Por Julieta Roque y Valerio Van Nieuwehove

El resultado de la grabación sonora de un show de la banda musical platense 107 Faunos se vuelve objeto de estudio del documental de Gastón Olmos Desinteligencia artificial. Una serie de entrevistados, personas “de todos los palos”, retitulan canciones cortadas debido a un problema técnico del registro sonoro. Olmos, baterista e ilustrador, exhibió su primer largometraje en el Bafici.

–¿De dónde nace la idea de documentar el “suceso misterioso” que causó la falla en la grabación del show?
–El proyecto comenzó por mis ganas de preguntarles a mis amigos su opinión sobre estas versiones que podríamos describir como “rotas”. Son canciones que se grabaron en un show sin notar el problema. Me pareció interesante pensar la falla tecnológica como un efecto reversionador de las canciones. Documentarlo al principio fue algo entretenido, y después se volvió una idea de proyecto.

–Uno de los testimonios que aparece en el documental dice: “Hay que producir vacío, no contenido. Ya hay mucha gente produciendo contenido, ahora hay que solo producir”. ¿Compartís esta visión?
–Podría describir a los 107 Faunos como una banda caótica. Estas reversiones capturan una parte de esa magia. Es chocante escuchar un disco rallado y considerarlo arte. Hasta puede parecer ridículo, pero es irónico lanzar algo que para algunos carece de contenido. Para nosotros es contenido, pero diferente a las canciones que eran en su momento. Al fin y al cabo, ¿quién define qué es una canción, qué es contenido y qué lo carece?

Olmos es también ilustrador y baterista.

–¿Cuál fue el criterio para seleccionar los testimonios que se ven en documental?
–Mis amigos y conocidos se sumaron y respondieron siempre bajo total libertad, sobre todo al momento de titular las canciones. Queríamos que deliraran, que conectaran con la música y fueran sinceros. Al principio pensé en músicos, ingenieros de sonido y colegas de la música. Pero al final aparecen todos ellos y sumamos a personas de todos los palos, hasta a mis parientes. No iba a dejar a alguien afuera si el concepto era opinar sobre música.

–¿Por qué decidiste enviar este proyecto al Bafici?
–El Bafici apareció entre los posibles destinos y nos pareció una buena ventana para un proyecto que trata sobre música de la industria nacional. Nos hubiese gustado sumar el documental en algún festival o hacer proyección de La Plata porque la banda es de ahí y su público está ahí.

–¿Qué mensaje buscaste dar con este proyecto?
–Estamos en pleno auge de nuevas herramientas inteligentes y que algo falle parece cada vez más lejano, como si la tecnología fuese a resolver todo. En este caso aplicamos una filosofía más bien oriental que dice que las fallas pueden remarcarse convirtiendo aquello roto en algo mejor.