Por Agustina Gesto Rothar
Pablo Bruetman, editor y periodista de la revista Cítrica, tiene una historia marcada por la lucha y la autogestión en el periodismo. Su camino hacia la creación de Cítrica comenzó en 2010, tras el cierre del diario Crítica de la Argentina, donde trabajaba cuando la empresa quebró y dejó a sus empleados sin trabajo y sin indemnización. “Fue surgiendo la idea de hacer una cooperativa, sin ningún empresario que nos maneje”, recuerda Bruetman sobre aquel momento en que él y sus colegas decidieron tomar las riendas de su destino.
Este espíritu de resistencia y colaboración fue clave para la creación de la primera edición impresa de Cítrica, en 2012, un proceso que, según Bruetman, “fue muy largo”. Pero la dedicación y el compromiso con un periodismo independiente, enfocado en las comunidades subrepresentadas en los medios tradicionales, llevaron a que el proyecto prosperara, a pesar de los desafíos. “Nuestro público en Cítrica no busca una información al instante, quiere notas de investigación con más desarrollo y una lectura lenta”, afirma, destacando la importancia de la profundidad y el tiempo en un contexto mediático cada vez más acelerado.
―Hace algunos años no era tan fácil llevar a cabo un medio autogestivo como ahora, ¿cómo fue el proceso para sacar las primeras ediciones de Cítrica?
―La Federación Argentina de Trabajadores de Imprenta, Diarios y Afines (FATIDA) nos propuso hacerla de forma mensual, saliendo en domingo. Las primeras tres ediciones se hicieron mientras permanecíamos en la redacción tomada en forma de reclamo. Nosotros mismos fuimos quienes buscamos sindicatos y publicidades para sostener de alguna forma nuestro trabajo. La edición fue un proceso que tomó tiempo. Cuando surgió la idea se fueron contactando con nosotros diferentes medios cooperativos, sobre todo El Diario la Región, de Córdoba, que había perdido su lugar de trabajo debido a un incendio pero pudo recuperarse. Esas historias nos incentivaron porque vimos que era posible llegar al objetivo, un periodismo que no dependiera de los grandes empresarios.
―Hoy, Cítrica no sólo se mantiene como una revista en papel, sino que también se ha expandido a múltiples plataformas digitales, adaptándose a las exigencias del nuevo mundo de la comunicación.
―La página web se creó antes que la revista impresa por un tema de facilidad y accesibilidad en ese momento. El proceso que conlleva hacer una edición en papel es muy engorroso, toma su tiempo y tiene un costo, abrirte una página de internet no. Cuando se creó Cítrica los portales no eran tan dependientes de las redes sociales como son ahora, se usaban sólo para promocionar las notas. Hoy por hoy tenemos en claro que la comunicación fuerte pasa por ahí, sin dejar de lado los demás formatos.
―A pesar de que actualmente el contenido periodístico audiovisual predomina por sobre el escrito, Cítrica se mantiene como uno de los pocos medios que continúa con las revistas gráficas.
―Tenemos varios públicos y cada uno de ellos se informa de manera diferente. Hay localidades donde no tienen acceso a internet al igual que en otros sitios, ahí el valor del papel o la revista es mucho mayor. Sobre todo en Cítrica, al hablar de comunidades sub representadas donde el alcance de las noticias es mucho menor. Tratamos de respetar a todos los lectores pero alentamos lo digital por un tema ecológico y de un menor uso del papel.
―El caso de Santiago Maldonado marcó un antes y un después para Cítrica; fueron uno de los primeros medios en comunicar la noticia de su desaparición.
―Así es. El haber estado en el lugar de los hechos cuando hasta el momento ningún medio tradicional había notificado su desaparición nos generó un crecimiento exponencial. Nosotros hicimos una investigación periodística de territorio, a fondo, hablando con las comunidades mapuches e informando el caso no desde un recuadro como hizo Clarín sino dándole la importancia que merecía la situación.
―¿Podría la Inteligencia Artificial reemplazar al periodismo de campo que hace Cítrica?
―Hay cosas que la IA no puede hacer, una IA no va a tener un contacto directo con una comunidad indígena en Santiago del Estero que está por ser desalojada, no va a denunciar que no se entregan los alimentos en los comedores o a entrevistar a un narco en Rosario. A la profesión no la va reemplazar, sí al “Ganó Boca”, “Ganó River” o “Los 5 países donde se come más rico del mundo”. Va a sustituir al periodismo de escritorio pero no al humano. Como todo avance tecnológico, dependerá de cómo lo usen. Puede ser una gran herramienta de trabajo si la empleás bien.
―¿Cuál es el gran desafío del periodismo hoy?
―Darle tiempo a los periodistas para poder hacer periodismo, ese es un gran desafío en general. Si un periodista tiene que llenar la página rápido con el fin de obtener más visitas, no puede tener después la cabeza y las capacidades para hacer una nota de investigación. Además de que hacen falta muchos recursos para hacerla: tiempo, viaje y financiamiento. Los cuales muy pocas veces están a disposición. El periodista tiene que dejar de ser protagonista, el objetivo siempre tiene que ser amplificar las voces de los demás. El fin de la profesión es el mero hecho de comunicar, no responder a intereses comerciales o políticos como los medios tradicionales. Otro desafío es adaptarse a los constantes cambios tecnológicos, las plataformas para hacer periodismo van mutando cada vez más rápido y todas tienen sus particularidades.