Por Francisco Declich

El humor muchas veces representa el sentimiento de una sociedad en un momento específico. Para los nacidos en el nuevo milenio, el estándar de lo gracioso probablemente resida en lo absurdo, uno que profundizó el de ¿Y dónde está el piloto? y La pistola desnuda, clásicos del humor absurdo que quedaron viejos.

Esta índole de humor es la que incorporaron dos muchachos en el concurso de talentos del programa Hay algo ahí, que conduce Tomás Rebord junto a Juan Ruffo en Blender, y cautivaron a la audiencia. “Los chadazos”, como los llamó el streamer Luquita Rodríguez, fueron en dos ocasiones a hacer un despliegue antihumorístico con un aparente sinsentido y muchas referencias exclusivas para centennials. El jurado, nacido totalmente en el siglo pasado, no comprendió bien lo que estaba pasando, a excepción de Juan Ruffo, que estaba maravillado.

Ruffo, comunicador de 30 años con trayectoria en radio, en ocasiones oficia de nexo entre Rebord y las nuevas generaciones, especialmente cuando se trata de humor. “Si coqueteo con rarezas, es porque en general soy bastante abierto y curioso, y trato de no cerrarme sobre mí mismo. El deep lore de lo que hago es Hay algo ahí, ver qué hay detrás de las cosas. No va de la mano hacer este programa con una personalidad cerrada”, explica Ruffo. Respecto de “Los chadazos”, admite que su humor lo entiende “de costado” por no ser coetáneo, pero le divierte. “Hay que consumir mucha mierda de internet para no perderse las nuevas cosas que son graciosas“, agrega, pues reconoce que en la web hay algo que lo identifica.

Marcelo Toscano, uno de los jurados en la segunda aparición de “Los chadazos”.

Cuando en una entrevista en Futurock le preguntaron si votaría a alguien porque lo hace reír, en referencia a Guillermo Moreno, él respondió: “Si me río, ya está adentro mío“. Ahora suma la idea de que una risa es algo que no se puede fingir y que, si sale, es por algo. “Si un peronista y un gorila se ríen juntos, hay muchas más posibilidades de que esas dos personas se acerquen. Es por eso que la comunicación que busco tiene un chiste de por medio, ahí hay algo incontrolable“, observa Ruffo, optimista. Así, fue ideólogo de chistes performáticos, como cuando vio el video musical de “4 noviosS”, de Six Sex, en el que ella canta mientras usa una bicicleta fija, y decidió cruzarla con BiciBandido, un youtuber justiciero de ciclistas. El resultado: un viral graciosísimo.

Ruffo se dio el lujo de compartir programas con eminencias del humor de su generación, como El Bananero, Alejandro Szykula (Alejo y Valentina) y Jorge Pinarello (Te lo resumo así nomás). A este último lo conoció al aire y lo aceptó como su coconductor por tres semanas, durante una licencia de Rebord. “Me hace reír mucho, me divierto mucho con él, pero también es objetivamente gracioso, porque es uno de los canales más grandes de YouTube en Argentina”, lo describe Ruffo. Además, opina que su humor “medio de hipérbole, rancio y de chistes que están mal” no pasa inadvertido para las nuevas generaciones. Algo similar observa en El Bananero, que “viene haciendo lo mismo hace veintipico de años; el mundo giró mientras él se quedaba en el centro de todo, inmóvil”. Lo considera “la prueba de que las normas de lo que es gracioso y lo que no pueden romperse”.

Rebord, Six Sex, BiciBandido y Ruffo en bicicletas fijas mientras suena “4 noviosS“.

