Por Iván Sierkovich

En la búsqueda de nuevas formas para visibilizar la protesta de la comunidad educativa contra las medidas del gobierno nacional, el miércoles 23 de octubre un gran grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Artes (UNA) coparon por sorpresa la estación de Once, en la ciudad de Buenos Aires, y bailaron al ritmo de “Fanático”, el tema de Lali Espósito que ya es bandera de la oposición al presidente Javier Milei.

El conflicto por el presupuesto para la educación superior pública se radicalizó hace más de veinte días. La segunda marcha federal universitaria del 2 de octubre, que convocó a más de un millón de personas en todo el país, no fue suficiente: al día siguiente, Milei firmó el veto a la Ley de Financiamiento Universitario, y el 9 de octubre la Cámara de Diputados respaldó esa decisión, lo que acrecentó uno de los conflictos más intensos que atraviesa el gobierno desde su llegada al poder, hace casi once meses.

Luego de la ratificación en la Cámara baja, hubo paros universitarios los días 10, 17, 22 y 23 de octubre y más de 25 universidades fueron tomadas en todo el país. Una de ellas es la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA), cuyos estudiantes denunciaron que la policía ingresó ilegalmente al establecimiento de Caleta Oliva, que preveían tomar durante 48 horas, entre el lunes 14 y el miércoles 16 de octubre.

El ingreso dentro de la facultad por parte de efectivos policiales no está permitido a menos que “se medie una orden escrita previa y fundada de juez competente o solicitud expresa de la autoridad universitaria legítimamente constituida”.

Por otro lado, la Universidad Nacional de Quilmes, que también tomaron los estudiantes el mismo lunes 14, se vio envuelta en un escándalo cuando unas veinte personas irrumpieron en el lugar durante una asamblea y arrojaron gas pimienta. Más tarde, el principal agresor fue identificado como “Varela”, un militante libertario que ya había estado en la primera marcha federal universitaria del 23 de abril y en los escraches del 6 de marzo a los empleados de Télam.