví con mucho estrés porque fue el mismo día en que se anunció el cierre del INCAA y del Cine Gaumont, que fue donde se estrenó el corto. Corría el riesgo de que no se hiciera, pero los mismos trabajadores del cine decidieron que siguiera funcionando. Junto con otros directores armamos un comunicado que usamos para manifestarnos sobre lo que estaba pasando, porque no estaba bueno. También imprimí carteles en contra de Carlos Pirovano, el director del INCAA.
―¿Cómo continúa el camino de Días de lluvia?
―La idea es reunir otros cortos de gente de Santa Fe para estrenarlos en el Cine América, que es el más importante de acá, y sería bueno que los actores puedan ir. También estará presentándose en el Santiago del Estero Film Fest desde el 17 hasta el 22 de junio, ya estuvo en Kosovo y se va a distribuir por más festivales durante uno o dos años. Por mi parte, tengo que volver a inspirarme y ver qué hago en mi vida. Ahora es muy reciente la finalización del proyecto y estoy desprendiéndome de a poco.