Hay algo ahí es un programa donde se tocan temas de actualidad, siempre con un tono humorístico, y en el que permanentemente participa la comunidad que formó Rebord, los hagoveros (que proviene de HAGOV: “Hacé a la Argentina grande otra vez”). La red social X ha actuado como punto de encuentro de esta comunidad, pero también como un campo de tiro de agresiones públicas hacia Rebord, Ruffo y otros miembros del equipo de HAA. “Cuando acepté empezar este programa, sabía que me iba a exponer mucho más, que lo que dijera iba a tener más peso y que me iba a convertir en un blanco de violencia; hay gente con mucho odio acumulado esperando a largártelo todo junto, y es malísimo, pero siempre va a pasar”, sostiene Ruffo.

Pero reconoce que no es inmune a los insultos cuando se dirigen a sus amigos y compañeros: “Ahí sí que me hago mala sangre, puteo y me dan ganas de contestar, aunque en general lo hago poco porque no tiene mucho sentido. A Tomi lo agreden todo el tiempo y a mí me molesta bastante”. Respecto de su excompañero Jorge Pinarello, observa algo diferente: “Él se metió de lleno en un territorio que es de por sí violento. Twitter (X) es un lugar muy violento que se jacta de serlo y donde gana el más violento, el que más daño hace. Él juega ahí, con ciertas lógicas de Twitter como es pelearse con gente como el Gordo Dan o los de Carajo (medio de inclinación libertaria). Eso obligatoriamente va a traer gente a bardearte”.

En la calle, según él, la historia es distinta; en general, a la gente que lo saluda le gusta lo que hace y se lo expresa. “Para decirle a alguien en la cara que es un hijo de puta hay que tener huevos y motivos, pero sobre todo huevos, no es nada fácil”, remata Ruffo.

Respecto de la comunicación digital del peronismo, movimiento del cual se siente parte, aunque admite que no hay una elección que ordene el discurso, tampoco reconoce una estrategia definida. “No sé si la vía que propone el peronismo es la de Axel Kicillof, con discursos larguísimos que no le importan a nadie, o la de Mayra Mendoza poniendo una canción de Los Redondos, cosa que me rompe las pelotas y me parece una tontería”, compara.

Cuando se le pregunta si la izquierda puede memear, responde sin duda que para hacer un meme hay que tener cierta capacidad de reírse de uno mismo. “A la izquierda argentina no le veo mucha capacidad de reírse de sí misma. En general es mucho más solemne, y la solemnidad no es amiga del buen humor“, subraya. En contraste, ve algo interesante en la comunicación de la militancia de Guillermo Moreno: “Son intensos, son orgánicos. A veces se pasan de dogmáticos y son muy cerrados, pero están haciendo su juego en las redes y me parece que está bien que existan”.

Además de ser un conductor del mainstream del stream en Argentina, con extensas patillas, bigote y un peinado en jopo (aunque también en cresta), Juan Ruffo es un organizador de fiestas, bloguero y ex trabajador metalúrgico. Su fiesta se llama “Superfly”, por el soundtrack de la película del mismo nombre, hecho por Curtis Mayfield. Sus blogs son de giras de rock, que hizo con Dillom o Mujer Cebra, por ejemplo. Su trabajo en la empresa metalúrgica de su familia le duró 6 años, pero se hartó. Lo poco que le queda de esa vida, en la que estudiaba Administración de Empresas y hacía control de calidad de cables, parece ser su identidad peronista.

IDENTIDAD PERONISTA

–¿Sos progresista?

–Yo soy peronista.

–¿Estás de acuerdo con que el peronismo no es progresista?

–Si pensamos esa palabra como caracterizante de la búsqueda constante en la conquista de derechos, tiene mucho de eso el peronismo. Ahora, hay otro universo del progresismo más vinculado a la izquierda o a cierto antiperonismo que se pretende popular y yo ahí no entro. Soy absolutamente peronista.

–Si te parten la sociedad argentina porteña a la mitad, ¿caés del lado de la izquierda o de la derecha?

–Yo soy peronista. Es una trampa eso, porque la salida a eso es el peronismo, que puede ser de izquierda y de derecha. Jamás en mi vida te podría decir que soy de derecha o de izquierda. Incluso si solamente me hacés elegir entre esas opciones, no sé elegir. Soy peronista.