Por Luis Argüelles Iriondo
Con la fumata blanca de ayer a las 13.08 (hora de Buenos Aires), el Vaticano anunció que el cardenal Robert Francis Prevost pasaría a llamarse León XIV al asumir como papa. Si bien el motivo de la elección del nombre todavía se desconoce, al revisar quiénes fueron tanto el primer León como el último aparecen elementos que prometen continuidad con la impronta que Francisco llevó a la Iglesia, siguiendo con su línea progresista y de apertura. En parte, porque el fray León fue uno de los compañeros más cercanos de San Francisco de Asís, pero sobre todo porque León XIII es conocido como “el Papa del trabajo”.
Su ópera magna fue la encíclica “Rerum Novarum”, un texto escrito en tiempos de fuerte conflicto social y turbulencia económica. Los grandes magnates estadounidenses se encontraban en el ápice de su poder y la distribución de la riqueza era tan dispar como ahora. Además, comenzaban a hacerse notar los elementos clave que llevaron a la caída de las grandes monarquías europeas en la Crisis de Julio y, después, al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
“Añádase a esto que no solo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios”, dijo León XIII en aquella encíclica, con palabras que podrían referir al día de hoy. La proliferación de los grandes oligopolios y la concentración del poder en una pequeña cantidad de mil millonarios, además de un creciente panorama de beligerancia global, son características que comparten el contexto de 1891 y el actual.
“Ambos contextos comparten una urgencia por reequilibrar justicia social, dignidad humana y bien común frente a los excesos del capitalismo”, dijo historiador y analista internacional Gonzalo Fiore Viani en diálogo con Publicable, y siguió: “‘Rerum Novarum’ respondió a los efectos deshumanizantes de la Revolución Industrial: explotación laboral, pobreza urbana, concentración de capital y desprotección de los trabajadores. Hoy, aunque el escenario tecnológico y geopolítico es distinto, persisten desafíos similares: la automatización y la inteligencia artificial están transformando el trabajo, la riqueza se concentra aún más, la precarización laboral se globaliza y la exclusión social se agudiza”.

Sobre la elección del nombre León, agregó: “Adoptar el nombre León XIV no parece un gesto casual. Más bien, remite deliberadamente a León XIII y a su legado como pionero de la doctrina social de la Iglesia. El nuevo papa podría estar marcando así una continuidad con esa tradición profética y reformista, al tiempo que sugiere una relectura contemporánea de las ‘cosas nuevas’ que interpelan a la Iglesia: cambio climático, desigualdad global, migración forzada y crisis del trabajo”.
Sobre la impronta que le podría dar el nuevo primer mandatario del Vaticano a la Iglesia, Viani dijo que “todo apunta a un pontificado con fuerte impronta social y ecológica“. “Es probable que León XIV busque una Iglesia más comprometida con los pobres, crítica del poder económico desmedido y activa en la defensa del medioambiente. En continuidad con Francisco, pero quizá con un tono más estructural y doctrinal, el foco podría estar en repensar el trabajo, la economía, la justicia climática y el papel de la Iglesia frente a los nuevos ‘signos de los tiempos'”.
La cercanía de Francisco, de especial vínculo con Robert Prevost, con los movimientos sociales y los cartoneros fue una de las características de su papado. Alejandro “Peluca” Gramajo, secretario general de la Unión de los Trabajadores y las Trabajadoras de la Economía Popular (UETP) y amigo de Francisco, sostuvo ante Publicable que “el papa León XIV es la elección de alguien que eligió la nacionalidad de las periferias, como ser ciudadano de un país latinoamericano”. Y concluyó: “Hoy, con el espíritu de Francisco en alto y su legado de tierra, techo y trabajo como guía, nos alegra la asunción del nuevo papa y nos renueva la esperanza de nuestro pueblo que nos sostiene firmes en la convicción de seguir siendo custodios de la justicia social y construir un mundo más humano”.