Por Josefina Girotti, Faustina Ganin y Santiago Piro
En la última década, las operaciones estéticas ganaron popularidad en adultos y jóvenes. Los cánones de belleza cada vez más excluyentes llevan a las personas a someterse a procedimientos quirúrgicos para armonizar sus facciones y cumplir con los estándares estéticos. Según la Encuesta internacional sobre procedimientos estéticos/cosméticos realizada por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética en el año 2022, la Argentina está entre los siete países con más procedimientos estéticos en el mundo. Según el relevamiento, Estados Unidos es el país con más operaciones, con más de un millón de procedimientos estéticos realizados. Sin embargo, la Argentina superó a países mucho más desarrollados y con mayor volumen de población.
Entre las cirugías de más demanda en el país están el aumento mamario, la liposucción y la cirugía de párpados. El estudio reveló que las mujeres se someten al 86,2 por ciento de las cirugías estéticas en el mundo, mientras que los hombres suman el 13,8.
Cuando estas operaciones se masifican a nivel global, salen a la luz muchas prácticas negligentes y clínicas clandestinas que representan peligros para sus pacientes. En el estado de Nuevo México, en Estados Unidos, cinco mujeres fueron diagnosticadas con VIH luego de concurrir a una clínica clandestina llamada Vip Spa. Los diagnósticos se conocieron entre 2018 y 2023, aunque el establecimiento cerró luego del primer caso.
El factor común es que todas las mujeres habían asistido para realizarse el “Tratamiento facial vampiro”, que consiste en extraer sangre del cliente, para luego separarla en células y plaquetas. Luego se inyecta el plasma en el rostro del paciente y eso favorece el rejuvenecimiento y la luminosidad de la piel. En 2022, la propietaria del spa, María Ramos de Ruiz, se declaró culpable de cinco cargos graves por practicar medicina sin licencia y fue sentenciada a siete años, cuatro en libertad condicional y tres en prisión.
El debate sobre las cirugías estéticas y las prácticas clandestinas tomó mucha fuerza en la Argentina con el caso de Silvina Luna, la modelo y actriz que murió a los 43 años por una insuficiencia renal que se desencadenó después de una inyección de metacrilato en los glúteos realizada por el cirujano Aníbal Lotocki. Una situación similar ocurrió con el panelista y productor de moda Mariano Caprarola, operado por el mismo cirujano, quien murió por un shock hemorrágico que desembocó en un paro cardíaco. En su caso, también había sufrido una insuficiencia renal debido a la mala praxis que había padecido algunos años antes.
Lotocki hoy fue condenado a ocho años de prisión y hoy se encuentra detenido y está inhabilitado para ejercer la medicina por diez años. Otras figuras mediáticas como Pamela Sosa, Stefanía Xipolitakis, Gabriela Trenchi y Fran Mariano aún sufren las consecuencias de las prácticas negligentes del polémico cirujano plástico.
El crecimiento de las cirugías estéticas está relacionado con el auge de las redes sociales, según afirma una investigación realizada por la Universidad de Boston. Existe una relación entre el tiempo dedicado a las plataformas digitales y una mayor probabilidad de buscar cambios estéticos a través de cirugías. Esto se debe a la insatisfacción corporal que surge de la abundancia de filtros e imágenes editadas que reproducen cánones de belleza inalcanzables. Los usuarios más jóvenes son los más afectados por esta problemática, que también impacta en su salud mental y su autopercepción.